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La inmolación del cardenal Parolin

En un cónclave no hay vencedores, ni vencidos, porque no hay confrontación política

Un nuevo San Agustín de las sorpresas (08/05/2025)

El cardenal Pietro Parolin REUTERS
José Francisco Serrano Oceja

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En el tiempo que trascurrió entre la fumata blanca y el anuncio del nuevo Papa, el nombre que expertos y no expertos manejamos, prácticamente sin duda, fue el de Pietro Parolin. Es cierto que el cardenal Prevost se había colocado, en las cuarenta y ... ocho horas antes de entrar en el cónclave, en la 'pole position' con fuerza. Sabíamos que los cardenales llevaban, en las Congregaciones Generales, que se han convertido en el cónclave antes del cónclave, varios días buscando un Papa de consenso, un «bergogliano» sin Bergoglio, un «renovador en la tradición», un «reformista de consenso», un «tercer hombre». Pero no nos imaginábamos que el cónclave estaba ya tan cocinado y que se había llegado al acuerdo de un perfil con votos trasversales. Tan completo que la carga simbólica de los primeros minutos fue, como se dice en la teología, una «gracia tumbativa».

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