Investigadores detectan sesgos en sus propios estudios: «El problema de la salud mental en jóvenes no es tan alarmante como lo hemos pintado»

Sí, incontables estudios científicos parecen demostrar que el problema existe, que está ahí como un reto a solucionar en las sociedades modernas. Sin embargo, un grupo de investigadores de ocho universidades españolas creen que la mayoría de estudios ofrecen una «visión distorsionada» de la realidad y mantienen que la prevalencia de enfermedades mentales no es tan alarmante como se nos está haciendo ver. De hecho, los investigadores que están llevando la contraria al 'mainstream' mundial detectaron errores y sesgos metodológicos en minuciosos estudios que ellos mismos estaban realizando entre población universitaria de nuestro país.

«Nos hemos dado cuenta de que la prevalencia de enfermedades o trastornos mentales en jóvenes que reflejaban nuestras propias investigaciones estaba sobredimensionada por culpa de los cuestionarios 'online'», introduce Miquel Roca, catedrático de Psiquiatría de la Universidad de las Islas Baleares y uno de los 2.000 expertos vinculados a la salud mental que han alzado la voz para preguntarse si la metodología que emplean estos estudios no está generando una alarma excesiva entre la población.

Un estudio reciente, publicado en el Journal of Psychiatric Research, que analizó datos de más de 72.000 estudiantes universitarios de primer año de 77 universidades en 18 países, reveló que casi dos de cada tres estudiantes (el 65,25%) habían experimentado algún trastorno mental a lo largo de su vida. Además, el 57,4% sufrió uno en el último año, y hasta un 30% presentó un trastorno por abuso de sustancias (principalmente alcohol) en los últimos 12 meses.

En España, datos específicos de universidades en Andalucía, Cataluña, Islas Baleares y País Vasco, publicados anteriormente en el Journal of Affective Disorders, mostraron una prevalencia ligeramente inferior, pero aún significativa: el 35,7% de los estudiantes españoles en primer año de carrera reportaron síntomas de algún trastorno mental en el último curso, y casi el 17% un trastorno por abuso de sustancias. «Vamos un poco a contracorriente y nos estamos tirando piedras sobre nuestro propio tejado, pero creemos que esta reflexión hay que hacerla para no levantar más alarmas de las necesarias y para que no parezca que casi toda la población juvenil tiene problemas de salud mental o consume todo tipo de sustancias», amplia Roca.

Es cierto, indica, que el cambio del instituto a la universidad es una época complicada para todos, pero estos 2.000 investigadores se han parado a debatir si han analizado correctamente estos datos para evitar «sesgos de representatividad». Estos científicos pertenecen a algunas de las más reputadas universidades patrias, a saber: la Pompeu Fabra de Barcelona, la Universidad del País Vasco, la Jaume I (en Castellón), la de Cádiz, la de Málaga, la Miguel Hernández (en Elche), la citada Universidad de las Islas Baleares y el Instituto Hospital del Mar de Investigaciones Médicas, también en Barcelona.

Todas estas instituciones académicas participaron en investigaciones recientes sobre salud mental (como los proyectos Promes-U o UniverSal). Según indica Roca a ABC, en estos estudios se evaluó a poblaciones de diversas comunidades autónomas cursando estudios en distintas ramas del conocimiento. Sin embargo, el efecto «contaminador» en los resultados vendría provocado por la forma de realizar las entrevistas, casi todas 'online'.

Según Roca, numerosas encuestas sobre salud mental adolescente, especialmente a raíz de la pandemia y en poblaciones universitarias, se están realizando sin que a ellas les siga a continuación una entrevista clínica, cara a cara, para confirmar las respuestas de los estudiantes y valorar la existencia real de un diagnóstico de trastorno mental. En estas encuestas 'online', en una única fase, habrían participado solo el 20% de los estudiantes a quienes se les solicitaron sus respuestas. «Podrían estar participando en mayor medida quienes tienen problemas emocionales, uno de los factores que sobredimensionaría algunos aspectos», argumenta Roca, que también es miembro de la Sociedad Española de Patología Dual. Es decir, quien ya tiene predisposición a la depresión o a la ansiedad suele estar más abierto a responder. Por contra, la persona que se encuentra bien es más propensa a no pararse en el cuestionario demasiado o ni siquiera abrirlo.

Según el catedrático de Psiquiatría de la Universidad de las Islas Baleares, es algo que se puede constatar con otra parte del estudio que están realizando en la actualidad y en la que están ofreciendo intervención psicoterápica online a los alumnos que en las encuestas afirman sufrir síntomas compatibles con un trastorno de salud mental. «La participación en una intervención sencilla, online también, no se corresponde con las cifras de prevalencia de trastornos mentales de los estudios en universitarios», dice Miquel Roca.

El psiquiatra, no obstante, reconoce que también es posible que a una edad tan temprana a muchos de estos jóvenes les cueste ir a tratamiento por el estigma que todavía hay asociado a los trastornos mentales.

Roca, en todo caso, ha dejado claro que esta reflexión no pretende minusvalorar la problemática de la salud mental adolescente, «que requiere claramente de políticas públicas y universitarias en forma de servicios de detección y atención», sino plantear si los estudios científicos desde la pandemia con una metodología determinada están ofreciendo una mirada sesgada y generando más alarma social de la necesaria.

En ese sentido, la solución para mejorar los resultados y que estos se acerquen más a la realidad podría ser la realización de estudios de doble fase, aquellos en que la encuesta 'online' inicial es seguida de una entrevista clínica presencial con los participantes. «Está claro que este tipo de estudios son más costosos y complejos, pero creemos que son los que nos pueden dar una imagen más real y no sobredimensionada del problema», concluye. «Por la propia disciplina, trabajamos sin red protectora, puesto que no podemos hacer análisis o o radiografías que refuercen los diagnósticos. Este se basa en la entrevista clínica, en la experiencia del médico, y si los cuestionarios son digitales, esto se pierde», explica Roca.

Las herramientas que ofrece la tecnología en el ámbito sanitario son muy útiles para cuestiones como la cribaje de los primeros resultados, pero «no es la fórmula que nos confirmará un diagnóstico», clama este grupo de expertos que se han atrevido a poner en cuestión el discurso dominante «¿Y si no estuviéramos siendo del todo pulcros? ¿Y si el problema de la salud mental en jóvenes no tuviera tanta trascendencia? ¿No estamos alarmando demasiado?».