Hong Kong recurrirá a una pulsera electrónica para monitorizar el confinamiento de sus infectados
El Ejecutivo local adopta una nueva estrategia en su contención del virus tras el cambio de líder
Personas con mascarilla en Hong Kong
En ciertas latitudes la pandemia se ha tornado una cárcel de la que no hay escapatoria. El símil luce aún más afilado en Hong Kong después de que las autoridades hayan impuesto el uso de pulseras electrónicas a los infectados para supervisar así su confinamiento ... domiciliario. Este mandato forma parte de una nueva serie de medidas que tratan de impedir la fuga del patógeno.
El empleo de dichos brazaletes será obligatorio a partir del viernes para todas aquellas personas que, tras dar positivo, cumplan cuarentena en sus domicilios. El protocolo pretende asegurar que estas no abandonan su residencia sin estar plenamente recuperadas; infracción castigada en el territorio con una multa de hasta 25.000 dólares hongkoneses (3.100 euros) y seis meses de cárcel.
«Tenemos que garantizar que el aislamiento domiciliario es más preciso a la vez que humano», señalaba Lo Chung-mau, nuevo secretario de Sanidad, al revelar la norma este lunes. Hong Kong ya había recurrido a pulseras similares al comienzo de la pandemia, hace dos años y medio, para rastrear a los individuos infectados.
Las autoridades de la excolonia británica han anunciado también la puesta en marcha de un sistema electrónico de códigos de salud similar al imperante en China continental. Este asigna a cada ciudadano, a partir de los movimientos registrados en el teléfono móvil, una de tres categorías reflejadas en el color del código QR que el portador debe mostrar para acceder a cualquier espacio público o local comercial. Rojo para infectados, amarillo para contactos próximos y verde el resto.
Instituciones internacionales han criticado esta plataforma por suponer una invasión de privacidad y una poderosa herramienta en manos de un régimen autoritario. Las recientes manifestaciones en la provincia de Henan representan un ejemplo apropiado. Allí, cientos de personas vieron cómo sus códigos cambiaron de improviso a rojo, de modo que las restricciones a la movilidad les impidieran participar en las protestas ciudadanas motivadas por la congelación de los fondos de cuatro bancos rurales.
Más vuelos
Esta nueva estrategia refleja cómo Hong Kong sigue peleando contra la pandemia mientras muchos otros países comienzan a abandonar todo tipo de restricciones ante la elevada tasa de vacunación y las infecciones generalizadas. El territorio todavía mantiene una cuarentena obligatoria de siete días para todos aquellos pasajeros procedentes del extranjero.
En paralelo, sin embargo, también ha comenzado a incrementar su conexión con el resto del mundo, a partir de decisiones significativas como la retirada la semana pasa del sistema de suspensión de vuelos. Este limitaba los trayectos de las aerolíneas que superaban una cuota de infecciones, política que ha causado «molestias innecesarias» y pocos beneficios, según admitieron las propias autoridades.
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Se trata del primer cambio de estrategia comandado por el nuevo jefe del Ejecutivo local, John Lee, quien juró el cargo el pasado 1 de julio ante el líder chino Xi Jinping. Una de las prioridades de su Administración consiste, precisamente, en retomar la movilidad ordinaria con el continente, suspendida desde el comienzo de la crisis sanitaria. Un ejemplo más de que todo lo que se le hace al virus se le hace, en realidad, a las personas que lo portan.
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