Los cardenales: «Esperamos tener Papa por mucho tiempo, esto no es un precónclave»

El Papa está convencido de que no se reforma la Iglesia a base de decretos, sino con la vida diaria, pues no sirve de nada cambiar la estructura si no cambias la cultura. Por eso, según explicó a la salida del consistorio el cardenal Rodríguez Maradiaga, el pontífice invitó a los casi 200 cardenales y altos cargos de la secretaría de Estado vaticana que asistían a la reunión, a que «hinquen el diente» al texto para «llevarlo a la práctica».

Los cardenales se reunieron distribuidos por grupos lingüísticos de unas quince personas una hora por la mañana y otra por la tarde. La idea era que expusieran sin filtros tanto los aciertos como las dificultades que supone la reforma. Cuando terminaron, un representante de cada idioma resumió las conclusiones ante el Papa y los demás participantes, y se dejó espacio para las intervenciones libres.

Juan José Omella, presidente de la Conferencia Episcopal Española, explicó a ABC a la salida de la cumbre que «va todo de maravilla, hay mucha sintonía pues los cardenales son buenas personas y coincidimos».

El Papa les propuso reflexionar en primer lugar sobre el preámbulo de la constitución, que da el marco teológico a las reformas. «Ahí se insiste mucho en que la Iglesia y todas sus estructuras están para evangelizar y anunciar a Jesucristo, y no para fiscalizar o imponer cosas a los católicos», explicó Omella. «Esta idea debe aplicarse también en las diócesis y en las parroquias. Si no, no tiene sentido», subrayó el purpurado español. Añadió que el desafío es recordar a los católicos que «todos estamos implicados en la evangelización, no sólo los cardenales y los que trabajan con el obispo. También los demás sacerdotes, los padres de familia y todos los bautizados».

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«En mi grupo hemos mencionado la 'Epístola a Diogneto', (texto redactado en ambiente cristiano en el siglo II), que asegura que los cristianos están dentro del mundo, visten igual que todos, hablan igual que todos, tienen la misma cultura de todos, pero con un estilo distinto: son como el alma dentro del cuerpo», explicó el arzobispo de Barcelona, refiriéndose a la evangelización. «Eso es lo que tenemos que hacer cada uno de nosotros, sin ninguna vergüenza, pues tenemos algo que aportar», reivindicó.

Adelantó que tienen mucho trabajo por delante hasta que el martes por la tarde termine la cumbre pues deberán afrontar el resto de capítulos. «Pero cada uno intervendrá sobre lo que quiera, con total libertad. Es un encuentro fraterno, con mucha normalidad, en el que hemos podido hablar en un clima de libertad y sinodalidad», añadió Omella.

La frase más repetida del consistorio de cardenales es «esto no es un pre-cónclave». Y es cierto porque no están en periodo de sede vacante. Pero el Papa Francisco es consciente de que a lo largo de estos más de nueve años de pontificado ha nombrado muchos cardenales procedentes de diócesis poco conocidas y es una buena idea que los cardenales trabajen juntos unos días, se vean las caras e intercambien impresiones para conocerse mejor.

Por eso, la cumbre convocada por el Papa Francisco, el nombre técnico es «consistorio», no se está celebrando sólo en el «Aula nueva del sínodo», construida en la planta alta del Aula Pablo VI, donde el Pontífice tiene sus audiencias generales. Aprovechando estos días en Roma, muchos cardenales se están reuniendo por su cuenta en residencias de religiosos, restaurantes de Borgo Pío o seminarios. No son encuentros para «conspirar» en busca de futuros candidatos al papado, sino para intercambiar impresiones sobre la situación de la Iglesia en todos los continentes.

«Estar todos juntos es un regalo de Dios porque es una ocasión estupenda para conocernos. Menos mal que el Papa nos ha convocado para poder hablar de todas estas cuestiones», reconoció en perfecto español el cardenal carmelita Anders Arborelius, obispo de Estocolmo.

El cardenal Adalberto Martínez, presidente de la conferencia episcopal paraguaya explicó a ABC que el consistorio es un buen momento para «conocernos entre cardenales». «Las reuniones nos están ayudando a eso. Yo fui hecho cardenal el sábado, y vine para escuchar a los sabios. Pero no lo veo como un precónclave, esperamos tener al Papa mucho tiempo», aseguró sonriente a la salida de su primer consistorio.

También el cardenal Omella reconoció que naturalmente «el encuentro nos hace crecer en comunión y conocimiento entre nosotros». «¿Un cónclave? A lo mejor me habré muerto yo antes de que llegue», bromeó antes de despedirse para zanjar la cuestión.

En la misma línea respondió el cardenal hondureño Óscar Andrés Rodríguez Maradiaga, secretario del reducido consejo de cardenales que ha ayudado al Papa estos años a elaborar la constitución de reforma de la Curia vaticana. «Yo creo que hay mucha creatividad entre los autores de telenovelas, y esto del precónclave es una nueva telenovela barata», repitió.

Maradiaga estaba muy satisfecho de la marcha de la cumbre, pues «la mayoría de los cardenales se han expresado muy positivamente sobre la constitución, y no la consideran sólo un texto de derecho canónico sino como un espíritu, un paradigma».

«No espero que haya sorpresas durante las reuniones, aunque quizá el Papa anuncie estos días algún nombramiento como parte de su reforma, pero no lo sé», aseguró misterioso antes de marcharse.