Ayuda en burro y carreteras liberadas con las manos: la logística en el inaccesible epicentro del terremoto

Aldeas borradas del mapa, casa agrietadas convertidas en refugio y caravanas interminables para ofrecer ayuda a las víctimas

La ayuda llega a Marruecos cuando los rescates ya son un milagro

Varias personas transportan suministros a su pueblo a lomos de un burro mientras las carreteras están bloqueadas en la zona montañosa de Tizi N'Test AFP

J. J. Madueño

Enviado especial a Amerezgan

Los caminos y las carreteras están cortadas en el epicentro del terremoto. No se puede acceder. Solo se puede ir a pie. Las ayudas humanitarias que se recogen de los puestos avanzados no pueden llevarse a esas aldeas, donde la gente lo ha perdido ... todo y, en muchos casos, llevan tres días bebiendo agua de los pozos y comiendo lo poco que rescatan de los escombros.

Hace falta una maquinaria pesada que se queda atascada en carreteras con desprendimientos. Primero hay que liberar los accesos al Atlas, luego las aldeas donde se entierra con premura a los muertos para evitar que sean tomadas por el hedor a muerte.

En Tasatf dos jóvenes bajan en burro. «La carretera está cortada. No se puede continuar», señalan. Indican que van a una pequeña construcción derruida. Las cuatro paredes están convertidas en un puesto de reparto de avituallamiento. Los jóvenes llegan con los burros hasta el este punto, cargan y vuelve por el camino cortado. Es la única forma de llevar comida a las personas, algunas heridas, que quedan en la aldea.

En lo mismo que pasa en Amerezgan. Allí las maquinas tratan de liberar el camino, mientras las motos tratan de colarse. Un camión se ha quedado atascado en la subida hacia la siguiente aldea. No se puede subir más allá. Tampoco puede dar la vuelta. Un grupo de hombres se organiza para quitar un desprendimiento. Con sus manos liberan los escombros.

Allí hay muchos vecinos que empiezan a bajar en burros. Una caravana de animales sube por las curvas entre las montañas, entre los pueblos devastados, junto a los coches parados en las cunetas. Otra vez, el animal es el transporte más efectivo para atender a las personas que están aisladas por el terremoto.

Los burros van cargados de colchones para las hamacas, mantas, agua y comida. Suben para llevar abastecimiento allá donde se puede llegar. En una casa privada se ha formado un refugio. «Es segura, está bien», dice el dueño delante de las paredes agrietadas, mientras barren el suelo y los muebles de la cocina se ven desde el salón. Las vistas de la piscina es una montaña de escombros coronados por una mezquita en ruinas. Allí se reparte comida para los vecinos, pan, tayin, pastas, café, té… Es el punto dónde todos comen lo que llega cargado en burros.

Sin posibilidad de salir

Más allá las máquinas no suben. Salir del Atlas es un imposible. Un trayecto de 90 minutos se tarda más de cuatro horas junto a la montaña. La carretera está estrechada por los desprendimientos. Los camiones no tienen acceso a Tala Nyacoub, desde dónde se organiza todo para subir al epicentro del terremoto. No entran dos coches en la pista de tierra. Las piedras lo tapan.

Durante más de una hora los conductores bajan de los coches, se van al estrechamiento y comienzan a retirar todas las piedras pueden. Los que se ponen chaleco amarillo se coronan como autoridad en el Atlas. Dirigen el tráfico y dan órdenes para organizar el paso de los coches.

Los niños reparten agua a los coches y un grupo nutrido retira piedras. Lo hacen hasta que abren pasa para dos vehículos. Por ahí pasa desde un pequeño Clio hasta un camión con una excavadora. La noche se es larga, como el atasco para entrar en el Atlas para liberar a los que aún están atrapados.

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