¿Por qué 39 ºC en abril no es una ola de calor? Las viejas reglas ya no sirven
Expertos piden redefinir las alertas meteorológicas para evitar «problemas en el futuro»
Sanidad y las autonomías adelantarán los planes de prevención de altas temperaturas al 15 de mayo. Andalucía pide hacerlo incluso antes
Madrid
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Iniciar sesiónEspaña nunca había visto unas temperaturas tan altas en un mes de abril. Pero con los 38,7 ºCregistrados este jueves en Córdoba aeropuerto o los 37,1º en el observatorio de Tablada, Sevilla ciudad, técnicamente no se puede hablar ... de ola de calor. Tendrían que llegar a los 41,6º y a los 41,2º en estas ciudades respectivamente durante tres días seguidos, umbrales excepcionales incluso en julio. Sin declarar oficialmente la ola de calor, tampoco se activan protocolos especiales de Protección Civil o de Emergencias. «El verano está robando días a la primavera y, si mantenemos el concepto de ola de calor, vamos a tener problemas en el futuro», dice el meteorólogo Francisco Martín.
Los cambios en el clima derivados del calentamiento global están teniendo consecuencias directas en España. Los registros inéditos de estos días y la sequía han llevado a adelantar la campaña de incendios más de un mes este año por primera vez. Este jueves, además, Sanidad y las comunidades decidieron anticipar el plan de actuaciones preventivas frente al calor al 15 de mayo -tradicionalmente se activaba el 1 de junio-. Algunas comunidades, como Andalucía, plantearon incluso comenzar a principios de mayo.
«En el fondo, al cuerpo le da igual que la temperatura la tengas en abril, diciembre o junio. Si hay temperaturas elevadas hay que tomar medidas», explica a ABC Alejandro Conde, de la Sociedad Española de Medicina Preventiva, Salud Pública y Gestión Sanitaria. El experto ya está dando los consejos propios del verano: mucha hidratación, evitar el deporte en las horas centrales del día y especial atención a mayores, niños, embarazadas y personas vulnerables. «Todo lo que conocemos del verano hay que aplicarlo», avisa.
Hay que comenzar a ser más flexibles, desliza Martín, de Meteored y antiguo miembro de la Agencia Estatal de Meteorología (Aemet). «Cuando hay unos valores de 10, 15 o incluso 20 grados más de lo normal, sí habría una ola de calor fuera de lo meses de verano», como están empezando a definir algunos países. La idea es facilitar la toma de medidas en primavera u otoño. «Estamos entrando en una frontera desconocida», dice el experto. «Cambiar unos protocolos, unos umbrales, no es tarea fácil. Detrás hay mucha climatología y muchos usuarios para definirlo», pero apuesta por crear ya un grupo de trabajo.
«Si sabes que en verano se van a producir una ola de calor, el sistema se prepara con más tiempo», dice Conde. Pero también «tienes que ser capaz de, si se produce fuera de tiempo, activar las medidas necesarias».
Tipos de ola de calor
La Organización Meteorológica Mundial no fija una definición para «ola de calor», por lo que es tarea de cada país. En España, la Aemet la define como al menos tres días consecutivos en los que el 10% de las 137 estaciones meteorológicas superan unos umbrales de temperatura excepcionales: tienen que estar en el percentil 95 de los mayores valores registrados entre 1971-200 en julio y agosto, la época de más calor del año. Esta definición hace tremendamente complicado sufrir una ola de calor fuera del verano, incluso cuando ya puede haber algún tipo de impacto social.
«El servicio australiano tiene tres tipos de olas de calor», dice Martín, que insiste en la necesidad de enfocar la nueva definición a los impactos en el bienestar de las personas. La idea es fijar umbrales a partir de los cuales ya hay impactos en colectivos especiales como los trabajadores al aire libre, los mayores y niños, o el índice de riesgo de incendios.
Estrés térmico
El cambio climático hará más importante que nunca la comunicación de los riesgos meteorológicos. Para la investigadora Ivana Cvijanovic no solo será vital transmitir las temperaturas máximas en episodios de calor, sino también la humedad ambiente, un parámetro que puede disparar el riesgo para las personas.
Por ejemplo, durante las olas de calor en Europa en junio y julio de 2019, las mayores temperaturas se dieron en el centro y el noreste de España. Sin embargo, las condiciones más peligrosas se produjeron en Francia, Bélgica y Países Bajos, países que registraron un exceso de mortalidad de 2.500 fallecidos, según reveló ayer un estudio liderado por Cvijanovic junto con el Instituto de Salud Global de Barcelona (ISGlobal), centro impulsado por la Fundación 'la Caixa', y la London School of Hygiene and Tropical Medicine (LSHTM).
Se trata de incorporar el concepto de «estrés térmico». Las condiciones previstas el jueves para Sevilla, de unos 36 grados y humedad relativa solo del 14%, por ejemplo, requieren «precaución, pero no se considera peligroso para la mayoría de la población», explica la investigadora. «Si la temperatura fuera de 36 grados con una humedad relativa del 60%, habría sido muy peligroso», ejemplifica.
Sin embargo, en la comunicación de las olas de calor suelen mostrar solo los mapas de temperaturas máximas diarias. Y esto no refleja todo el peligro. Por ello, hacen un llamamiento a incluir también este índice, como ya hacen países como EE.UU., Canadá o Alemania. «No es una crítica a los sistema de alerta», especifica, aunque «sería útil» incorporarlo. Sobre todo porque las «olas de calor húmedo» es probable que aumenten en frecuencia con el cambio climático.
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«La humedad, la duración del episodio y las noches tropicales y tórridas habrá que considerarlas en el futuro. Sería la segunda vuelta de tuerca a la definición de las olas de calor. Hay que ir afinando», refrenda Martín.
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