Rouco: «El matrimonio recogido en el Código Civil dificulta la salida de la crisis de la familia»

La frase dura, con grandes dosis de autocrítica, y hasta si se quiere políticamente incorrecta en momentos en que los prelados deben decidir su reelección, no era más que una invitación a repensar con valentía la acción evangelizadora de la Iglesia. «La Iglesia no tiene otra cosa que ofrecer a los jóvenes y a todos los hombres de hoy sino a Jesucristo», aseveró el cardenal, para quien no se puede pasar por alto la búsqueda de sentido de muchos jóvenes ante las propuestas vacías de un mundo dominado por el relativismo, «por el todo vale» y sobre todo por las redes sociales, que ofrecen un «estilo de vida virtual, vacío paradójicamente de encuentros y de relaciones verdaderamente personales».

Frente a esta panorama, el cardenal recordó que la Jornada Mundial de la Juventud , que se celebrará en Madrid el próximo mes de agosto, es «un instrumento providencial al servicio del empeño misionero de la Iglesia en la evangelización de los jóvenes», cuyo éxito dependerá de «que la Palabra de Dios y la voz del Señor lleguen directamente al corazón de los jóvenes», a través de «la celebración de los sacramentos, el servicio a los hermanos y el encuentro con la Palabra escrita».

El segundo frente abierto para el cardenal en esta misión evangelizadora que no debe perder de vista la Iglesia es el matrimonio y la familia, una institución que sigue amenazada tras la modificación del Código Civil para equiparar las uniones homosexuales al matrimonio entre un hombre y una mujer. «La institución matrimonial reducida así a una convivencia de pareja, sobre la base del afecto, con independencia de la diferencia de sexo de los convivientes, sin relación intrínseca y determinante con las características objetivas del amor conyugal dificulta gravemente la salida de la crisis de la familia», con las consecuencias negativas que de tal situación se derivan para el bien común y para el futuro de las jóvenes generaciones», aseveró el cardenal, quien, además, recordó que « el Estado no puede sustituir, ni siquiera suplir, el papel propio de las dos instituciones básicas para el desarrollo de la persona: la escuela y la familia ».