Los primeros controles en los aeropuertos, diez meses después y solo de forma aleatoria
El primer día en vigor, la falta de comprobaciones causó estupor entre los viajeros de países de riesgo
Medidas coronavirus: ¿se podrá viajar entre comunidades?
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Iniciar sesiónAna arrastra dos maletas de grandes dimensiones por el suelo de la Terminal 4 del aeropuerto de Adolfo Suárez-Madrid Barajas. Sobre ellas, en una bolsa de plástico, guarda una carpeta con documentación preciada: el justificante oficial de un laboratorio francés que descarta que padezca ... coronavirus, una medida obligatoria desde este lunes en todo el territorio nacional para aquellos pasajeros procedentes de un país de riesgo. «Solo me han pedido que les muestre el código QR del cuestionario que hay que rellenar antes de coger un avión, pero no el papel. Imagino que ahí ya les vendrá que soy negativo», afirma, dubitativa, esta viajera con origen Toulouse y destino final Santo Domingo, sobre los controles a los que se tuvo que enfrentar al bajar de la nave, ya en territorio español.
Estos consistieron en toma de temperatura, contacto visual y control documental del formulario «online», pero ni rastro, al igual que otros muchos viajeros, de la norma impuesta por el Ejecutivo de Pedro Sánchez ocho meses después del inicio de la pandemia. Esta se realizó, al menos el primer día en el aeropuerto madrileño, de manera aleatoria. El código QR, por su parte, tan solo consiste en una especie de declaración jurada, obligatoria desde principios de julio, en la que el turista asegura que los días previos al viaje no ha tenido síntomas ni ha estado en contacto con un positivo. Nada demuestra en ese papel la veracidad del testimonio, para el que se necesita la comprobación de la PCR . De esta forma, y por los controles aleatorios, la nueva fórmula de control del Covid se convirtió en un mero cribaje a determinados pasajes.
«Me parece bien que los gobiernos tomen medidas para frenar la propagación, lo que no entiendo es que a los viajeros de paso también se nos pida. No nos vamos a quedar en Madrid, solo hacemos escala aquí», opina Ana. Por prevención y para «evitar cualquier problema», ella decidió someterse al test que, en su caso, fue una prueba de antígenos. Según cuenta, el Ejecutivo galo la autorizó hace diez días, como si de una PCR se tratase, para descongestionar los laboratorios. «Estas pruebas cuestan dinero. Si al llegar no nos las piden, no tiene sentido que las hagamos. La gente se puede arriesgar a venir sin ellas», zanja la mujer antes de emprender su camino a la zona de «salidas».
El aeropuerto de Madrid amaneció en la primera jornada de pruebas obligatorias, como viene siendo habitual desde el inicio de la pandemia, con poco tránsito. A primera hora, la mayoría de aviones que aterrizaba en la T4 procedían de territorio nacional. Los internacionales llegaban a cuentagotas dejando un escenario prácticamente desértico en la terminal que otrora aglutinaba la mayoría de operaciones.
Priscillia es estudiante de Odontología. Natural de Marsella, regresó ayer a Madrid para seguir las clases presenciales. «No me han pedido que muestre la PCR», explica la joven, en un testimonio que coincide con el de su compatriota: «Tan solo me han tomado la temperatura con las cámaras». A ella le solicitaron la prueba antes de subirse al avión, en Francia. «La mayoría de gente la llevaba hecha, pero hubo quien se tuvo que dar media vuelta», cuenta. Como todos los demás, rellenó por Internet el formulario en el que garantizaba que no había sufrido tos, fiebre u otras dolencias asociadas al patógeno y que tampoco había estado ingresada en las dos semanas anteriores. «No sé si hay gente a la que le piden el justificante. A mí ni siquiera me han exigido que muestre el código QR», concluye.
«En Francia es gratuita»
Con esta versión coincide Aurélie, procedente del mismo lugar. «En Francia, la prueba es gratuita, la cubre la Seguridad Social. No me han pedido que enseñe nada», manifiesta. En su caso, agentes de la Guardia Civil la pararon para preguntarle el origen del vuelo y le dejaron continuar sin mostrar ningún tipo de documentación. «Me parece bien que la exijan como forma de controlar el virus, lo que no entiendo es que sea obligatoria pero al llegar aquí no nos la miren. Solo la he enseñado antes de subirme al avión en Francia», dice ella, tras salir de la zona de recogida de equipajes, controlada por la Benemérita.
A pesar de los testimonios, tener la PCR negativa y poder acreditarlo es ya una exigencia del Gobierno central para turistas procedentes de 65 países. La medida se hizo esperar, tras meses de negativas a las peticiones de algunos presidentes regionales, y se suma a las impuestas para tratar de frenar la transmisión del Covid-19 . Los viajeros tendrán que someterse a ella 72 horas antes de pisar España, ya sea vía marítima o aérea, y, en caso de no hacerlo, se enfrentan a una multa de hasta 6.000 euros, además de realizarse a una prueba de antígenos.
El listado de países afectados, que se revisará cada quince días, se publicó en el Boletín Oficial del Estado (BOE) el 11 de noviembre. Se consideran de riesgo aquellos que, dentro de la Unión Europea (UE), superen los 150 casos por 100.000 habitantes. Entre otros, incluye a Francia, Alemania, Grecia, Eslovenia, Italia, Luxemburgo, Portugal, Malta y Países Bajos. Fuera de la UE, algunos de los afectados son Colombia, Costa Rica, Emiratos Árabes, Estados Unidos, Jordania, Marruecos, Puerto Rico, Reino Unido y Argentina . La ministra de Asuntos Exteriores explicó, durante la presentación de la iniciativa, que recomendaba a las aerolíneas verificar si los pasajeros cumplen la nueva medida antes de subirse al avión. En muchos casos, este lunes, este fue el único punto donde se lo requirieron.
Prueba o cuarentena
Verónica es del último país citado, Argentina. A ella y a sus compañeros de aeroplano, a diferencia de lo sucedido con los llegados de Francia, sí les pidieron el resguardo. «Me han sorprendido para bien las medidas. Hace dos meses vine por última vez y ahora veo más seguridad, gente controlando y medidas higiénicas», subraya la mujer. «Toda iniciativa es buena. No queda otra. Me parecía raro que muchos países lo pidieran y aquí todavía no fuera obligatorio», prosigue: «Cualquier persona podía venir contagiada, así al menos te aseguras de que no lo hacen».
En el banquillo contrario, en el de los viajeros que no se ven implicados en este requisito, se encuentra el chileno Robinson. «Pensé que para nosotros también era obligatorio. No entiendo que nos dejen fuera. Para entrar a Chile te obligan a hacértela y, si no la llevas, tienes que guardar cuarentena», explica, convencido de que así debería ser en todos los territorios.
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