La pobreza de tener cáncer: «He tenido que elegir entre pagar facturas o comprar medicamentos»
Un diagnóstico puede aumentar los gastos de una persona hasta en 9.000 euros, además de suponerle una disminución de sus ingresos
De derecha a izquierda: Cristania, Carlota y Antonia
Cuando Carlota Alexandre fue diagnosticada de cáncer de ovario en plena pandemia, el mundo se le cayó encima. Acostumbrada a trabajar intermitentemente como camarera de piso, aunque estaba muy preocupada por la enfermedad, también tuvo que hacer frente a una situación económica dramática. ... En tratamiento, sin ningún tipo de ayuda, con una hija adolescente a su cargo, ahora echa la vista atrás y recuerda cómo tuvo que escoger entre comprar menos comida o pagarse una caja semanal de óvulos que no cubre la Seguridad Social pero le recetaba su oncóloga . «A mí gastar 19 euros a la semana me parecía todo un lujo para mi economía», rememora ahora. Entonces cayó en una pequeña depresión provocada por la ansiedad de lo que tenía que hacer frente: «Estás en alerta y te ves en la necesidad de escoger entre pagar facturas o comer y piensas '¿qué hago?'».
Carlota es solo una de aquellas 130.000 personas que han sido diagnosticadas con algún tipo de cáncer en los últimos cinco años y que se encuentran en situación de vulnerabilidad, según un informe de la Asociación Española Contra el Cáncer (AECC) titulado 'Pobreza, Covid y cáncer: un triple frente para los más vulnerables '. Un diagnóstico de este tipo aumenta los gastos hasta en 9.000 euros y disminuye, al mismo tiempo, los ingresos de estos pacientes y de sus familias, informan desde la organización.
De estas personas en situación de vulnerabilidad, el 32% tiene reconocida una incapacidad temporal o baja médica, lo que supone un 25% menos del salario mensual. El 12% de quienes se encuentra así son autónomos, a los que al cotizar el 80% por la base mínima, pueden quedarles alrededor de 400 euros al mes . Otro 11% se encuentran o en situación de desempleo o en ERTE, y el 28% restante su actividad se encuentra vinculada a la economía sumergida o fuera del mercado de trabajo regular. Con estos datos sobre la mesa, para muchas personas «la enfermedad pasa a situarse en un segundo plano, cuando debería ser el principal», cuenta Teresa López-Fando, coordinadora de Programas y Servicios de la AECC.
Carlota todavía no ha podido recuperar su vida anterior y lamenta que pequeñas acciones como ponerse una camiseta le resulte aún hoy misión imposible. Esto le impide a corto plazo recuperar su puesto de trabajo, en el que viste uniforme. «Ahora tengo que esperar dos años para que me reconozcan la minusvalía, y es terrible, porque algunas personas que tenemos cáncer no llegamos a vivir ni siquiera ese tiempo», expone sobre la cantidad de trámites administrativos a los que, además, tienen que hacer frente los enfermos. Desde la AECC, que celebra hoy su día de la cuestación en 12 comunidades autónomas, el cáncer agrava la situación crítica de colectivos previamente vulnerables y puede llegar a empobrecer a quien antes no se encontraba en esa situación. Desde diciembre de 2020, según sus propios datos, un 37% de los pacientes han visto empeorada su situación económica, y hasta un 16% de ellos ha empeorado tanto que ha tenido que realizar recortes severos, contraer deudas o solicitar ayudas económicas y todavía no se han recuperado.
A Antonia Siquier, que trabajaba de cocinera cuando le anunciaron que tenía cáncer de páncreas, la baja no le daba para llegar a final de mes. A pesar de que un nutricionista de la asociación le recomendaba tomar proteína como carne y pescado, ahora recuerda que «muchas veces» no pudo comprarlas . «No he pasado hambre pero sí que he tenido que adquirir una comida más económica», dice ahora, ya curada totalmente. El 75% de la paga que recibía los primeros seis meses y el 50% que le ingresaba el Estado desde entonces no le bastaba con los pocos ahorros que tenía, y para salir de esa situación le resultó imprescindible el apoyo recibido, tanto económico como de otros recursos, por parte de la AECC.
La enfermedad de su madre cambió por completo la vida de Cristania Campos, que perdió incluso su trabajo para poder atenderla. En su caso, necesitaban comprar cremas para las varices y hemorroides que no cubre la Seguridad Social, y ahora recuerda cómo tenían que incluso espaciarlas para intentar alargarlas lo máximo posible. «A los seis meses, cuanto agoté la prestación por desempleo todo se complicó», y a día de hoy, medio año después de fallecer su madre, aún no ha podido encontrar trabajo de nuevo.