El Papa afirma que «podemos ser felices» a pesar de los «peces malos» en la Iglesia
Benedicto XVI revivió desde la ventana de su apartamento la emoción del primer día del Concilio Vaticano II
juan vicente boo
En tono familiar y como reflexionando en voz alta, Benedicto XVI revivió este jueves por la noche desde la ventana de su apartamento la emoción del primer día del Concilio Vaticano II cuando, al atardecer, «yo también estaba en esta plaza ... mirando hacia la ventana a la que se asomaba el buen Papa Juan XXIII y nos dirigía palabras inolvidables, llenas de poesía y bondad, palabras del corazón».
El recuerdo vital de Joseph Ratzinger es que «Éramos felices. Diría que estábamos llenos de entusiasmo». Al cabo de los 50 años transcurridos desde entonces, «seguimos siendo felices y llevamos la alegría en el corazón, pero es una alegría más sobria, una alegría humilde».
Esta nueva actitud es fruto de que «hemos aprendido y reconocido que el pecado original existe, y se traduce siempre en pecados personales que pueden crear incluso estructuras de pecado».
En una referencia implícita a los abusos sexuales, el Santo Padre añadió: «Hemos visto que en el campo del Señor hay también cizaña, que en la red de Pedro hay también peces malos . Hemos visto la fragilidad humana dentro de la Iglesia; que la nave de la Iglesia navega con el viento contrario, y que las tempestades la amenazan».
Eran palabras serias, consideraciones duras y realistas, totalmente alejadas del triunfalismo o el burocratismo falso. Pero el Papa cambió el tono para recordar que Jesucristo está siempre junto a esta nave, aunque no se le vea, y que el fuego del Espíritu Santo «no es un fuego devorador y destructivo sino un fuego silencioso. Es una pequeña llama de bondad y de verdad que transforma, da luz y calor».
Por todos esos motivos, «podemos ser felices también hoy, pues la bondad de Cristo no se apaga y es fuerte también hoy». Al final, parafraseando las palabras de Juan XXIII, el Papa se despidió de la multitud de fieles con antorchas diciéndoles: «Volved a casa, dad un beso a los niños y decidles que es de parte del Papa».
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