Ibiza en busca de la fiesta perdida: la isla inaugura el regreso de los eventos masivos con permiso del Covid
ABC se cuela en Pacha y redescubre la magia del sanctasanctórum del ocio nocturno
Las cifras tras la reapertura del ocio nocturno en Ibiza: entradas a 80 euros y copas a 17
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Iniciar sesiónMi amiga Berta me dio el mejor consejo para ir de discotecas a Ibiza: «Quédate cerca de la puerta del baño y observa». Jamás en mi vida vi derrochar más dinero. Ni tanta gente guapa por metro cuadrado. «Yo no disfruto el momento. ... Yo recupero el tiempo perdido», grita una 'guiri' en éxtasis cuando se abre la veda. Esta semana ABC me llamó y me dijo: «¿Te animas a irte de marcha?». Yo ya no estoy para estos trotes pero presumo de mi pasado en la 'terreta valenciana' chapando discotecas de la extinta ruta del Bakalao. Faltan tres días para la vuelta de Pacha Ibiza después de dos temporadas de inanición por la pandemia y el 'opening' del viernes 29 de abril promete ser antológico. Se abren las puertas de la capital mundial de la fiesta y yo no tengo entrada. Todo vendido desde hace un mes y lista de espera. Gracias a Paloma me cuelo 'in extremis' en el club de las dos cerezas, aunque sin fotógrafo. Ahora sí, estoy dentro de la farra planetaria 'pospachandémica' y qué mejor forma de celebrarlo que rompiendo la lactancia después de seis años.
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Ibiza es esa isla de 41 metros cuadrados por 15 de ancho donde encuentras a 24 de los 25 DJ más importantes del mundo pinchando a 150.000 euros la noche. Unos 30.000 'clubbers' aterrizan este fin de semana en aviones a reventar para correrse la juerga del siglo en alguna –o todas- las fiestas de apertura sin restricciones. Pacha, Hï, Amnesia, Eden, Es Paradis y BCD10 abren a contrarreloj aunque con una gran ausente. Privilege, la más grande de mundo, afronta su tercera temporada cerrada.
La despedida de soltera de Esperanza empieza al revés que 'Resacón en Las Vegas'. Sus amigas han perdido a la novia antes de la farra. El 'overbooking' ha estropeado el plan, la paella en la playa y la fiesta nocturna. No hay asiento en el vuelo de Palma a Ibiza a las doce ni a las cinco. Lloriquea tirada en el aeropuerto con un bodi lencero blanco y una chapa que pone 'Bride'. Ella, como su nombre, no pierde la ídem de llegar a Pacha esta noche. Aún no lo sabe, pero lo va a conseguir.
Sin rastro de la pandemia
Son las doce de la noche y la vida en la isla se divide entre los que tienen entrada (por 80 euros) y los que no. La cola ya rodea todo el chaflán y Marcelo y su gente de seguridad comprueban con esmero las identificaciones y contabilizan el aforo, mientras sofocan los empujones de impaciencia.
Dentro hay transalpinas esculturales, 'motomamis', leyendas del 'fitness', viejas glorias con pedigrí y bolsito con cadena. Una de las dificultades en el local es distinguir a las clientas de las gogós cuando las últimas no están en la tarima.
Recorro las 16 o 18 barras y conozco a Jason , que ve los árboles de la terraza como un cuadro de Van Gogh, y paga chupitos a todo aquel que se acerca a un radio de cinco metros para olvidar a Lucía, su ex. También está Adam , un búho con capucha que ha venido solo de Eslovaquia aunque el viaje que buscaba es el que ahora le acaba de pegar. Severo es un diseñador alemán de 25 años con mallas de piel de serpiente y camiseta naranja sentado sobre su novio Ken. Están celebrando el 30º cumpleaños de su hermana Sasha , una oriental de revista con los pómulos a punto de nieve que no recuerda su edad.
Nadie quiere hablar de dinero, quiere gastarlo. Desde una copa a 17 euros hasta dejarte un riñón por una barra libre exclusiva en la terraza o por un reservado en el gallinero al lado del pinchadiscos.
Pacha es ese lugar donde no parece que ayer nos devastó una pandemia. La confirmación de que la gente quiere intercambiar fluidos, ir sin mascarilla y reinaugurar los felices años 20 . El lugar donde la música rebota en tu pecho como cosquillas de felicidad o donde te cruzas con Pocholo en el jardín o con el hijo de un empresario de una conocida aerolínea.
DJ Solomun en la pista
Toca Solomun, DJ de fama mundial, productor musical y residente en la cabina de Pacha, que ahora no está en los cielos sino en el centro de la pista. No es Chimo Bayo pero me vale. ¡Huha! Son las dos de la mañana y me deslizo por pasillos, zonas de acceso restringido y llego a la lavandería de vasos. Hasta tres veces intento entrar a la cabina de Solomun pero ya es imposible llegar. Estamos tan pegados que mis pies levitan. Estoy de acuerdo con Ricardo Urgell, creador de Pacha y arquitecto de esta fiesta que conocemos hoy en día: los jóvenes ya no bailan, sólo levantan los brazos.
Pacha es ese lugar donde te metes en un aseo mixto y sales con tu carta astral después de que un vidente de cartón piedra metido en una cabina te eche las cartas. Mi fortuna dice que hoy no estoy consiguiendo «balancear el tiempo con mis amigos y el trabajo» y que «mi diversión consiste en no tener obligaciones». Sujétame el cubata, lince, que se me cae el boli.
Son las cuatro de la madrugada y la cola para entrar es eterna. Fuera esperan como pirañas a que te pires. Uno sale, uno entra. No hay cuño y ya no puedes volver a pasar. Me siento en una poyata al lado del chico aburrido. Es Félix , posiblemente el británico más cuerdo de toda la Isla. «Estaba pensado que la gente aquí es una especie de clubbers profesionales, hay menos gente joven que venga aquí con poco dinero y dándole igual todo. Aquí es como si invirtieses en algo, eres parte de una comunidad. Aquí saben qué quieren conseguir y lo quieren conseguir. Mucha gente quiere pagar 11 euros por una cerveza para estar aquí y no les importa». Tiene 21 años y sus amigos están en la «zona de guerra, aunque estos días no queda bien llamarlo así». Estarán de fiesta hasta el lunes porque su hermana se va a casar y está celebrándolo con amigos. Es el más joven y el más cabal. ¿La edad media de la gente que está aquí? «Creo que unos 25», calcula a ojo.
Carlos opina, como Gaudí, que ser original es volver al origen . A este madrileño de 25 años, le llamó el «desgraciao» de su mejor amigo hace un mes. «Tengo dos entradas para Pacha». Acodado en la barra sólo busca «una fiesta como la antes» aunque le da miedo que haya un efecto botella de champán y 2022 y 2023 se convierta en la época del desfase.
Más de dos mil puestos de trabajo
El ocio nocturno es la gallina de los huevos de oro. Genera 2.100 puestos de trabajo directo y 700 indirecto, independientemente de lo que se mueve alrededor. Los empresarios baleares, que han sufrido las mayores restricciones del país por la pandemia, temían hacer daño a una marca tan potente como la marca Ibiza, por eso pusieron el freno de mano hasta hoy. «Tenemos que ayudar a Ibiza, han sido años malos, por eso hemos adelantado dos semanas la reapertura », reconoce José Luis Benítez, gerente de la asociación de Ocio nocturno de Ibiza. La hegemonía como capital mundial de la fiesta no está en entredicho.
Dicen que el sitio más tranquilo para hacer una llamada es la tienda, apodada 'el locutorio'. Marisol vende abanicos, llaveros, pegatinas, mecheros, la clásica camiseta y unos tapones en cajitas que se venden como churros por 4,95 euros. ¿Se tapan los oídos? Qué va, los tiran para guardar sus cosas ahí. Al final Javi no se compra el casco con las cerezas. Los 209 euros que cuesta le parecen un poco caro, sobre todo teniendo en cuenta que no tiene moto. Es vecino del barrio y dice que aquí se siente como en casa. «Lo bueno es que han mantenido a todo el personal», 180 trabajadores entre camareros, staff, limpieza, bailarinas... El sábado va a Ushuaïa y Hï y el domingo a Es Paradis pero «la magia de Pacha no la tiene ninguna».
Llega el momento de cruzar el Rubicón. «No hay cuño». Si te vas no puedes volver a entrar. Yo salgo y entra ¿Esperanza? La novia de 'Resacón en las Vegas' llegó a su despedida. Cuenta que de milagro quedó libre un asiento en su vuelo. ¿Preparadas para ser unas perras? Salgo a la calle con mi tarjeta de tarot en la mano que me vaticina un golpe de suerte esta noche mundano. En efecto, encuentro un taxi para volver al hotel.
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