Suscribete a
ABC Premium

La triste historia del hombre que murió de hipo

El último libro de Juan Martínez Hernández, médico especialista en Medicina Preventiva y Salud Pública, recopila casos clínicos, anécdotas, y una fuerte crítica a los errores del sistema sanitario de España

FOTOLIA

J. G. S.

«Mi vecino de Italia era un señor amable, sencillo, de pocas palabras pero las justas, que te saludaba (buon giorno) con su voz de tenor y las manos cruzadas a la espalda. Su presencia era necesaria y no solo porque se ocupase de todo, ... de que la calefacción funcionase, de que el ascensor estuviera en óptimas condiciones. Su presencia era necesaria porque él era imprescindible , una de esas personas buenas que, sin ser invasivo ni simpático, te hacía sentir bien, se hacía querer por todos y te era necesario. Una tarde, después de la playa, se presentó en casa la hija del, llamémosle, señor Mora. Sin atisbo de miedo pero sí algo inquieta, me venía a comentar algo que le pasaba a su padre con frecuencia e intensidad creciente y hoy de manera molesta. Su padre tenía hipo. Por mi insistente consejo acudieron al médico, en lugar de tomar remedios de parafarmacia , y éste a su vez, después de la segunda visita (el hipo volvía), le solicitó una ecografía. Tras semanas de demora , la ecografía no aportó ningún dato destacable. Y aquí comienza el peregrinar de nuestro señor Mora, de médico en médico, de urgencias en urgencias, porque el hipo no se iba. Después de meses, un TAC informó de la presencia de un pequeño bultito en la cabeza del páncreas y, esta vez sí con celeridad, se le intervino por vía endoscópica para resecar un ampuloma (un turmo). Biopsia extraviada, más demora, resultado final, maligno, hay que operar de nuevo al señor Mora, solo que el señor Mora a esas alturas ya no estaba, porque falleció, con su hipo terrible que lo acompañó hasta el final.Me pregunto si en nuestro país no puede pasar que síntomas menores o en apariencia banales tarden en ser destacados por los clínicos como signos de alerta. Me pregunto si una puebra de imagen inicialmente negativa no disuade también en nuestro entorno de hacer otros estudios y sirve para tranquilizar y tranquilizarnos sin más, con ominoso resultado. Me pregunto, en fin, si no puede suceder también entre nosotros que demoras injustificadas hagan imposible dar una alternativa a nuestros pacientes».

Artículo solo para suscriptores

Esta funcionalidad es sólo para suscriptores

Suscribete
Comparte esta noticia por correo electrónico
Reporta un error en esta noticia