La Cumbre del Clima ultima una hoja de ruta para una economía baja en carbono

El nuevo borrador elimina cualquier referencia a un hito intermedio en el camino de la reducción de emisiones. L a opción defendida como línea roja por la Unión Europea de que en 2050 las emisiones se redujeran entre un 40-70% sobre el nivel de 2010 ha desaparecido del texto y también cualquier referencia a ese año. Lo que se dice ahora es que las Partes acuerdan alcanzar el pico de emisiones de gases de efecto invernadero «lo antes posible» -reconociendo que alcanzar ese pico costará mas tiempo a los países en desarrollo-, y llevar a cabo reducciones rápidas después para alcanzar la «neutralidad en emisiones en la segunda mitad del siglo».

Una de cal y otra de arena, porque en el objetivo del acuerdo queda incluido ahora «contener el aumento en la temperatura global por debajo de los 2ºC sobre el nivel preindustrial y continuar los esfuerzos para limitar ese aumento en 1,5ºC». Se daría respuesta así a una de las grandes demandas de los países menos desarrollados y pequeños Estados insulares que ven en esta cifra la diferencia entre vivir por encima o por debajo del nivel del mar. En este sentido, en las decisiones que deben desarrollar el acuerdo se invita al Panel Intergubernamental del Cambio Climático (IPCC) a elaborar un estudio técnico en 2018 sobre los impactos de un calentamiento de 1,5ºC y las sendas de reducción de emisiones que serían necesarias para lograrla.

Asimismo, el texto propuesto recoge revisar las contribuciones nacionales de reducción de emisiones en 2019 y actualizarlas en 2021. A partir de ahí se entraría en un sistema de revisión ordinaria cada cinco años.

En cuanto a la financiación, el otro gran caballo de batalla, queda también recogido en el objeto del acuerdo -lo cual imprime mayor fuerza-, hacer que la financiación fluya de forma consistente con la reducción de emisiones necesaria. Se fija un suelo de 100.000 millones de dólares a partir de 2020, que será movilizado solo por los países en desarrollo, y se propone mejorar la previsibilidad de esos flujos para lo cual los países desarrollados comunicarán cada dos años qué cantidades tiene previsto aportar. En cualquier caso, la aportación de los países en desarrollo será voluntaria.

Tras una primera lectura de este «penúltimo documento», como lo llamó el propio Fabius, Teresa Ribera, directora del Instituto para el Desarrollo Sostenible y las Relaciones Internacionales (IDDRI) y ex secretaria de Estado de Cambio Climático, explica que este borrador «contiene todos los elementos relevantes para garantizar que se cumple inicialmente el objetivo de 2ºC y 1,5º posteriormente : un objetivo temporal, la confirmación de que las contribuciones actuales son insuficientes y hay que revisarlas, y un mecanismo para aumentar el nivel de compromiso». Se trata –añadió– de un sistema de cooperación internacional hacia una economía baja en carbono». A su juicio, si se mantienen estos términos va a servir para «orientar toda la acción internacional en materia de cambio climático a partir de ahora». Por su parte, Floren Marcellesi , eurodiputado de Equo y portavoz de Los Verdes Europeos, dijo que «este texto ha mejorado pero hace falta más ambición».

Se trata de un borrador que los delegados ya están estudiando para presentar sus soluciones a las cuestiones que quedan abiertas –ya solo quedan 48 corchetes y 13 opciones abiertas– al presidente de la COP21, que ha marcado unos tiempos muy estrictos y ha anunciado texto definitivo para el sábado por la mañana. Estamos más cerca de que «el mundo se dote de un acuerdo jurídicamente vinculante, justo y duradero» , dijo Fabius.