Así consiguen los europeos tener horarios racionales
la mayor parte de los horarios en Europa siguen estando marcados por las empresas
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Un trabajador camina por la zona financiera de Londres
Reino Unido
La tradicional jornada laboral británica iba de 9 de la mañana a 5 de la tarde, pero ha cambiado y ahora comienza a las 8,30 de la mañana y concluye a las 5,30 de la tarde. La mayoría de los empleados comen en el propio puesto de trabajo, entre las doce y las doce y media, algunos incluso lo hacen ante sus ordenadores. No es una comida fuerte como en España, sino un sandwich o una ensalada, porque la comida principal es la cena.
El Reino Unido tiene el huso horario de Canarias, una hora menos que en la España peninsular . Los británicos se levantan como media a las 6.40 de la mañana, cenan a las ocho de la tarde (hora y media más tarde que hace una década). Se acuestan entre las diez y media y las once (equivalentes a las once y media o doce españolas).
Como media están en sus puestos de trabajo cinco horas más cada semana de lo que establecen sus contratos, informa Luis Ventoso.
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París
En Francia, los horarios oficiales de apertura y cierre de los comercios son de 10 de la mañana a 7 de la tarde, seis días a la semana. Pero hay muchas excepciones y derogaciones, de la más diversa naturaleza.
De la OCDE al FMI, numerosas instituciones han aconsejado a Francia, en muchas ocasiones, liberalizar los horarios de apertura del comercio. En vano.
En París, se aceptó, hace poco menos de un año, la apertura dominical de centros comerciales en zonas turísticas específicas. Algún tipo de comercio (tiendas de comestibles, incluso librerías) tienen autorizaciones especiales para poder abrir, en algunos barrios, hasta las 10 de la noche, seis días a la semana.
En la periferia y algunas zonas comerciales específicas, super e híper tienen autorizaciones especiales. Durante las épocas de saldos, la apertura y cierre pueden «liberalizarse» temporalmente una o dos horas.
Numerosos intentos de liberalización total o parcial han chocado siempre con el corporativo sindical o gremial, las burocracias ideológicas de distinta obediencia, informa Juan Pedro Quiñonero.
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Portugal
Portugal comparte con Reino Unido y las islas Canarias el mismo huso horario desde 1972. Fue entonces cuando decidieron evitar los «efectos nocivos» para el hombre si se adelantaban 120 minutos las agujas del reloj solar y biológico. El archipiélago de Madeira forma parte de esta franja, mientras que en las islas Azores rige una hora menos.
El denominado Tiempo Universal Coordinado se traduce en un horario comercial y empresarial que se extiende hasta las seis de la tarde por regla general, con los hipermercados y las zonas turísticas (la Baixa lisboeta constituye un ejemplo paradigmático) como excepciones.
Hacer la compra es algo que puede realizarse desde las 8.30 de la mañana y la apertura de las cocinas de los restaurantes no suele prolongarse más allá de las 14.30.
Cuando los portugueses citan a alguien a «primera hora de la tarde», se refieren a las 3, no a las 5, tal cual se ha generalizado en España.
Resulta una misión imposible encontrar a alguien en una oficina o en una institución después de las 18.00 y cenar requiere darse prisa porque las admisiones dejan de materializarse después de las 10 de la noche, informa Francisco Chacón.
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Una tienda en la plaza de España en Roma
Italia
Italia ha sido hasta ahora uno de los países más rígidos en el campo laboral. Se empieza a cambiar de mentalidad, porque, como ha dicho el ministro del Trabajo, Giuliano Poletti, «el horario de trabajo es un parámetro viejo». Por ahora, se mantiene la semana laboral de 40 horas , y son las empresas, según los convenios colectivos, las que fijan los horarios de los trabajadores. Menos del 50 por 100 de las empresas ofrecen mínimos instrumentos de flexibilidad horaria: Solo se da la posibilidad de variar el horario de entrada y salida del trabajo, mientras que solamente el 15 por 100 de las empresas permite coger un día libre si ha acumulado horas de trabajo en otras jornadas.
La necesidad de un cambio en los horarios fue planteada recientemente por el ministro de Trabajo Poletti: “Tengo la convicción de que está cambiando el papel del trabajo en la vida de las personas. Durante muchos años, los ritmos biológicos y de vida se han sometido a los tiempos del trabajo, a los horarios fijos, pero hoy las tecnologías nos permiten más libertad; el trabajo es un poco menos de cesión de energía mecánica por horas (en cambio de dinero) y siempre más resultado. Tendremos que imaginar contratos en los que no haya como única referencia la hora de trabajo, sino la medida de lo que se aporta a una obra. La hora de trabajo es un parámetro viejo» , explicó el ministro Poletti. Los sindicatos protestaron por las palabras del ministro de Trabajo, recordándole, como hizo la líder de la CGIL,
Susanna Camusso, que «la mayor parte de las personas hace un trabajo fatigoso: en las cadenas de montaje, las enfermeras en los hospitales, la recogida de cosechas en los campos…».
Barilla, un modelo
Teniendo en cuenta los cambios que las nuevas tecnologías están introduciendo en el mundo laboral, el gobierno italiano aprobó el 29 enero 2016 un proyecto de ley sobre el «trabajo inteligente», el desarrollado en casa mediante ordenador: «El trabajador tiene derecho a recibir un tratamiento económico y normativo no inferior al de sus colegas que realizan el mismo trabajo», precisa el proyecto.
Algunas empresas italianas han puesto ya en práctica este modelo, destacando entre ellas Barilla, multinacional del sector alimentario: Hasta hoy, sobre un total de 1.600 trabajadores de Barilla, 1200 (el 74 %) han tenido la oportunidad de trabajar en casa, y para el 2020 podrán hacerlo prácticamente todos los empleados, según explicó el pasado 23 de febrero en un comunicado la empresa Barilla, informa Ángel Gómez Fuentes.
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Vista del Centro de Negocios Internacional, también conocido como Moskva City
Rusia
Por lo general, el horario de trabajo en Rusia es de 9 de la mañana a seis de la tarde. Con una hora por medio libre para comer.
Los pocos que pueden comen en casa, si viven cerca, pero la mayoría se llevan la comida, van al comedor de la empresa (en Rusia existen en todos los lugares de trabajo desde la época soviétia) o acuden a restaurantes cercanos, informa Rafael M. Mañueco.
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Un trabajador en una obra en Frankfurt
Alemania
El vicecanciller alemán y ministro de Economía, Sigmar Gabriel, recoge personalmente a su hija en el kindergarten casi a diario a las 16.00 horas. Más tarde de esa hora, el sector público apenas trabaja. No se considera un asunto de conciliación, sino de cultura laboral. La pausa para comer dura media hora y con eso se cumplen cómodamente las 35 semanales. Para casos excepcionales, existen iniciativas como la del Ayuntamiento de Munich, Eltern-Kind-Zimmer (Espacio padres-hijos), una zona de juegos para los niños adjunta a las oficinas para horarios extraescolares. Muchas empresas privadas disponen también de áreas «coworking», muy útiles para padres de niños de entre 6 y 12 años de edad, cuyos horarios escolares terminan a menudo a las 13.00 e incluso a las 12.00, informa Rosalía Sánchez.
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