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Carlos Herrera: «El juicio de ser padre no depende del número de personas que te conozcan»

El locutor comparte con ABC que durante el Día del Padre se reencontrará con Alberto y Rocío, ambos estudiantes fuera de Sevilla, e irán a «tomar un vasito a alguna parte» de esa ciudad que aman

Desdeña ser un padre diferente por su estatus profesional y relevancia social: «Para mis hijos, su padre no es el que escuchan, sino el que ven en casa y les hace de comer»

La foto cedida por Carlos Herrera a ABC tiene cinco o seis años, confiesa el locutor, quien aparece flanqueado por su hija Rocío y su hijo Alberto, de 22 y 24 años, respectivamente ABC

E. MONTAÑÉS

A Carlos Herrera (Cuevas del Almanzora, Almería, 1957) le pueden escuchar cada día de 6.00 a 12.00 en la Cadena COPE . Hoy ABC le llama en la piel de un oyente anónimo interesado en qué va a hacer el Día del Padre. «A Alberto y Rocío , cuando llegan a Sevilla, porque ambos están estudiando fuera, hay que atarlos en corto. Rocío es más casera, pero puede traerse fácilmente diez amigas a casa y hay que hacerles de comer, yo encantado, puesto que son niñas a las que conozco casi desde que nacieron». El periodista almeriense está deseando salir este 19 de marzo con sus hijos a tomar «un vasito a alguna parte» de la ciudad hispalense donde reside y que tanto le ha dado.

«¿Cómo se define como padre?» . A veces, las preguntas sorprenden a los preguntadores, a los más duchos con los interrogantes y a los que mejor se manejan a la hora de indagar en el entrevistado. Incluso personas con tanta locuacidad al «aparato» de las ondas no encuentran la palabra idónea. «Déjame pensar», demanda el avezado locutor. Tras ese silencio que sería agónico en la radio, y que él cortaría con una guasa de esas que llevan el santo y seña de Herrera, se suelta: « Soy un padre cordial, instructivo, afable, acogedor, pero no pretendo ser amigo de mis hijos ».

«Soy un padre cordial, instructivo, afable, acogedor, pero no pretendo ser amigo de mis hijos»

Alberto Herrera Montero nació en 1992, dos años después lo hizo Rocío Herrera Montero que ha adoptado el segundo apellido de su padre, el locutor, para hacer sus pinitos como modelo profesional. Rocío Crusset es, como su hermano, producto de una educación acuñada por sus padres en el modelo del «binomio esfuerzo-rendimiento». «Ambos se ganan las cosas y realizan con esfuerzo su cometido y se comportan como deben, así que son merecedores de las cosas que tienen» y también de cierta libertad en sus horarios y vidas, señala Carlos Herrera. «Hablamos de un hombre y una mujer, con sus vidas fuera de casa toda la semana. Alberto cursa dos carreras en Madrid, y ambos han estudiado por el mundo. Rocío ahora está fuera de España también. Vienen este viernes [por ayer] a Sevilla», dice un padre loco de contento pergeñando el reencuentro.

«Lo llevan con asombrosa naturalidad»

«Para mis hijos su padre es el que ven en casa y les hace de comer, no el que escuchan en la radio, que lo escuchan poco»

En lo que Carlos no transige es en que se distinga su condición de padre a la del resto de los mortales, por el hecho anodino de ser conocido (y reconocido). « Mis hijos sabían a lo que se dedicaba su padre desde que nacieron. Y lo llevan con asombrosa naturalidad. Para ellos, su padre no es el que escuchan en la radio, que lo escuchan poco -¿desliza el locutor con vistas a que alguien coja el recado?-, sino el que hace de comer, ven en casa, y comparte con ellos sus vivencias». «Creo que no hay ninguna diferencia entre padres por la relevancia social de alguien, ese juicio de ser padre no depende del número de personas que te conozcan», remacha Carlos Herrera.

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