«Todas las cosas que hacemos en la ciudad dejan un rastro digital»

Beatriz Lara Bartolomé, directora de transformación corporativa del grupo BBVA, ponente de «El Ser Creativo, considera que las urbes deben empezar a servir a los ciudadanos y no al revés

«Todas las cosas que hacemos en la ciudad dejan un rastro digital» J. R. Ladra

a. Fernández S.

Las ciudades tal cual se conocen hasta ahora van a cambiar en los próximos años. Esta es una idea de Beatriz Lara Bartolomé, directora de transformación corporativa del grupo BBVA , tiene metida entre ceja y ceja, y trabaja para que ese cambio sea lo ... mejor para los ciudadanos y no condene su existencia. La antigua encargada de Innovación de este grupo plantea que hay que empezar a «despertar» a las ciudades para que estas empiecen a servir a las personas y no al revés como pareciera que ha pasado hasta ahora.

Da cifras. En todo el mundo hay 350 ciudades de más de un millón de habitantes que en solo 10 años se van a triplicar. No se queda allí, sino que las ciudades con más de diez millones de vidas humanas van a duplicarse. Algunas llegarán a fusionarse . Es decir, la concentración de las actividades va a estar en los centros urbanos y estos se deben preparar para que no se conviertan jaulas del caos y hacinamiento.

«Hay que despertar a las ciudades y ver cómo transformarlas, para hacer que sean espacios de oportunidad.

« Tenemos que definir una nueva cartografía de las ciudades . Hasta ahora la delimitábamos marcando los ríos, los puentes, las carreteras, las zonas de comida y de reunión. Siempre hemos pensado una ciudad en su aspecto físico, sus edificios, parques y servicios. Pero nunca hemos pensado en los rastros de la ciudad», deja en el aire Lara.

Persiguiendo el rastro digital

La ciudad per se no habla ni va marcando pautas, sino que son los ciudadanos que hacen vida en ella quienes van dejando pistas. « Todas las cosas que hacemos en la ciudad dejan una huella , un rastro digital. Esas huellas nos dan información muy valiosa para diseñar la vida en la ciudad».

J.R. Ladra

«En esas ciudades que van a multiplicar su población, casi todos los ciudadanos van a tener un móvil, más que bien, harán transacciones digitales. Con esos datos podríamos saber cómo viven, que hacen, y acomodar la ciudad a las realidades y evidencias, y no a las observaciones y estimaciones », considera.

Un problema que conocen los especialista en el área de las nuevas ciudades, o «smart cities» es que este registro de datos muchas veces puede vulnerar la privacidad o el anonimato de las personas, como un «Gran Hermano» que «vigila» todo lo que pasa en su entorno, haciendo alusión a la novela «1984» de George Orwell.

Frente a una sociedad que ya comparte datos en redes sociales públicas y que empieza, por ejemplo, a pagar el café a través del teléfono móvil, pareciera que este «registro de datos» pueda ser posible, sin el componente opresor y dogmático. Sin embargo, hay que tener cuidado.

«Solo tenemos que ser muy rigurosos con los datos de la vida en la ciudad, para que esta empiece a servirnos a nosotros y no al contrario», apunta.

La clave para lograr estas ciudades rendida a los pies de las personas, según Lara, es aprender a cruzar datos y compartirlos. «El amor es el único bien que cuando te desprendes de él, crece. La información debe ser así, mientras más la compartas, más crecerá, más la depurarás, y podrás sobre ella ciertos objetivos.

Está en la mano de cada ciudadano decidir si comparte su información y la recibe más ampliada en la ciudad, señala Lara Bartolomé.

En busca de una ciudad consciente

Lara Bartolomé esquiva el tan comercializado término «ciudad inteligente» . Prefiere llamarlas ciudades «conscientes» y que las personas deben dejar de pensar que una metrópoli solo se refiere a un armatoste de cemento, cristales y tráfico. Lo mejor, para ella es pensarlas como un ser «digital» .

Esta digitalización llega de mano de la tecnología, pero una vez más, ésta sola y sin propósito no vale. Es por esto que la experta en transformación corporativa señala que la tecnología debe estar al servicio de las personas, para que aporte esos datos y evidencias que ayuden a los gobiernos, empresas y a más personas, a tomar decisiones en «tiempo real» .

Un ejemplo gráfico serían los semáforos y el tráfico, donde desarrolle una red compartida de información donde los ciudadanos puedan tener a su disposición datos sobre atascos, vías alternas o accidentes, para poder actuar en el momento. Un simple caso que tal vez muchas personas agradecerían en una macro-ciudad de 20 millones de habitantes.

La inteligencia de una urbe llegará, considera Lara, cuando se logre el Big Data , es decir, el tratamiento masivo de la información. «Cuando seamos capaces de componer nuevos datos de forma automática a partir de los existentes, sin necesidad de estar constantemente analizándolos , esa sería la verdadera inteligencia. Inteligencia para ser conscientes de que lo importante de la ciudad son los seres vivos», finaliza.

Artículo solo para suscriptores

Accede sin límites al mejor periodismo

Tres meses 1 Al mes Sin permanencia Suscribirme ahora
Opción recomendada Un año al 50% Ahorra 60€ Descuento anual Suscribirme ahora

Ver comentarios