El arte de hacer magia a diario
Educadores y psicólogos de los centros donde los menores cumplen sus medidas judiciales han logrado en dos años reducir la reincidencia a casi un 1%. Su trabajo diario con los menores consigue lo inimaginable
En la Comunidad de Madrid existen dos centros especializados en delitos de violencia intrafamiliar dependientes de la Agencia para la Reeducación del Menor Infractor, el centro semiabierto «El laurel», ubicado en la localidad madrileña de Guadarrama, donde 22 jóvenes se encuentran internados por orden judicial ... por haber cometido graves delitos contra sus progenitores. El segundo, gestionado por la Fundación Luis Amigó y en el que reside Rafa junto a siete jóvenes agresores que han aceptado voluntariamente su ingreso. Además, de otros 30 en libertad vigilada que acuden semanalmente a terapia a las mismas instalaciones. Ambos trabajan diariamente con una problemática que ha de entenderse en la totalidad de la familia y que en tan sólo dos años ha logrado reducir el porcentaje de reincidencia de un 40 hasta menos de un 5 por ciento. Desde el punto de vista de los directores de estos centros, José Antonio Morala y Manuel Córdoba, lo que se consigue es «magia». Los casos de violencia intrafamiliar poseen una carga emocional muy elevada, porque sus protagonistas «no sólo comparten el mismo techo, sino que además se quieren». Esto lo diferencia del resto de comportamientos violentos que ocurren en la época adolescente.
En el caso de Rafa, su director, Morala, asegura que tanto él como su familia progresan muy bien, aunque les ha costado y existen muchas complicaciones internas, pero pronto volverán a «reconstruir su historia».
Lo que intentan es «exigirles sin violentarles, que los chicos se sientan parte del proceso y acepten que lo que se busca es que vuelvan a casa cuanto antes». Aunque a veces existen casos de familiares que no son capaces de reconocer su responsabilidad, ni de reconciliarse. Según Morala, este rechazo supone un inconveniente. «De nada sirve cambiar a un adolescente, si ha de regresar al mismo hogar conflictivo», en este caso los educadores y psicólogos de los centros trabajan para facilitar la emancipación del joven y evitar también así, que la violencia vuelva.
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