El Papa urge a los gobiernos a combatir la «herida vergonzosa» de la trata de personas
Pide erradicar «las causas de esta vergonzosa plaga, indigna de la sociedad civil»
juan vicente boo
Cada año caen en la esclavitud dos millones y medio de personas, en su mayoría mujeres muy jóvenes, explotadas para la prostitución callejera, golpeadas y chantajeadas con la amenaza de represalias contra sus familias en su país de origen.
El Papa se niega a tolerar « ... esta herida vergonzosa» y durante el rezo del Ángelus pidió un esfuerzo para ayudar a «tantos hombres, mujeres y niños esclavizados, explotados, abusados como instrumento de trabajo o de placer, con frecuencia torturados y mutilados».
Francisco pidió «a todos los que tienen responsabilidad de gobierno que actúen con decisión para erradicar las causas de esta herida vergonzosa – es verdad, ¡es una herida vergonzosa!-, indigna de la sociedad civil».
El Papa recordó a santa Josefina Bakhita , esclava sudanesa liberada en Italia, en cuya fiesta se celebra, cada 8 de febrero, la «Jornada de oración y reflexión contra la trata de personas» que, por desgracia, continúa aumentando.
El pasado 2 de diciembre, el Papa reunió en el Vaticano a los líderes de todas las grandes religiones mundiales para firmar una promesa de esforzarse por la erradicación completa de la trata de personas y las formas contemporáneas de esclavitud antes del 2020.
Pero la realidad -según denunció en una conferencia de prensa en el Vaticano la hermana Valeria Gandini, que lleva treinta años luchando contra esta actividad criminal y rescatando víctimas en Sudán, Etiopía, Uganda e Italia- es que en las calles y carreteras de Italia hay cada vez más muchachas nigerianas, búlgaras, polacas y rumanas, dedicadas a la prostitución forzada.
La hermana Valeria recordó a «Lucy, obligada a abortar ocho veces, aterrorizada por alucinaciones, pues veía salir sangre de los grifos», y a «Norah, a quien querían hacer abortar y, a pesar de que la molieron a golpes, consiguió proteger a su niño y dar a luz en un hospital. Hoy Paolo es un chiquillo cariñoso».
Contó también otras historias terribles de abusos que el público no ve, y terminó con palabras muy duras para los verdaderos causantes de estos abusos: «Los abuelos que llegan en coche, los muchachos que vienen a veces dos o tres juntos en un scooter, los maridos, los novios… No son abuelos, ni maridos, ni novios, ni nada». Pagan a las chicas, pero el dinero se lo quedan después sus explotadores.
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