Juliana Bonoha: «Tenía un mes de vacaciones, pero no lo agotaba para volver a África»
La familia de acogida de la religiosa recuerda su vida en Navarra, donde pasa el verano desde hace décadas
Pablo Ojer
El regreso de Juliana Bonoha Bohé ha supuesto un alivio para la familia Garde Musgo de la localidad navarra de Mélida, una pequeña población de poco más de 700 habitantes al sur de la Comunidad foral donde la misionera pasaba sus vacaciones de verano desde ... hace décadas. Allí tenía a su familia, no biológica pero casi.
«Cuando Macías cerró las fronteras no pudo entrar en Guinea Ecuatorial y estuvo muchísimo tiempo, como veinte años o más, sin saber absolutamente nada acerca de su familia. Cuando abrieron las fronteras no había hecho más que morir su padre, y su madre hacía tiempo que ya no estaba. Con lo cual, la referencia de la familia la tiene con nosotros», recuerda María Jesús Garde Musgo. Una de sus principales aficiones cuando se encontraba de vacaciones era acudir cada tarde a misa y después tomarse un café con Blasa Musgo, madre de María Jesús, y sus amigas.
Pero no olvidaba sus raíces guineanas. Al principio era más bien retraída, pero en los más de 40 años que estuvo acudiendo a Mélida fue integrándose en el pueblo. Incluso vestía ropa africana. Es muy querida y los habitantes de la localidad navarra reconocen la labor de Juliana. «Todo el mundo que podía le daba algo. Unos, medicamentos, otros, ropa o dinero. Volvía siempre muy cargada de todo», recuerda María Jesús.
Pero siempre tiene la cabeza en África, en Guinea Ecuatorial al principio y desde hace unos cuantos años, en Liberia, donde trabajaba como enfermera. «Tenía un mes de vacaciones pero casi nunca las agotaba. Unas veces estaba 20 días, otras, 25… Dependía de las consultas que tuviera allí».
Vocación humanitaria
Porque, ante todo, estaba su labor humanitaria, su verdadera vocación. «Se metía en las casas de los pobres, les llevaban comida, recogían a las chicas de la calle... Lo daba todo por ellos, los más necesitados».
A pesar de haber hecho el noviciado en la localidad navarra de Elizondo y de haber pasado varios años en Pamplona, su vocación la llevó en cuanto pudo a su Guinea Ecuatorial natal. «Imagínate lo cómodas que estaban aquí. Y tenerse que ir allí a lo desconocido , a la miseria».
Pero ella enseguida se ofreció a ir. «Si van a ir de otros países, cómo no vamos a ir nosotras que somos guineanas», recuerda María Jesús. Sin embargo, la epidemia de Ébola le ha hecho volver a España antes de lo que le tocaba. Pero ni Juliana ni su familia navarra olvidan que en Liberia se han quedado otras dos hermanas que no han podido ser repatriadas a España .
Una vuelta no deseada
«Tanto las religiosas como todo el mundo lo que queremos es ayuda para que en el país no se queden ahí esperando. Son jóvenes y han hecho muchísimo por la gente. Sería una pena que después de todo lo que han hecho por los demás, ahora ellas no se puedan curar. Lo han dado todo por curar al hermano y ahora dejarlas desamparadas es un dolor muy grande ».Por eso, desean que salga la curación del Ébola cuanto antes. «Tienen que acelerar lo de la vacuna. Porque sea un país tercermundista no tienen que dejarles ahí tirados», pide María Jesús Garde Musgo.
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