Condenan al Sergas por la muerte de un hombre al confundir su doctora un cáncer con una patología psiquiátrica

Según «El Defensor del Paciente», cuyos servicios jurídicos tramitaron el caso, la médico de cabecera del paciente en Monforte de Lemos «lo derivó al especialista en psiquiatría señalando en el volante de derivación «cónyuge manipulador», toda vez que la esposa reclamaba constantemente por el empeoramiento progresivo de su esposo, dado el grave deterioro de sus facultades cognitivas».

«La médico de cabecera erró de forma evidente en el diagnóstico y tratamiento, y gravemente al entender que su cónyuge la manipulaba», asegura. «Durante bastante tiempo, la médico de cabecera pautó únicamente "medicación para la tos persistente"», según relata este colectivo. «Y cuando, tras las quejas reiteradas de la esposa del paciente, se le dio el volante para ir a psiquiatría, su mujer en vez de acudir al psiquiatra lo llevó directamente al Servicio de Urgencias del Hospital de Monforte, donde tras un exhaustiva y protocolizada anamnesis, se confirmó el diagnóstico de "adenocarcinoma pulmonar estadio IV T2 Nx M1 con metástasis cerebral". Seguidamente fue remitido al centro oncológico de Galicia, donde sólo pudo recibir tratamiento paliativo», explica.

El perito judicial, durante el sumario, señaló que se enfocó mal el problema al ser tratado como «psiquiátrico», siendo diagnosticada la enfermedad «con considerable retraso y cuando se hizo el proceso ya era irreversible», lamenta «El Defensor del Paciente».

Cipriano Castreje, abogado de esta asociación en Galicia y de la familia en este caso, señala que, «de una vez por todas, debe desterrarse la teoría de la pérdida de oportunidad, dado que es una "patente de corso" para que se reduzcan sustancialmente las indemnizaciones de los pacientes».

«En este caso concreto, lo que hubo fue un caso claro de déficit asistencial, y como señala el perito judicial, una simple radiografía de tórax hubiera bastado para descartarlo ante los primeros signos y síntomas, más aún, ante un exfumador de 30 años de consumo de tabaco y una tos persistente que no cedía al tratamiento habitual», concluye.