Suscribete a
ABC Premium

ENTREVISTA

Joaquín José Martínez: «El parpadeo de las bombillas todavía me recuerda a la silla eléctrica»

Se cumplen doce años desde que salió del corredor de la muerte. Ahora lucha por sacar de allí a otro español, Pablo Ibar

Joaquín José Martínez: «El parpadeo de las bombillas todavía me recuerda a la silla eléctrica» victor lerena

m. trillo / j. fernández

Joaquín José Martínez vivió tres años de espera en el corredor de la muerte en Florida, pero logró salir gracias a la celebración de un nuevo juicio en el que se le declaró inocente del doble asesinato del que se le acusó. Hoy se cumplen doce años desde su puesta en libertad. En la actualidad, una ley aprobada por las dos cámaras de ese estado, sólo pendiente de su ratificación por el gobernador, prevé acelerar los procesos de pena de muerte . En su caso, cree que, de estar en vigor entonces, con esta ley él estaría muerto en un año .

Mientras, en el corredor de la muerte sigue otro español, Pablo Ibar , acusado de un crimen múltiple, y Martínez no considera que la ley sea una noticia positiva para él. La próxima semana se celebra en Madrid el V Congreso Mundial sobre Pena de Muerte , en el que participarán, entre otros, tanto Martínez como el padre de Ibar, Cándido.

—Hoy se cumplen 12 años desde que fue declarado inocente, ¿cómo lo va a celebrar?

—Pues con gente de la Fundación Abogacía Española, que tanto hacen por que estas cosas no ocurran.

—Y la primera vez, ¿qué hizo?

—Reunirme con mi familia más cercana y tomarlo con muchísima tranquilidad.

—¿Cómo consiguió reinsertarse en la sociedad?

—Con el apoyo de mi familia y de todos los españoles. Quería volver a vivir, no pensaba en otra cosa. Estaba (y estoy) tan agradecido a todos los que me ayudaron que me siento en la obligación de acudir a todos los sitios de donde me llaman. De hecho, al principio atendí a tanta gente que prácticamente dejé de tener vida privada.

—Pero, de forma más cercana, ¿quién le ayudó?

—Mi familia y los buenos amigos que tengo en España. Mi abogado, Marcos García Montes, por ejemplo, que me enseñó la forma en la que debía vivir, el buen camino.

—Doce años después, ¿puede volver a Estados Unidos?

«Puedo volver a EE.UU., pero jamás viviría allí. Estoy marcado»—Puedo volver, pero jamás podría vivir allí, estoy marcado. Cada vez que piso la frontera estadounidense, ven mi ficha y me retienen para interrogarme durante más de cuatro horas. A pesar de ello, viajo con frecuencia a Florida porque mis hijas están allí.

—¿A qué se dedica?

—Soy informático, una profesión que me encanta, y trabajo en asuntos de «Networking».

—E imagino que se ha quedado a vivir en España.

—Sí, vivo en Valencia. Aunque acudo a tantas ponencias y congresos para luchar contra la pena de muerte que estoy más tiempo fuera que en mi casa.

—¿Mantiene contacto con la gente que conoció en la cárcel?

—Mantuve correspondencia con algunos. Desgraciadamente, ya no están vivos o les perdí la pista. Parte de ellos fueron ejecutados, a otros se les conmutó la pena y otros fallecieron de forma natural.

—¿La cárcel quita años de vida?

—Por supuesto. A pesar de mi edad, siento que tengo setenta u ochenta años. Lo que se vive ahí dentro te quita muchas cosas, esa es una de ellas.

—Su mono en prisión era de color naranja, ¿ha vuelto a vestir ese color?

—Nada, y eso que vivo en Valencia. Como mucho, el zumo de naranja que compro en casa, y no siempre tengo (bromea).

—¿Le quedan secuelas del corredor de la muerte?

«He cogido una manía, no paro de abrir o cerrar las puertas»—Sí, además aparecen a los dos o tres años de haber salido. Por ejemplo, no aguanto las bombillas porque su parpadeo me recuerda al que ocurría cuando se encendía la silla eléctrica. También, antes de acostarme, me quito la cadena del cuello o de la muñeca porque vienen a mi mente las cadenas con las que nos pegaban cuando algún preso montaba un follón. Por otro lado, desde hace unos dos años he cogido una manía muy extraña con las puertas, y no paro de abrirlas o cerrarlas.

—¿Qué se siente cuando se da el primer paseo en libertad?

—Tardé mucho en hacerlo. Recuerdo que lo primero que quería hacer al salir era estar con mis hijas, y así lo hice.

—¿Se aprende algo bueno en la cárcel?

—Sí, claro. A reflexionar y a cambiar tu forma de ser. Cuando entré en prisión no era el hijo o el padre perfecto. Esos años sirvieron para que cambiara mi arrogancia por cariño y nobleza.

—¿Usted era un firme defensor de la pena de muerte antes de vivir esta experiencia, no?

—En mi colegio (se crió en Estados Unidos) venían a educarnos a favor de la pena de muerte, lo políticamente incorrecto era estar en contra. Creo que la educación es la mejor arma para acabar con ella, por eso acudo a todos los colegios o institutos que me llaman a decir que hay que acabar con esto.

—¿Qué le parece la reforma legal que aceleraría las ejecuciones en Florida?

«Con la nueva ley de Florida, yo estaría muerto en un año»—No es el momento de introducir esta ley. Mientras los demás Estados realizan cambios para evitar errores irreversibles, Florida opta por seguir su línea de condenas y ejecuciones sin proporcionar al acusado las mas mínimas garantías judiciales.

—¿Se eleva el riesgo de que se ejecute a inocentes?

—El riesgo de que se ejecute a inocentes siempre ha existido y estoy convencido de que ahora, con esta ley, serán aún más los inocentes ejecutados.

—¿Qué habría pasado con su caso si la reforma hubiese estado en vigor?

—Posiblemente, sería de los primeros en recibir las consecuencias. Los casos con más relevancia serán los primeros perjudicados. Seguramente me ejecutarían el año que viene.

—¿Cómo puede afectar a Ibar?

—Siempre he creído en Pablo y que tarde o temprano se hará justicia, pero sinceramente esta noticia no es nada positiva. Ahora más que nunca hay que luchar por él. Lleva prácticamente veinte años encarcelado; jamás pensé que fuera a estar tanto tiempo en esta situación. Creía que saldría mucho antes. Incluso recuerdo a su padre en el juicio en el que me declararon inocente. Ahora que han liberado a su presunto compañero de crimen, empiezo a estar preocupado por él. Como digo, tenemos que hacer todos los esfuerzos posibles porque sino podríamos estar hablando del primer español asesinado legalmente.

—¿Qué cree que deben o pueden hacer las autoridades españolas?

—Todos podemos hacer un poco más y las autoridades pueden y deben hacer todo lo posible por él, como en su día hicieron por mí. No será fácil, pero entre todos conseguiremos sacarlo de ahí.

Joaquín José Martínez: «El parpadeo de las bombillas todavía me recuerda a la silla eléctrica»

Esta funcionalidad es sólo para suscriptores

Suscribete
Comentarios
0
Comparte esta noticia por correo electrónico

*Campos obligatorios

Algunos campos contienen errores

Tu mensaje se ha enviado con éxito

Reporta un error en esta noticia

*Campos obligatorios

Algunos campos contienen errores

Tu mensaje se ha enviado con éxito

Muchas gracias por tu participación