150 aniversario

Sevilla se rinde ante Jesús de las Penas en un traslado inolvidable

La hermandad llevó a su titular al Buen Suceso para conmemorar el 150 aniversario fundacional

Traslado del Señor de las Penas al Buen Suceso m. j. r. rechi

El Señor de las Penas, 150 años después, se reencuentra con la orden fundadora de esta hermandad, los que durante tanto tiempo custodiaron a esta imagen en el antiguo convento del Carmen de calle Baños. Esta vez, estará estos días en la actual ... sede de los carmelitas calzados, el Buen Suceso, a los pies de la Virgen del Carmen, ofreciendo una estampa, una más para los analistas de esta corporación carmelita.

Traslado perfecto y con total normalidad, sin necesidad de mirar al cielo ni de poner en riesgo a los hermanos ni al Señor de las Penas, imagen que salía por primera vez tras la restauración acometida hace unos meses por Fernando Aguado. Eso sí, con una bajada notable de temperatura que aún será peor el próximo fin de semana.

Las Penas volvió a ser fiel a su estilo: una hermandad con compostura, cortejo compacto, de frente y sin apenas detenerse; con silencio, salvo por la música de capilla; con oración —el principal fin de una corporación—, dando culto al Señor y a la Virgen, con naturalidad y, sobre todo, con excelencia.

Es una corporación caracterizada por dar cabida a todo el mundo, haciendo que cada hermano se sienta identificado en su sitio. Enseña a los mayores la personalidad de esta hermandad y la transmite a las generaciones venideras, especialmente a los jóvenes, que trabajan sin cesar por sus titulares a lo largo de todo el año.

Minutos antes de las seis de la tarde, en el interior de San Vicente, se organizaba el inicio del traslado. Muchos hermanos querían tomar un recuerdo delante de su titular. A la hora prevista se abrieron las puertas de la parroquia para comenzar el traslado que llevaría a Jesús de las Penas hasta el Buen Suceso.

A última hora de la tarde, con el día cayendo temprano, el tiempo no permitió ver al Señor a plena luz, pero dejó patente otra cuestión importante: la devoción que profesa. A pesar del día y la hora, hubo bastante público durante todo el recorrido, con bulla incluida en algunos puntos del trayecto. Otros hermanos, salieron de trabajar, estaban impacientes porque necesitaban ver a su titular por las calles de Sevilla.

Salía el Señor a la calle con las últimas luces de la tarde, con la túnica más antigua de su ajuar, la misma con la que fue trasladado desde el antiguo convento del Carmen hasta la parroquia de San Vicente. Una pieza conservada a la perfección por la hermandad, al igual que todo su patrimonio, uno de los tesoros más valiosos de la Semana Santa de Sevilla. A algunos les recordó de cuando esta imagen presidió el Vía Crucis de las Cofradías en 2004 por la luz, la temperatura, de ver a la talla en las andas, pero la corporación ha vuelto a escribir una página de oro en sus memorias.

Avanzaba por Cardenal Cisneros y Virgen de los Buenos Libros. La antigua cruz de guía anunciaba la llegada de Jesús de las Penas, que continuaría por Teniente General Borges hasta desembocar en la plaza del Duque y alcanzar la Campana. Al igual que ocurrió con el Museo, dejó una estampa para la historia al pasar junto a las obras de la plaza.Más curiosa, sin embargo, es la imagen ofrecida en calles como O'Donnell, Velázquez o Tetuán, con el adorno navideño y los contrastes de la ciudad. Aun así, todo tiene un mismo fin: honrar la vida de Cristo, como bien sabe Sevilla, mezclando la llegada de la celebración del nacimiento del Señor con su camino hacia la Resurrección.

El tránsito por las calles Jovellanos y Sagasta recordó al Lunes Santo, como cuando el palio de la Virgen de los Dolores pasa por esta zona rodeado de una gran multitud, aunque en esta ocasión fue el Señor quien protagonizó el paso. Con un público formado principalmente por cofrades que acompañaban al titular de las Penas, el traslado continuó por Córdoba, Lineros, plaza de Jesús de la Pasión y Alcaicería, hasta desembocar en la plaza de la Alfalfa.

Hermanos, costaleros y devotos se relevaban en las andas de grandes dimensiones, bajo el mando de Antonio Santiago, aunque en ciertos momentos, debido a las citadas calles estrechas, era Roberto quien daba los tres toques al llamador para levantar el paso portado a hombros. Roberto es un noble argentino que llegó a Sevilla por su devoción al Cristo de la Vera Cruz y que tanto está ayudando a las personas más necesitadas.

Conforme pasaba el tiempo, el público no disminuía, sino que aumentaba. Si delante de las andas había numerosos hermanos y devotos, aún mayor era el acompañamiento en la parte trasera. El Señor avanzaba ataviado con majestad, con su característica cruz de carey y plata, adentrándose en las calles San Juan, Boteros y Salés y Ferre, estrechas vías que eran un deleite para todos los sentidos.

Al salir a la plaza del Cristo de Burgos, con la cruz de guía todavía en el templo, las campanas no dejaron de repicar hasta la entrada de Jesús de las Penas en el Buen Suceso. Era la señal de agradecimiento de esta orden fundadora de las Penas por volver a tener al Señor en su sede, motivo más que suficiente de alegría para ellos y para los hermanos de la corporación en un momento tan emotivo.

A las nueve en punto de la noche finalizaba el traslado. El Señor de las Penas se ubicó en el presbiterio, delante de la Virgen del Carmen, en un templo de una calidad incalculable y desconocido para muchos. Estos días son una buena oportunidad para asistir, contemplar esta estampa y admirar el gran valor de esta iglesia.

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