Suscríbete a
ABC Premium

PREGÓN DE LA BIENAL

Antonio Hernández: «Andalucía es el nombre de mi patria»

El poeta de Arcos de la Frontera ha inaugurado la XIX edición del festival este jueves en Santa Clara con un texto lleno de anécdotas en el que ha retado en varios duelos a todas las emociones del arte jondo

Antonio Hernández durante el pregón de la XIX Bienal de Flamenco ROCÍO RUZ

Alberto García Reyes

Antonio Hernández, poeta de Arcos que siempre ha escrito sus versos en la frontera del jipío, se ha agarrado al atril de Santa Clara, historia de la ciudad, para hacer historia del flamenco en el pregón inaugural de la XIX Bienal . No ... lo ha dicho nunca, pero su mensaje ha sido evidente: para que el flamenco siga teniendo horizonte ha de echar la vista atrás. No se puede ir hacia ningún destino concreto si no sabemos de dónde hemos partido . Y no hay cara de ninguna moneda sin su cruz. Como un viejo pregonero que vende alhucema o hierros mohosos por las calles entonando romances y gritando duquelas, el escritor ha hecho un juego de voces de su memoria para batir en duelo a los dos grandes ejércitos del arte jondo: la gracia y la miseria, la alegría y el dolor . Y probablemente ha inaugurado un estilo: el costumbrismo golfo . Citar al Cojo Peroche con la dicción de tirititranes que tiene Hernández es saber escoger la salida del cante por derecho. La cosa es que a Antonio, célebre genio del embuste gaditano , lo llamaron a las tantas para ir a una fiesta y el señorito consideró que lo que se había comido y bebido era suficiente sueldo. «Y Antonio, que no revienta porque hay Dios en el cielo pero también Guardia Civil en la tierra, mide consecuencias y sólo alcanza a decirle con toda la dignidad que puede lo siguiente: ojalá que la próxima vez que le canten, le canten los curas ». Para explicar esa paradoja abismal en la que históricamente vivieron los cabales, convirtiendo en chiste la desgracia, ha citado a Quevedo: «La gracia de Dios ordinariamente anda de penitencia». Y a partir de ahí ha empezado el mano a mano entre las dos caras de una misma expresión artística que se resume en la primera soleá: «Que yo cantar no quería, / que nadie sabe la pena / que me cuesta la alegría».

Artículo solo para suscriptores

Esta funcionalidad es sólo para suscriptores

Suscribete
Comparte esta noticia por correo electrónico
Reporta un error en esta noticia