MANUEL TRUJILLO, Director de Psiquiatría del Hospital Bellevue de Nueva York: «El estrés postraumático se ha duplicado desde el 11-S»

«Lo ocurrido en Chicago es una muestra de que existe neurosis de guerra: bastó un estímulo inofensivo para provocar comportamientos colectivos muy ansiosos que resultaron mortales»

MADRID. Desde el piso 14 de su hospital, vio cómo el segundo avión se estrellaba contra la Torre Sur el 11-S. «Inmediatamente pensé que, como responsable sanitario, aquello me iba a cambiar la vida en los próximos meses sin ninguna duda». Manuel Trujillo es ... profesor de Psiquiatría de la Universidad de Nueva York y director de Psiquiatría del Hospital Bellevue, el «buque insignia» de los once hospitales municipales de Nueva York. Lleva ejerciendo en Estados Unidos desde 1970 y dice haber aprendido muchas lecciones en el tiempo transcurrido desde la fecha fatídica. Esta semana ha estado en Madrid para hablar de su experiencia en el VIII simposio internacional «Avances en Psiaquiatría».

-¿Cómo se afronta, desde su especialidad, el impacto emocional de una tragedia semejante?

-En estos casos, muchas personas simplemente necesitan que alguien les escuche y dé respuestas a sus preguntas, que son infinitas. Durante largas semanas, nuestra tarea diaria era acudir a la «Zona Cero» y prestar asistencia psicológica a las víctimas (entre 12.000 y 15.000 personas fueron evacuadas de las Torres) y familiares y, sobre todo, a los trabajadores de rescate, muy vulnerables. El 60 por ciento de la población de Nueva York tuvo durante esos primeros días algún síntoma de estrés, o la reacción de estrés agudo completa. Al principio hablamos de una situación de estrés agudo. Sólo al cabo de unos treinta días se puede ver si se va a convertir en un trastorno de estrés postraumático o va a desaparecer, como ocurre en la mayoría de los casos. En las primeras semanas las familias todavía tenían esperanzas de encontrar vivo bajo la montaña de escombros a alguno de sus familiares. Hubo un caso que me impresionó mucho: cuando habían pasado ya ocho o diez días se me acercó una mujer con una jeringuilla y me dijo: «Mi hijo es diabético y lleva tantos días sin insulina». ¿Cómo le dices que el menor problema de su hijo en ese momento es su diabetes? Hubo casi 3.000 víctimas mortales. De muchas de ellas no se ha podido recuperar el cadáver, lo que dificulta el proceso del duelo, que permite a las personas situar su tragedia en el pasado. Y éste es otro factor de riesgo para el síndrome de estrés postraumático, la depresión y otro tipo de trastornos. Todavía quince miembros de nuestro equipo permanecen a tiempo completo prestando atención psicológica y psiquiátrica a familiares de los desaparecidos.

-¿Se han podido medir las dimensiones de ese impacto emocional en la población?

-Los datos epidemiológicos más fiables indican que el índice de estrés prostraumático habitual en la población general se ha duplicado desde el 11-S. Se calcula que entre 200.000 y 250.000 personas han padecido en los últimos meses o pueden padecer todavía el síndrome, o se encuentran en tratamiento de recuperación: familiares de las víctimas, personas evacuadas de las Torres (entre 12.000 y 15.000, muchas de ellas con el terror de perder la vida en cualquier momento)... A estas personas no se les va a olvidar fácilmente, y se calcula que el 20 por ciento de ellas ha desarrollado estrés postraumático.

-Como psiquiatra, ¿qué ha aprendido en este año y medio transcurrido desde entonces?

-Hemos aprendido muchísimas lecciones. La primera, la importancia de la respuesta social y del factor solidaridad en la prevención y resolución de los síndromes de estrés postraumático que afectan a grandes grupos de población. La respuesta solidaria de la población de la ciudad de Nueva York probablemente previno el desarrollo de muchos síndromes entre personas que podían haberlo padecido.

-¿Por qué consuela tanto la respuesta solidaria en el drama personal?

-Porque el ser humano, además de neurotransmisores, necesita una estructura que dé sentido a su vida. En la medida en que las respuestas de solidaridad permiten que haya un código compartido de sentido, que los demás reconocen que esa pérdida ha sido valiosa, eso consuela; no olvidemos que el ser humano es un ser social. Fíjese en las víctimas del terrorismo en España. Durante muchos años han padecido en el mejor de los casos la indiferencia y en ocasiones la hostilidad abierta del entorno. Eso impide que se cicatrice la herida. En la medida en que esa situación ha mejorado a través de la Asociación Víctimas del Terrorismo y del reconocimiento social y legal, muchas víctimas han experimentado un consuelo que les ayudará a remontar.

-Dada la situación actual, ¿se puede hablar de psicosis colectiva de guerra?

-Quizá sea algo exagerado hablar de psicosis, pero sí podemos hablar de neurosis colectiva. Lo ocurrido en Chicago es una muestra: bastó un estímulo inofensivo para provocar comportamientos colectivos muy ansiosos que resultaron mortales. El umbral del temor está mucho más bajo y los comportamientos irracionales serán más frecuentes que antes del 11-S.

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