La guerra microscópica de las superbacterias: los microorganismos que matan más que el sida y la malaria
En España fallecen 4.000 personas al año por infecciones directamente causadas por bacterias multirresistentes, cuatro veces más que por accidentes de tráfico
Una investigación de la Imperial College London confirma que las superbacterias pueden volver a hacerse vulnerables a los antibióticos
«Son muy pocos casos, pero sí tenemos pacientes a los que no podemos tratar de ninguna manera», asegura Roi Piñeiro, jefe del Servicio de Pediatría del Hospital de Villalba y miembro del Comité de Medicamentos de la Asociación Española de Pediatría. «Si no lo ... supera su cuerpo, nosotros no le podemos ayudar con ningún medicamento desde fuera».
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Bacterias, virus, hongos y parásitos desarrollan de manera natural mecanismos de resistencia a la acción de los fármacos, pero el abuso y el mal uso de los antimicrobianos que los combaten está acelerando la aparición de cepas cada vez más difíciles de eliminar.
«Tiene esta infección, si no lo supera su cuerpo, nosotros no le podemos ayudar con ningún medicamento» Roi Piñeiro, jefe de Pediatría Hospital General de Villalba
«En África hay tuberculosis que son extremadamente resistentes, no podemos jugárnosla a que ese paciente contagie a otra persona. Tenemos que confinarlos vigilados por el ejército para que no salgan. Y esto que parece ciencia ficción, por suerte son pocos casos, pero se da en la actualidad», advierte Piñeiro.
En las infecciones causadas por bacterias, la batalla tiene lugar en el campo de la eficacia de los antibióticos. Se las conoce popularmente como ‘superbacterias’ cuando son capaces de resistir a la acción de varios de ellos. Según un estudio publicado en The Lancet , 1,27 millones de personas murieron por esta causa en 2019. La mayoría de ellas por infecciones que se adquieren en los hospitales.
María Jesús Lamas, directora de la Agencia Española del Medicamento y Productos Sanitarios, alerta sobre la indiferencia con la que asimilamos el fenómeno: «Esto supone una amenaza de salud pública de primer orden . Aunque debemos ser cuidadosos en la forma en que transmitimos esto porque, después de dos años de pandemia de Covid-19, con un número tan dramático de personas fallecidas y tanta información, nos hemos desensibilizado un poco a lo que es una amenaza de salud pública. Pero realmente esta lo es, hay datos que ya lo confirman: en España, más de 4.000 personas fallecieron el año pasado por infecciones multirresistentes y más de ¾ partes se han adquirido en el hospital debido a otro proceso, es decir, no ingresaron con la infección».
«Nos hemos desensibilizado un poco a lo que es una amenaza de salud pública. Pero realmente esta lo es» María Jesús Lamas, directora AEMPS
Las resistencias a los antibióticos por parte de microorganismos patógenos suponen para Patricia Bernal una auténtica pandemia silenciosa. Esta microbióloga de la Universidad de Sevilla ha trabajado en un estudio de la Imperial College London , liderado por la investigadora Despoina Mavridou, con resultados esperanzadores: la idea confirmada es que se puede conseguir que las superbacterias vuelvan a ser vulnerables a los medicamentos que ya conocemos. Inhibiendo la proteína DsbA, cuya función es plegar a otras proteínas, se consigue destruir el blindaje del patógeno: «Cuando las proteínas no se pliegan, se degradan y muchas de ellas son responsables de la resistencia antibiótica. Si inhibimos esta proteína estamos inhibiendo de forma indirecta la resistencia antibiótica».
A la izquierda, una bacteria superrresistente sobrevive a la acción del antibiótico. A la derecha, la bacteria muere tras utilizar un inhibidor de la proteína DsbA y el antibiótico Imipenem como demuestra el estudio de la doctora Mavridou
Aunque las conclusiones del estudio son muy positivas, se trata todavía de una prueba de concepto. En palabras de Bernal, estamos aún en la casilla de salida, muy lejos de su aplicación en hospitales. «En el estudio se ha utilizado un inhibidor que es muy tóxico en humanos , ahora mismo el laboratorio de la doctora Mavridou está estudiando nuevos inhibidores que se puedan usar en los ensayos clínicos. Estamos en el paso uno».
La búsqueda constante de fármacos capaces de atacar a las bacterias multirresistentes es, en opinión de los expertos y de la propia Bernal, una aproximación muy limitada: « Descubrir nuevos antibióticos es cada vez más difícil , requiere mucha inversión y las resistencias surgen de forma muy rápida, hay que buscar cuantas más alternativas, mejor». Además, Lamas confirma el creciente desinterés del sector privado: «Son medicamentos que le vamos a pedir a la industria que desarrolle para que después no se vendan. Porque lo que queremos es que se usen lo menos posible».
Este estudio plantea no solo una evidente ventaja económica, sino de eficiencia, ya que la técnica sería efectiva en las infecciones multirresistentes más frecuentes, las que se adquieren en el ámbito hospitalario , que pertenecen al denominado grupo ESKAPE (acrónimo de los seis patógenos bacterianos resistentes a antibióticos más frecuentes en los entornos sanitarios).
Millones de muertes
De aquí a 2050, si no hacemos nada, se calcula que podrían morir 10 millones de personas por esta causa , tantas como las defunciones por cáncer de 2019. A las pérdidas de vidas humanas y animales habría que sumar las consecuencias económicas de un fenómeno que llevaría a la extrema pobreza a 24 millones de personas. Pero desde 2014, como respuesta a la llamada de atención de la Unión Europea, varios países desarrollan planes nacionales para luchar contra las resistencias a los antimicrobianos. En España, el Plan Nacional frente a la Resistencia a los Antibióticos (PRAN) ha conseguido resultados notables en cuanto al descenso en el consumo y venta de antibióticos.
Según datos del PRAN, España ya habría abandonado los primeros puestos en cuanto a consumo de antibióticos en la UE.
La mejora en las prescripciones, la concienciación de la población y la prevención han tenido resultados muy positivos a nivel cuantitativo; según datos del PRAN, España ya habría abandonado los primeros puestos en la UE, con una disminución en el consumo de un 32,4 % en salud humana y un 56,7 % en sanidad animal .
Para Lamas, «en este sentido es exitoso. Lo que falta por saber es si ha tenido algún impacto en la aparición de las resistencias o no. Según el último informe de la OCDE de vigilancia a resistencias , en el norte de Europa, la disminución de consumos ha llevado aparejada una disminución en la aparición de resistencias. Si esto se puede comprobar, podemos decir que hemos tenido éxito, si no, lo que podemos decir es que estamos en el buen camino».
Guerra de guerrillas
Sin embargo, a pesar de que las cifras son esperanzadoras, la lucha contra la resistencia a los antimicrobianos es compleja. No se han descubierto nuevos tipos de antibióticos desde hace años a pesar del apoyo financiero que ofrece la UE; por eso, cobra mayor importancia tener una estrategia diversificada.
Los equipos PROA (Programas de Optimización de uso de Antimicrobianos), compuestos por microbiólogos, infectólogos y farmacéuticos, son una de las puntas de lanza fundamentales para frenar la aparición de resistencias. Analizan toda la información disponible al detalle, teniendo en cuenta la flora habitual del hospital en el que trabajan, el patrón de resistencias de una bacteria patógena concreta y el antibiótico que mejor se ajusta, en el mínimo periodo efectivo.
«Los PROA son una inversión necesaria en los centros sanitarios. Nacieron casi espontáneamente, por la voluntad de los profesionales sanitarios que veían la necesidad. Todavía sigue siendo difícil encontrar recursos en los hospitales asignados a los PROA. Creo que estos son los deberes que nos quedan por hacer. Tienen que estar incluidos dentro de la cartera de servicios de los hospitales y de los centros sanitarios como otros servicios básicos», reclama la directora de la AEMPS.
Cultura hipermedicalizada
Ni los equipos de prevención, ni la inversión, ni el desarrollo de nuevos antibióticos pueden ser efectivos si no se produce un cambio en la cultura de la toma de medicamentos.
Piñeiro llama a ejercer un uso responsable desde ambos lados; por parte de los profesionales sanitarios, prescribiendo los antibióticos solo cuando hay evidencia o alta sospecha de infección bacteriana y por parte de los pacientes, cumpliendo los tiempos de tratamiento y las pautas:
«Un niño de un año al que diagnosticamos una otitis media aguda. En esa edad, se recomienda utilizar un antibiótico que se llama Amoxicilina, en dosis elevadas, cada ocho horas, durante una semana. ¿Qué pasa si no cumplimos esa semana? Por ejemplo, lo toma tres días, ya se encuentra bien y lo dejamos de tomar : alto riesgo de recurrencia».
En el caso contrario, si se supera el tiempo recomendado, lo que ocurre es que otras bacterias vecinas se ven expuestas al antibiótico y, con esa información, comienzan a desarrollar mecanismos de resistencia. Los patógenos pueden aprender a defenderse de nuestras armas.
«Hace falta todavía mucha educación de las familias para que entiendan que muchos procesos son naturales y son mecanismos de defensa del cuerpo, entre ellos la fiebre, la dichosa tos y los dichosos mocos. Son todos necesarios , podemos hacer algo para aliviar esos síntomas, pero no es correcto eliminarlos del todo porque estamos quitando la posibilidad de que nuestro cuerpo se defienda. Venimos de una cultura hipermedicalizada. No todo se tiene que tratar ni eliminar. Muchas veces hay que esperar a ver cómo evoluciona».
Por último, hace una petición a los papás que sabe que no les gustará: «No presionéis por el medicamento curativo porque, muchísimas veces, en particular en pediatría, no lo hay. El 95% de las infecciones que tienen los niños son víricas y, para los virus, los antibióticos no ayudan ».