«Me meto en una habitación y me hablan en francés señalando a la pared y se va», relata Cerezo, que se quedó con cara de circunstancias ya que no tiene ni idea de ese idioma: «Yo no hablo ni papa en francés», confiesa.
Al no tener ni idea de lo que le estaba pidiendo, pensó que quizá debía ordenar el cuarto en el que estaban: «Como era una oficina, digo querrá que recoja los lápices y tal», comenta en el podcast.
Sin saber qué más hacer, organizó lápices, papeles y hasta acomodó las sillas. Sin embargo, cuando el caporal ruso regresó, la situación cambió radicalmente.
«Español de mierda»
El militar volvió a hablar en francés, y sin comprender nada, Cerezo siguió con su improvisada limpieza, colgando una chaqueta y cerrando las cortinas. Y la paciencia del caporal se terminó.
«Aparece otra vez y dice 'español de mierda' y bum, me mete un puñetazo que me tumba», recuerda Cerezo. Tras el golpe, se quedó en el suelo sin saber cómo reaccionar.
«Y me quedo mirando al ruso para arriba y pensé: 'Ay virgen santa, qué hostia me ha dado'», relata. A pesar de la agresión, Cerezo continuó su tarea, limpiando todo el lugar. «Limpié hasta las cortinas, limpié todo y cuando volvió dije: ¿ahora qué?», recuerda. «Mis dientes están por la mitad. Me los han partido en la Legión Francesa», concluye, entre risas.
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