El doctor Manuel Viso alerta sobre una práctica con las latas de conserva que conviene evitar: «Libera metales como el estaño»
El experto ha apuntado directamente a un error frecuente que muchos cometen sin saberlo
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Desde su invención, las latas de conserva revolucionaron la forma en la que almacenamos y consumimos alimentos. Su capacidad para mantener en buen estado productos durante largos periodos las convirtió en un elemento esencial en cualquier despensa. Atún, mejillones, berberechos, guisantes, lentejas, zanahorias, maíz… la variedad es inmensa y su comodidad innegable. Sin embargo, como todos los alimentos, también tienen sus riesgos si no se manipulan correctamente. En ese sentido, el doctor Manuel Viso, médico y divulgador en redes sociales, ha lanzado una advertencia respecto a algunas prácticas que deberíamos evitar a la hora de consumir este tipo de envases.
«¿Sabías que nunca deberías guardar una lata de conservas abierta en la nevera?», pregunta el doctor en un vídeo publicado en su cuenta de Instagram apuntando directamente a un error frecuente que muchos cometen sin saberlo. «Seguro que ya lo has hecho alguna vez, abres una lata, consumes parte del contenido y el resto en la lata dentro de la nevera». Para el doctor, esto es un «error» que debemos evitar a toda costa, ya que las consecuencias no son solo organolépticas —es decir, que afecten al sabor y textura del alimento—, sino también químicas y potencialmente perjudiciales para la salud.
En la descripción del vídeo, el divulgador detalla con más profundidad los riesgos de este tipo de prácticas: «Una vez abiertas, las latas pueden liberar metales como estaño o aluminio, que al contacto con el oxígeno y la humedad del frigorífico contaminan el alimento». El problema reside en el recubrimiento interior de las latas, que está diseñado para proteger los alimentos mientras el envase está cerrado herméticamente. Pero al abrirlas y exponerlas al aire, esa protección deja de ser eficaz. «El recubrimiento interior de la lata queda expuesto al oxígeno y esto puede provocar reacciones químicas entre el metal y el alimento, lo que puede alterar el sabor, o lo que es peor, que restos del metal pasen al alimento», señala. Este tipo de contaminación puede ser especialmente preocupante si el contenido de la lata se consume largo tiempo después de haber sido guardado en esas condiciones.
¿Qué hacer entonces con las sobras?
Tras las advertencias, el doctor revela la forma correcta para almacenar este tipo de alimentos: «La próxima vez, eso que te quedó en la lata, cámbialo a un táper de vidrio y ciérralo, y a la nevera». De esta forma, se evita el contacto del alimento con el metal expuesto y se preserva tanto su calidad como su seguridad.
Además, el experto recuerda otras recomendaciones importantes en relación con las conservas, como prestar atención al estado físico del envase: «Por cierto, las latas de conserva tienen fecha de consumo preferente, no obstante, si antes de llegar a esa fecha, la lata está abollada u oxidada, tírala». Según manifiesta, los golpes o la oxidación pueden comprometer la hermeticidad del envase, permitiendo la entrada de bacterias o favoreciendo reacciones químicas peligrosas.
Otra advertencia que puede sorprender a más de uno es sobre la opción de meterlas en el congelador: «Por último, las latas no se congelan, porque el líquido se expande y puede romperla». Al congelarse, el contenido se expande y puede ejercer presión suficiente como para agrietar o hacer explotar la lata. ¿La solución? «Pásalo a un táper, a una bolsa hermética, y ahí sí lo puedes congelar», concluye el doctor, poniendo de manifiesto que hasta el envase más seguro puede volverse un riesgo si no se maneja de forma adecuada.
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