María Moreno y su baile por intuición

En 'Magnificat' ha querido ir un paso más allá acompañándose no sólo de Raúl Cantizano, Roberto Jaén y Miguel Lavi (guitarra, compás y percusión y cante), sino también de Rosa Romero, una intérprete y performer gaditana que con su pieza 'Soy un baile', estrenada en 2023, recibió los premios a mejor intérprete y mejor espectáculo revelación 2023 de la Asociación Andaluza de Profesionales de la Danza.

'Magnificat' tiene unos intérpretes que empatizan inmediatamente tanto con la protagonista,María Moreno, como con el espíritu que ésta ha querido imprimirle al espectáculo, que va de sensaciones, de estados de ánimo, de formas de mirar la vida, y que pasa de la hilaridad al drama, con esa facilidad que tiene Cádiz de convertir la cotidaneidad en algo excepcional.

La obra, desarrollada en el marco del programa de residencias artísticas 'In Progress', impulsado por Flamenco Festival que dirige Miguel Marín y el Ayuntamiento de Torrox, se estrenó el pasado junio en el marco de la Bienal de Flamenco de Madrid.

'Magnificat' que ha contado también con la mirada externa del director de escena, Rafael R. Villalobos, habitual colaborador de la bailaora, es completamente distinta a lo realizado hasta ahora por la bailaora.

El argumento es sencillo: dos primas. Una más mayor y la otra más joven. Las dos están inesperadamente embarazadas. Cuando las dos se encuentran, sus cuerpos son atravesados por una alegría incontenible. Una dice: 'Ave, María' y la otra le responde: 'Magnificat!'

Aparece la bailaora presidiendo una procesión tras un tambor rociero. Una bata de cola de color rosa y lazos rojos en las mangas y en su pelo. Bajo la falda unos leggins rojos y zapatos rojos. En escena, sillas de todos los tipos, flores desperdigadas y un luminoso de color rojo donde van apareciendo frases que incluso intentan guiar al espectador.

Es una obra donde la bailaora da rienda suelta a su imaginación, a su deseo de bailar diferente y, aunque nos perdemos en algunas ocasiones, no por eso se deja disfrutar del baile de María Moreno que recorre de una manera inusual alegrías, soleá, seguiriya...; hace un exagerado y difícil baile con mantón y bata de cola; nos sumerge de nuevo en el gusto de los palillos en escena que interpreta con muchísima destreza; realiza complicadísimos juegos de compás con las siempre increíbles palmas de Roberto Jaén, o ejecuta un 'paso a dos' en el que el otro es la guitarra española y eléctrica de Raúl Cantizano, que fue asombrosa en muchos momentos. Todo ello acompañado del cante de Miguel Lavi, que no tuvo su noche, y del de toda la compañía a modo coral.

La intervención de Rosa Romero que introduce la palabra, es el salto que supone el espectáculo, al compartir escena con una actriz más allá de sus músicos habituales. La presencia de la performer le da a la obra momentos de gestualidad, como cuando al inicio y con una rapidez increíble comienza a recitar los jaleos y frases que se le suelen decir a una bailaora desde el atrás: 'echale papa', concluía la larga letanía que también coreaba Moreno.

Este encuentro gozoso entre dos mujeres, desvela un flamenco en el que las fronteras se han roto, donde la energía es la protagonista de cada una de las escenas de este recorrido emocional por el que nos sumerge la bailaora, en el que subyace la alegría y el humor con formas gaditanas innegables. Un trabajo que sin duda crecerá, lleva poco recorrido, pero que desvela el deseo de María Moreno de crear en libertad y sin ataduras, sumergiéndose en otros modos de entender el flamenco, pues ella el baile, lo domina a placer y por eso puede asumir riesgos. Por eso anoche el público del Central premió de pie con rotundos aplausos su atrevimiento. El futuro, ya se sabe, es de los valientes.