Marcos Morau: «No entiendo que se piense que la ópera es de derechas y la escena independiente de izquierdas»
El coreógrafo y director estrena el domingo 27 de abril en el Teatro de la Maestranza la obra 'Notte Morricone' con la compañía italiana Aterballetto
Aterballetto baila con la música de Morricone en un espectáculo en el Teatro de la Maestranza

Marcos Morau (Ontiyent, 1982), Premio Nacional de Danza 2013 y director y fundador de la compañía La Veronal, vuelve a Sevilla esta vez como coreógrafo de la obra 'Notte Morricone' que ha creado para la compañía italiana Aterballetto, que se estrena el domingo 27 de ... abril en el Teatro de la Maestranza. Morau, uno de los más demandados creadores actuales, transita por la escena desde el ballet a la ópera con pasmosa facilidad y alegría, creando para múltiples compañías y teatros nacionales e internacionales.
—¿Cómo consiguió la música de Morricone?
—No ha sido fácil, el genio era uno, pero todo lo que envolvió al genio no era tan genial. La viuda no se ha acabado de entender con los hijos. Yo he tenido muy buena relación con Marco, uno de los hijos. De hecho, ha venido hasta los ensayos y ha sido de gran apoyo. La familia, además, tiene encerradas las partituras a cal y canto y hubo que buscar a un director de orquesta italiano que pudiese grabar la música, alguien que fue su amigo en vida y lo encontramos. Primero hubo dificultades, pero luego ya todo fue bien. El director de Aterballetto al principio quería que hiciera 'El Sombrero de tres picos' y yo le dije que no, que quería algo con la música de Morricone, y él me contestó: «No me lo digas dos veces».
—¿Por qué Morricone?
—Soy un gran melómano y me he criado con su música, a mis padres les gustaba muchísimo. La música de Morricone fue la banda sonora de mi infancia. Y yo creía también que Morricone tuvo falta de reconocimiento en vida, la verdad, y quise hacerle un homenaje, porque además su música está vinculada a la imagen del cine, y pensé, ¿qué pasa si la saco del cine y la pongo en otro contexto? ¿Qué emociones emana? Morricone es un compositor cercano, popular, que te gusta escuchar y construyó mucha belleza.
—¿Qué temas de Morricone ha escogido?
—Ha sido complicado porque hay muchísima música. No sólo hay bandas sonoras de películas como 'La misión' o 'Cinema paradiso', sino que además Morricone hacía arreglos musicales para artistas como Mina o Celentano y esas músicas también están ahí. Todo lo que escuchen en una hora y media es de Morricone. Tenía una enorme capacidad de transformar la música.
—Su abuelo fue fotógrafo y quizás por ello usted, en lugar de coreografiar, crea imágenes en el escenario.
—Yo no soy bailarín aunque ahora estoy de lleno en el mundo de la danza, pero siempre me he sentido más cómodo como director de escena o creador. Me gusta componer un mundo, un imaginario, ahí me siento fuerte. La secuencia de pasos me interesa, pero está detrás de todo ese mundo que me gusta componer. Mi formación bebe de muchos universos. La danza me atrapa y soy un gran consumidor de danza, desde Petipá a lo más postmoderno. Lo que ocurre es que ahora o eres un creador comercial o eres independiente, y yo, aunque sí vengo del mundo independiente, me he dado cuenta de que he alcanzado una capacidad de transmitir y hablar tanto a los bailarines de NDT, como a los de la Ópera de París o Aterballetto. Mi capacidad para contar con imágenes me da mucha libertad y me gustaría que me la diese el teatro, pero la palabra me bloquea mientras la danza me libera. Me gusta la palabra, pero en un contexto donde el movimiento esté presente.
—Quizás el término coreógrafo se le haya quedado corto.
—Puede ser y me he dado cuenta a tiempo y con 42 años he pensado: «No, yo no he venido aquí a hablar de coreografía, sino a hablar de algo más». La coreografía no se me queda corta, pero sí me limita. Me siento cómodo cuando me dicen que soy director de escena, porque soy capaz de usar la danza, pero voy a hacer una ópera dentro de nada, puedo trabajar para el cine, para el teatro...
—Se encontró con el flamenco en la dirección de la obra 'Afanador' del Ballet Nacional de España, ¿cómo fue ese encuentro?
—Entré al flamenco desde el final, porque entré con Israel Galván y con Rocío Molina. Yo trabajaba en 2006 en el Mercat de les Flors como acomodador, y allí traían las vanguardias y lo que vi de flamenco fue a ellos. Cuando conocí a Rubén Olmo para hacer 'Afanador', todo el mundo de la transvanguardia ya lo tenía en el cuerpo. El Ballet Nacional era un punto de unión entre lo más convencional y estandarizado con mi mirada que era más rupturista e iconoclasta. Luego empecé a saber mirar en el flamenco a artistas como María Pagés, a otro tipo de creadoras no tan rupturistas pero que han trabajado el cuerpo de una manera más personal, y al final a mí lo que me gusta es reconocer la identidad de alguien. Hablamos de un mundo en el que lo más difícil es tener capacidad de poseer una identidad propia, donde el plagio y el copiar es tan gratuito, que encontrar a alguien que sea tan suyo, aunque no sea lo mejor o lo que te guste pero ha tenido capacidad para tener una voz.
«No entiendo que se diga que la ópera es de derechas y la escena independiente, de izquierdas»
Marcos Morau
—Caballero de las Artes y las Letras en Francia, artista asociado del Staatsballett Berlín y de la Trienal de Teatro de Milán sucediendo a Romeo Castellucci..., y ¿en España, qué?
—Y también me acaban de nombrar coreógrafo asociado del Nederland Dans Theater... y en España... nada. No paran en Europa, pero en España las cosas son muy escuetas, aunque a mí esa castidad me ayuda a crecer. Les pasa a otros artistas que triunfan fuera y aquí no. En ese sentido somos un país poco agradecido. Yo quiero mucho a mi país, soy valenciano y soy español, aunque como decía Dante, el mundo es mi patria, tengo esa fortaleza y esa suerte. Y como español no tengo problemas es decir las debilidades que tenemos. Voy creciendo, estrenaré mi próximo espectáculo en la Bienal de Venecia. Pero eso sí, estoy dispuesto a ayudar siempre que me llaman en mi país para ser jurado y participar en iniciativas. Pero hoy por hoy no me van a dar la residencia en un teatro o la dirección, la vida es como es.
—¿Cómo desligamos en España el arte de la política? ¿Se puede?
—Gran pregunta, porque en otros países, como en Francia, la cultura y la política van separadas. Allí hay un comité de expertos que no están condicionados con la política de turno. Hay que intentar que el arte no responda a los intereses de un gobierno, ayuntamiento o comunidad, es decir, políticos. Hemos visto lo que ha pasado con el Ballet de la Comunidad de Madrid. Me gustaría que fuéramos capaces de hablar de esto, porque nadie habla. Tenemos un ministro de Cultura que quiere que la Compañía Nacional de Danza obedezca a unas directrices concretas, bueno, entiendo que él tiene una visión política del arte, pero si cambia el gobierno, ¿cambiará también esta dirección política cultural de la compañía? ¿Tenemos que someternos los artistas a lo que el político quiera? ¿O tiene el político que aceptar que el artista es libre y que las compañías y las instituciones culturales españolas deben ser libres? Todo está politizado, vas a un museo o a un teatro y todo lo está. ¿Cómo separamos esto? ¿Por qué tenemos programación cultural de derechas o de izquierdas? No entiendo que se piense que la ópera es de derechas y la escena independiente de izquierdas. Cuando hay mucho dinero el espectáculo es de derechas y si hay un desnudo, estamos en una cosa progre, no señores, no. Es absurdo. Intentemos que las programaciones culturales sean libres.
'Notte Morricone'
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Dónde: Teatro de la Maestranza.
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Dirección: Paseo Colón, 22.
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Cuándo: domingo 27 de abril.
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Horario: 19 horas.
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Pecio: desde 30 euros.
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Entradas: Teatro de la Maestranza.
—¿Si le ofrecieran la dirección de una compañía o un teatro en España, aceptaría por militancia cultural?
—Pues no lo sé. Cuando fui jurado de la selección de la nueva dirección de la Compañía Nacional de Danza, de los que se presentaron el noventa y cinco por ciento de ellos querían trabajar conmigo, y la gente me decía: «¿Por qué no te has presentado tu a la dirección de la CND?» Y yo les dije, porque tengo 42 años y no me siento capaz de atarme, mi lugar está en otro sitio. Ahora mismo, no. Pero en un futuro quiero aprovechar mis conocimientos y devolver lo que he aprendido, no sólo dirigiendo una compañía, sino también un teatro. ¿Cuándo?, no lo sé.
—¿Hasta cuándo está su agenda completa?
—Hasta dentro de cuatro años. Lo próximo es el estreno con la Veronal en la Bienal de Venecia, luego la Staatsballett Berlín y en enero próximo trabajaré en la Ópera de París.
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