Bajo los pies, el flamenco

Eduardo Guerrero estrenó en Sevilla su última obra en el teatro de la Maestranza, una obra en búsqueda de nuevas estéticas

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'Debajo de los pies' del gaditano Eduardo Guerrero y estrenada en Sevilla en el teatro de la Maestranza guillermo mendo

'Debajo de los pies'

  • Coreografía: Eduardo Guerrero, Marco Flores, Alberto Sellés y Sara Jiménez
  • Dirección de escena y dramaturgia: Mateo Feijóo
  • Dirección musical: Joselito Acedo
  • Asesoramiento: David Lagos
  • Audiovisuales y espacio sonoro: Los Voluble
  • Asesoramiento coreográfico: Rocío Molina e Iván Amaya
  • Diseño de luces: Benito Jiménez
  • Baile: Eduardo Guerrero, Julia Acosta, Sara Jiménez
  • Guitarra: Joselito Acedo
  • Cante: Jesús Corbacho
  • Percusión: Antonio Carmona
  • Teatro Maestranza. Día: 19 de octubre de 2025.

El gaditano Eduardo Guerrero es un ser inquieto en el mundo del baile. Si en sus inicios se rodeó de profesores tradicionales en su Cádiz natal, pronto formó parte de los elencos de compañías que buscaban, desde sus protagonistas, Eva Yerbabuena y Rocío Molina, ... nuevas estéticas y formas en el flamenco del siglo XXI.

Por eso, desde su tradición más enraizada en el flamenco, Guerrero lleva buscando incansablemente nuevas formas de expresarse a través de un lenguaje coreográfico en el que, además de pedir, como en esta creación, la participación de compañeros en la coreografía, también pide la mirada externa de otros para poder generar un espectáculo que se adapte más a sus necesidades vitales y creativas.

'Debajo de los pies', es una obra que se enmarca en lo que podríamos llamar el flamenco de hoy, en el que los palos se mezclan con episodios performativos que van realizando un relato absolutamente ajeno a lo acostumbrado, generando escenas que nada tienen que ver con las visuales folklóricas y coloristas de primeros del siglo XX.

Y a ello añadimos la participación del dúo compuesto por Pedro y Benito Jiménez, Los Voluble, que han realizado una creación audiovisual muy a tono con las formas contemporáneas que estos artistas imprimen al flamenco, tanto en imágenes como en espacio sonoro, alejados por supuesto de lo tradicional.

Así las cosas la obra indaga en una estética contemporánea desde sus inicios, cuando los intérpretes, bailaores, guitarrista, percusionista y cantaor, se ponen a boca de escenario y quedándose en ropa interior, se cambian todos a un atuendo inmaculadamente blanco. En la obra todos intervienen, no hay músicos estáticos.

Algo de agradecer en esta pieza es el diseño de luces absolutamente abierto y lumínico que nos permite salir de los claroscuros barrocos que tanto se producen en los últimos años en los escenarios, teniendo a veces que buscar denodamente a los intépretes entre incómodas sombras. En este caso no, 'Debajo de los pies' tiene tanta luz como un día de verano en Cádiz. Magnífico.

Una serie de tiras blancas acotan el escenario conformando un espacio casi redondo, y sobre estas tiras se van proyectando los audiovisuales al mismo tiempo que sirven de lugar de entrada y salida de los intérpretes. Muy original y efectivo.

Vaya por delante que el elenco al completo es impecable. Tanto la guitarra excelente de Joselito Acedo, el cante de Jesús Corbacho o la percusión de Carmona, se acoplan perfectamente a los requerimientos coreográficos de esta pieza, con algunos momentos musicales bellísimos, pese a que la alta sonorización en la primera parte de la obra nos impedía oir bien el zapateado (pese al suelo acústico), o el breve diálogo entre los bailaores, menos mal que después se bajó el volúmen. El baile está en alto nivel y además de los movimientos corales, la coreografía permite que los tres, Eduardo Guerrero, Sara Jiménez y Julia Acosta protagonicen momentos destacados que los singularizan.

Hay en el audiovisual dos proyecciones, una con el cante por romance de Tío Maleno y otra de la trianera Remedios Amaya que ponen el instante tradicional y de añoranza al baile de Guerrero, muy buen toque para recordar a los que fueron y siguen siendo.

Debo decir que cuesta trabajo entrar en el inicio de la obra, con un relato algo desordenado al que tampoco ayuda la coreografía desigual, que se revela entre el contemporáneo y el flamenco contenido. Es prerrogativa del creador hacer las cosas a su modo, y su libertad está hacerlo sí, y la mía comentarlo. Sin embargo, a partir del paso a dos que realiza Eduardo Guerrero con Sara Jiménez, la obra empieza a encajar de manera natural, tanto porque el baile toma todo el protagonismo (tengo la manía de que lo que me gusta es ver bailar), como porque va 'in crescendo', como debe ser en escena. A partir de este paso a dos, el climax del espectáculo entra en el universo adecuado.

Pero es el baile el que toma la escena en esta obra que según Guerrero se inspira en los cuadros del Bosco. Alegrías, tangos, bulerías, soleá, y un excelente guiño a su tierra, el carnaval de Cádiz con los tradicionales pitos con los que al final interpreta el baile por tanguillos en el que se expresa Guerrero con todos los quiebros y remates tan característicos de su tierra gaditana, y con bromas de las bailaoras intentado que Guerrero soltara el pito tirándole encima la bata de cola en un hilarante momento.

Mientras el baile sucede, el audiovisual se produce proyectado en las tiras blancas, con sonidos de disparos, de bombas, imágenes impactantes de guerras, de muros, números que significan los kilómetros de muros que hay en el mundo y que nos separan, y finalmente, creaciones geométricas, que recuerdan a las antiguas películas de Valdelomar o del Equipo 57 en blanco y negro, y que se conjugan perfectamente con el ritmo del zapateado.

Cierra Eduardo Guerrero el espectáculo con su baile en solitario, bajo sus pies está el flamenco, con una estética recia, de intensísimo y vertiginoso zapateado, con su braceo característico que es amplio y extenso y que no sólo se resume a escorzos, y por el que finalmente se pone el público en pie. Una obra atrevida, valiente, hecha en una libertad que es de admirar y que sigue el camino de la indagación que este gaditano inició hace años y en el que dice que quiere continuar. El futuro será testigo.

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