Entrevista
Valeria Castro: «Lo vulnerable es algo en lo que, en mayor o menor medida, coincidimos todos»
La artista canaria presenta el 9 de junio su primer álbum, 'con cariño y con cuidado', en el Cartuja Center Cite con todo vendido, en la que será su primera visita a Sevilla
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Qué hacer esta semana en Sevilla
E. M. Malpartida
Sevilla
Cuando la raíz de un disco está en la sinceridad, las canciones esparcen sus semillas por dentro, en nuestro interior, con mucha más facilidad. El mensaje entra sin obstáculos en tierra fértil y, con el tiempo, germina, crece y conecta con todo aquello que nos ... emociona. Llega hasta el techo, cubre las paredes, cose las heridas y se convierte en parte de nuestro hogar. Así pasó lo que tenía que pasar: el primer disco de Valeria Castro (La Palma, 1999) ha echado raíces así de profundas en Sevilla, hasta el punto de vender todas las entradas de su primer concierto en la capital hispalense. Este 9 de junio, en el Cartuja Center Cite, Valeria Castro recogerá los frutos de todas esas semillas que han ido diseminando —poquito a poco— las canciones de su primer LP, 'Con cariño y con cuidado' (2023).
-Llevas una racha muy intensa desde que salió el disco, compaginándolo además con los estudios. Ahora vienes de hacer seis conciertos en Canarias, coincidiendo incluso con el Día de Canarias de por medio… ¿Cómo estás?
-(Ríe) Estoy muy bien. ¡Muy contenta! Han sido días de una intensidad muy grande a la que no estaba acostumbrada, pero se compensa muy fácil con lo bonito que está siendo. Al final es eso, la gira del primer disco de larga duración que saco y con un equipo precioso que hemos montado que está remando para que todo sea perfecto. Y la gente también rema, vamos, mucho más de lo que yo esperaba. Se están emocionando mucho con los conciertos. Veo mucho pañuelo, mucha lágrima y eso para mí es lo que me reconforta. Lo que hace que todo valga la pena, que la gente se emocione allí. Así que no puedo decir otra cosa, estoy muy feliz y muy agradecida de todo lo que está pasando.
-Te acogen con muchísimo cariño en todas partes, pero en tu tierra, además, con una emoción y un sentimiento muy especial.
-¡Totalmente! La verdad que sí. Tengo una enorme suerte. A veces pienso «lo voy a decir y lo voy a gafar», pero me siento afortunada de ser un poco profeta en mi tierra, me quieren mucho y yo quiero y cuido mucho allí también. Veo la respuesta de la gente con la que has crecido, también de las otras islas, pero al final del entorno que todos compartimos, ser de allí de Canarias… Y es muy bonito, porque quiere decir que el mensaje está llegando. Mi proyecto está muy basado en eso, en la tierra, y pongo un asterisco en las raíces. Ver que la gente lo recibe así, desde las propias raíces, en Canarias, es algo que para mí significa mucho. Lo significa en todos lados, pero en casa significa que el mensaje ha llegado donde tenía que llegar.
-¿Cómo se vive eso? Es verdad que la música es un trabajo más, como te he oído decir otras veces pero, ¿cómo se lleva esa sensación? Un día estás en tu casa escribiendo una canción y meses después estás en una sala repleta de gente emocionándose con tu música allí, en Canarias.
-(Ríe) Hay que tener los pies en el suelo, que es algo que a mí siempre me han enseñado en casa, pero yo lo vivo bien. Es el resultado de un esfuerzo. Al final, el nacimiento de un proyecto nace ahí, con una guitarra en casa, pero luego pasa por otras muchas fases: producirla, hacer un plan para que vaya bien y ver después a la gente así... Lo pienso mucho, esta canción que salió del corazón en ese momento en que la escribí, salió para desahogarme, para cuidarme a mí misma, pero con la intención de que llegue y cuide a la gente. Lo disfruto mucho.
Tengo la suerte de vivirlo con mucha ilusión pero con los pies en el suelo y de poder decir «esto es un trabajo». Uno muy bonito, con una respuesta muy bonita, pero es un trabajo normal y corriente. Hay que estar agradecida porque sé que no es normal, no voy a la oficina de ocho a dos, pero estoy agradecida por el tiempo que me dedica la gente. Hay que ponerlo en unos límites donde sepas recibirlo bien, con agradecimiento y los pies en el suelo.
-Me gusta eso de que haces música «para cuidar a la gente». Partes desde ese proceso terapeútico de sanarte a ti misma, de cuidarte, pero me parece un gesto de generosidad decir que lo haces para acompañar a la gente, porque al final la soledad es un problema en nuestra sociedad y la música, los conciertos, hacen que la gente no se sienta sola y conecte, ya sea con el artista o con otras personas.
-Claro, claro. Parte de la base de que yo soy compositora y cantante, hago esa música para la gente pero también soy consumidora. A mí también me ha sanado la música. Hago cosas para la gente porque sé cómo la música puede ayudar, entonces mi objetivo también es llegar como me han llegado a mí. Tirar de ese hilo: esto que yo he vivido quiero hacérselo vivir a la gente con mi música. No voy a ciegas, ya sé la sensación que quiero buscar, quiero arropar a la gente. Estoy muy agradecida de conseguirlo porque al final es muy difícil llegar a la gente y conectar con ellos.
Y más con esas entradas vendidas… A mí me sorprende mucho Sevilla, porque es la primera vez que vamos y es muy bonito saber que conectan en todos los sitios a los que estamos yendo.
-¿No habías estado en Sevilla antes?
Pues la verdad es que no. Tengo amigas allí y siempre me había quedado la espina de no haber ido antes, pero la verdad es que no, no, todavía no tengo la suerte de haberla visitado. Este viernes será la primera vez, pero espero que no sea la última, que haya muchas más veces.
-¡Seguro que sí! Volviendo a lo de escribir canciones, como compositora, ¿cómo es ese momento en el que sale el chispazo? ¿Sueles ir a encontrarlo o tienes un momento especial en el que llega?
(Ríe) Si fuera tan práctico no saldrían las cosas como salen.
-¿Verdad?
Sí, sí, sí. Hay que esperar a que llegue, pero a mí me llega bastante sola, en la soledad, creo que ahí se conecta con lo que realmente te está pasando. El corazón. También en la época que estoy viviendo yo de mucha vorágine de cosas, muchos conciertos, grabaciones, entrevistas y todo el día estoy haciendo cosas… pero en el momento en que llego a mi casa y reconecto con «qué me está haciendo esto sentir», «qué tengo alrededor que me está rondando por el corazón», casi más que por la mente…
Creo que en ese momento es en el que se escribe más sobre la verdad. Estoy dándome cuenta de que mis canciones, por lo que cuenta la gente y no hablo por nadie en concreto, emanan de la verdad. Es lo que siempre he intentado, que se vea puro y que se vea sincero sobre todo. Al final la sinceridad conecta, todo el mundo la siente y se siente identificado. La vulnerabilidad, también, lo vulnerable es algo en lo que, en mayor o menor medida, coincidimos todos. En los momentos de vulnerabilidad. Escribir desde ahí es escribir desde la verdad con la que luego la gente se siente identificada, por haber sentido eso también.
-Eso conecta también con el propio título del disco, conectar con la gente desde la sinceridad y la vulnerabilidad, pero también desde el cuidado y el cariño. Ahí hay una contrarrevolución como forma de hacer las cosas ante un sistema que nos exige consumir, desechar, competir… Se nos olvida muchas veces justo eso: la bondad del cuidado, el cariño, que somos vulnerables.
Totalmente, qué bonito eso que me dices de la contrarrevolución, no lo había pensado y me parece precioso. Creo que sí, que juego a la contrarrevolución no desde lo agresivo, que también tiene ubicación en el corazón de una y el discurso de una, pero no es normal dejar ver eso, lo vulnerable, lo pequeño. Ese momento en que te sientes más pequeña. Creo que se intenta remediar con el cariño y el cuidado, que es algo que me han inculcado a mí y creo que hay que defender.
En la vida se lucha de alguna manera también desde la ternura que es la mayor revolución a estas alturas, como bien decías tú. El ambiente y la vida en general es lo suficientemente dura y difícil, por todas las circunstancias que decía, las que tenga cualquier persona, como para no tratar de cuidar lo que estamos haciendo, de tener un cariño con los tuyos, con la gente, con lo que haces… Intento ver la vida así, hacer las cosas así. Mi proyecto es mi vida, intento plasmar lo que siento y lo que vivo ahí y el cariño y el cuidado era algo que tenía que plasmarlo como fuese. Me siento muy orgullosa de que mi primer disco pase por esa sinceridad y esa ternura que defiendo y reivindico como revolución.
-Estoy muy de acuerdo con lo de la ternura. No hay que confundirla con la docilidad, justamente como en tu disco, que también tiene garra, fuerza, atrevimiento.
Claro, la clave es que haya hueco para todo, que no todo sea amargo ni dulce, porque se pierden cosas en ambos extremos. En lo amargo se pierde lo bonito de la vida y en lo dulce se pierde la reivindicación frente a lo que hace daño. Entonces, he intentado buscar ese equilibrio desde el autoconocimiento, desde mirarme a mí misma, a lo que estaba sintiendo, y plasmar eso: lo bueno, lo malo, lo duro, lo más fácil. Todo lo que sentía, que es de donde parte mi proyecto.
-Creo que has conseguido ese equilibrio. El otro día comentaba con unos amigos que iba a ir a tu concierto y me sentí raro cuando me preguntaron «¿qué música hace?», porque lo primero que me venía a la mente era «cantautora», que sí que lo eres, pero tampoco era una etiqueta con la que te definiría porque pones el altavoz en otras cosas que no son canción protesta ni románticas, también tienes mucho de folclore... Ahí es donde está ese equilibrio, ¿no?
(Ríe) Totalmente. Qué bonito eso, porque yo misma no me sé definir aunque me conozco perfectamente. Es normal que no me sepa definir porque no tengo las palabras, porque me siento en muchos sitios, pero que la gente lo vea así es una victoria: desde la canción de autor al folclore. Es lo que busco, acercarme a las cosas pero ser parte de mi propio discurso, simplemente. Me gusta eso, esa pseudo etiqueta que no es ninguna etiqueta a la vez. La mayor etiqueta es la emoción que intento transmitir a la gente, de donde parten las cosas. Sean del género que sean. Últimamente no reivindico nada las etiquetas y creo que ya cada uno con la etiqueta que haga un poco lo que le apetezca, siempre desde el respeto, ¿no?, pero sin tener que ponernos etiquetas ninguna.
-Más que etiquetas lo que sí veo claro es un imaginario en tu disco. Proyectas en las canciones ese imaginario a través de las cosas que nombras: raíces, costuras, viento, flores, hogar, fuego, campo, semilla, garganta, pulmón. ¿Cómo es ese proceso de escritura? ¿Qué inspira ese imaginario?
Sí, parte de eso, de un imaginario. A mí no me gusta ser explícita en las canciones porque creo que lo explícito pertenece a las conversaciones, al día a día, y la música tenemos dos o tres cuatro minutos para contarlo y hay que buscar la manera más bonita y tierna, a la vez que con garra, para hacerlo. Creo que mi cabeza está muy enfocada en mi casa, en todo lo que había pasado, en todo el fenómeno allí, en la Isla de la Palma, y eso me ha llevado a priorizar y aprender, a reconstruir, en mi vida misma. A partir de ahí, pensé: «Sin querer ser literaria aquí, ¿cómo puedo evocar todo lo que he aprendido?» Lo primero que me venía a la mente era eso, el imaginario de la tierra, de la semilla, de lo terrenal y del hogar.
Evocarlo de esa manera para mí ha sido sanador porque he encontrado el hueco que necesitaba para contarlo, porque al final era mi historia, mis aprendizajes. Para ser literal ya se lo cuento a mi psicóloga (risas) y ya luego lo bonito lo hago en forma de música y de poesía, porque yo a las letras le doy mucha importancia para que lleguen desde el lateral pero al corazón de la gente. Por la respuesta de la gente, al menos de unos pocos, creo que lo he conseguido. Estoy muy orgullosa de este trabajo, de encontrar ese imaginario con el que me sintiera representada y cómoda.
-Tus letras tienen un peso muy importante en tu música. Hay algunos versos de este disco muy potentes, como: «Quien no cuida su tierra y no está a su vera no ve lo duro de la primavera». Hay una idea ahí, también, sobre la forma en la que cuidamos la tierra. Intentamos «minimizar el daño» en vez de «cuidarla» de verdad.
La verdad que sí, esa frase es bonita porque puede significar otras cosas. Nacía desde lo metafórico y lo personal, desde esa primavera en que parece que todo es bonito, cuando florecen las flores, y hay un proceso detrás para llegar ahí, pero también hay un mensaje con el medioambiente, donde tenemos mucho que hacer y corregir. Mis canciones también pueden evocar eso, tanto personal como medioambiental, y yo encantada (risas), porque al final soy partidaria de esa reivindicación.
-Hay otro verso en el que dices «y no pienso hacer nada más, más que quedarme aquí, cuidando la raíz». Los que hemos salido o salimos de nuestra tierra a vivir fuera tenemos que intentar no solo cuidar nuestra raíz sino también intentar echar raíces fuera. ¿Cómo llevas eso, en tu caso?
Al final todo parte de las raíces, sea de donde sea. Llevo ya seis años en Madrid porque vine a estudiar una carrera universitaria y sigue siendo complicado, tengo las raíces tan bien puestas en Canarias que sigue siendo complicado (risas). Bueno, es bonito reconocerse la raíz en otro sitio, intentar echar raíces sabiendo dónde están las propias y yo creo que Madrid es para mí una ciudad muy bonita porque venimos mucha gente de afuera y echamos esas raíces… Para mí, haber venido aquí ha sido una especie de reconocimiento de las propias, ¿no?
A veces hay que irse fuera para reconocer más lo propio. Sí que yo ya lo tenía reconocido, pero sí que es verdad que salir me evocó a reconocerlo aún más, y yo creo que a día de hoy, igual si me hubiera quedado, tendría todo el cariño y el amor a la tierra pero de un modo distinto al que tengo ahora por la añoranza. Querer volver es una frase que está pintada en mi pueblo, justo en una de las paredes y es algo que reivindico mucho. Te vas para tener esa añoranza y querer volver de nuevo.
-Estas canciones que se incluyen en el disco están escritas en un lugar y un tiempo muy concretos. No sé si ahora estás teniendo tiempo para componer, ¿hacia dónde van las nuevas canciones de Valeria Castro? En un momento vital tan distinto al anterior.
Parece mentira, pero sí, sí que tengo tiempo para componer. Desahogarse, para eso encuentro tiempo en cualquier momento. Y, bueno, sí que estoy componiendo. Soy una persona muy paciente a la hora de componer y escribir y nunca publicaré una canción que escribí ayer, al día siguiente, porque tengo mucha paciencia para autocriticarlo y dejarle tiempo para reposar. Las canciones que están saliendo en estos meses, en estas semanas, las estoy dejando reposar.
Todavía no hay un rumbo claro, pero sí que me doy cuenta que mi forma de componer está, cada vez más, pasando por una sinceridad y una honestidad propias muy palpables al intentar enfocarme en lo que está pasando en mi vida en ese momento. Tengo la enorme suerte de tener un trabajo que me cura, que me sirve de autoterapia y creo que eso va a seguir así mucho más tiempo, porque me viene bien y espero que le venga muy bien también a la gente.
-En tu disco el acento está muy presente, tanto en lo musical como en lo vocal. Como andaluz es algo que aprecio porque en muchas zonas de España tendemos a esconderlo por un pudor o una vergüenza que hemos interiorizado y exponerlo es un poco hacer como una terapia del acento, ¿no?
Qué bueno que tú siendo andaluz, de otra comunidad y con otro acento, también lo veas como propio. Creo que cada vez estamos siendo más los artistas que lo reivindicamos porque hemos estado mucho tiempo en el que se nos ha intentado silenciar. Escucho vídeos que tenía con 18 años al llegar [a Madrid] y siendo más pequeña es normal que a una se le peguen los acentos de otra gente, pero cada vez más soy consciente del valor que tiene venir de una tierra con una personalidad propia que hay que defender.
Muchas veces también la gente de otras industrias, incluso de la cultura, no lo valoran tanto. Pero estamos reivindicándolo y la gente lo valora porque también es algo político: defender lo propio, que no te cambien. Es parte de una idiosincrasia, una forma de vivir que llevamos dentro quienes venimos de otros sitios diferentes.
-Es un gesto también de autoestima.
Claro, claro, totalmente. Es muy complicado gestionar la autoestima. Como cualquier persona yo también tengo mis pequeños problemas de autoestima, pero para mí haberme dado cuenta de eso, de que mi forma de cantar también pasa por ese acento, y defenderlo, porque en este disco he sido muy consciente de ello, es una forma no de aceptarme, porque siempre lo he hecho, pero también de querer que la gente tenga que aceptarlo por narices, de alguna forma, ¿no? (risas). Yo ya lo he aceptado, así que es una forma de que no haya nadie que no acepte esto, porque al final es idiosincrasia y eso hay que defenderlo.
-Qué acertado es eso, que la gente tenga que aceptarte tal y como eres. Además en un trabajo así, con esta exposición, donde la gente tiende a formarse una imagen de quien eres por lo que muestras en el escenario, en las canciones, en las entrevistas, pero, ¿hay algo que no muestres a tu público, un lado que esté más agazapado de ti?
Creo que por eso mismo, por estar creciendo en la industria, me veo llenando sitios y que mi cara está en todas partes y tiro por esa sinceridad porque no quiero esconder, no me gusta que la gente vea otra cosa que no es, sino sentirme yo misma en todos los sitios en los que estoy. Creo que no tengo mucho más que esconder, supongo que el miedo, y aún así también lo plasmo para quitármelo: «Hola, mi querido público, tengo miedo, como lo tenemos todos» (risas).
Sí, todo eso que podría esconder lo pongo delante pero como autodefensa: esto es lo que tengo. No todo es una coraza, hay una vulnerabilidad que al hacerla visible es lo que hace que todo eso se vaya reduciendo para no paralizarte, sino que te acompañe con la ternura que esa misma vulnerabilidad tiene.
Concierto Valeria Castro
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Dónde: Cartuja Center
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Dirección: calle Leonardo da Vinci, 7 (Isla de la Cartuja).
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Cuándo: Viernes 9 de junio
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Horario: 20 horas
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Precio: Desde 18 euros
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Entradas: agotadas
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