'La bella Susona', primera ópera 'made in Sevilla'

Es verdad que en el inicio una superposición de sonidos revoloteaban -literalmente- por la enorme sala, como si se tratara de una demostración de Dolby Atmos, mientras en el foso la orquesta enfrentaba sonidos inestables, poco amigables, entre sí y quizá con sonidos pregrabados. La primera voz se oía achacosa mientras se arrastraba entre la niebla. Pero este Preludio del final figuraba en el libreto con el 'I. Muerte'.

Pero había otro frente simultáneo: se ponía en pie una historia de amor basada en el siglo XV y principios del XVI ocurrida en Sevilla, así que la escena II (o parte) se titula 'Origen', que comienza con la protagonista entonando 'Sevilla, Sevilla, Sevilla', usado además como una especie de estribillo, que por una parte no sabemos si apunta al himno de algún equipo de fútbol local, pero seguro que busca la connivencia del público.

Además, hubo constantes referencias locales, como al azahar, limonero, arrayán, palmeras, que mezclado con versos como 'Era el latido de mi casa, /en el patio de albero' parece llevarnos a los recuerdos del poeta. Pero también en nombres, lacerías proyectadas o la constante alusión al río, siempre tan polisémico, todo lo cual nos parece bien, frente a las óperas que citan la ciudad de pasada o hacen que nos la imaginemos. Y viene igualmente bien, por si el día de mañana a alguien se le ocurre contratar una producción sobre esta ópera y quiere ubicarla en Ceuta. ¿Cambiarían el estribillo por 'Ceuta, Ceuta, Ceuta'?

Pero como decimos, apareció finalmente la melodía, no a la manera tradicional, sino entre el recitativo y arioso, si bien el autor nombra como aria la parte V (Tormento), en la que desde luego hay agudos pronunciados para la soprano ('Estoy lejos, tan lejos') y nos pareció que aún más cuando se pregunta insistentemente '¿Quién soy?', un momento verdaderamente angustioso. Press tiene una voz muy delicada, elegante, sutil, y aún así pudo desahogadamente con los agudos y aún con los saltos interválicos siempre tan comprometidos para la voz.

La ópera no se suele apoyar en los acordes, ya que la orquesta ya hemos dicho que desde el principio hilaba lo que solemos encontrar en las obras contemporáneas; sin embargo, los coros movían sus texturas por lo general de manera homofónica, aunque podríamos decir que nos sonaban a acordes vacíos, principalmente cuartas y quintas, que aportan una mayor hosquedad. Así que el papel del coro tampoco fue fácil, pero lo resolvieron tan estupendamente como suelen.

Luis Cansino, como padre de la zagala, a quien tantas veces hemos visto y disfrutado con él en la zarzuela, conserva su registro en buena forma, pero un vibrato algo exagerado le afea parte de su voz. Todo lo contrario que José Luis Sola, Guzmán, con una voz deslumbrante, segura, limpia y de excelente dicción, además de una buena carga de expresividad. A él también correspondieron partes melódicas que dejaban ver ligeramente escalas árabes.

En la parte de la 'Traición' vuelve a aparecer el coro con un ritmo a cargo de la percusión, al que se unirán metales sincopados, que podían recordar a las escenas más movidas de West Side Story, salvando todas las distancias que se quieran. Y también aquí aparece el contratenor Federico Fiorio (Pulgar), con un registro muy natural, como decíamos del de Currentzis, como si no fuese falsete. A Marina Pardo también la hemos seguido desde hace muchos años, y nos parece que conserva su voz en buenas condiciones, si bien no es especialmente comprometido.

El director musical con llevar todo para adelante ya tiene nuestro reconocimiento, sobre todo con la parte de la orquesta, además de ser muy respetuoso. No decimos si fue respetuoso o no con las voces, porque no dependía de él, sino de la mesa de sonido, ya que todo estaba amplificado.

La producción está muy bien hecha, y en ella sobresale la labor de la videografía, mientras que en la escena estaba acertadamente resuelta la simultaneidad que a veces se producía mediante una especie de habitáculo superior, que sin ser original, sí era muy adecuado. La iluminación estaba muy limitada, por la oscuridad requerida, excepto en esos momentos del rectángulo superior. Rico vestuario de época para los protagonistas, excepto para la 'femme fatale', Susona. El libreto nos resultó pretencioso con aspiraciones de 'trascender'. Las frases, además, no corrían, se trababan con frecuencia (sabemos que esto no iba de versos ni de consonancias, pero un mínimo de ritmo prosódico, por muy contemporáneo que sea todo, no debía faltar).

Carretero es el último compositor que se añade a la lista de autores de óperas sevillanas, pero el primero nacido en la ciudad. Qué más se puede decir.