CRÍTICA DE MÚSICA
Crítica de Gran Selección de Teodor Currentzis en el FeMÀS: El señor de los sonidos
Teodor Currentzis y su musicAeterna han llegado a Sevilla en un momento culmen en la carrera del director
En la maleta traían una obra fetiche para ellos, el 'Requiem' de Mozart, una obra grabada hace 14 años y que tras susatrevimientos iniciales, hoy nos parece más fresca y viva que nunca. Sin duda, el concierto de la temporada
El FeMÀS cerrará con 'El Mesías' el Domingo de Ramos y hará un mapping en la Torre del Oro
Currentzis en un momento del concierto
[Antetítulo]
Gran Selección / FeMÀS 2024
- Programa: 'Concierto para piano y orquesta nº 24' enDo menor (K 491) y 'Réquiem' en Re menor (K 626) de Mozart.
- Intérpretes: Olga Pashchenko (piano). Elizaveta Sveshnikova (soprano), Andrey Nemzer (contratenor), Egor Semenkov (tenor) y Alexey Tikhomirov (bajo).
- Dirección: Teodor Currentzis.
- Lugar: Teatro de la Maestranza.
- Fecha: 12/03/2024.
Nos sirve la obra que ocupaba la primera mitad del programa, el referido concierto mozartiano en Do menor. El protagonista del mismo era un fortepiano que hizo sonar convenientemente la solista rusa, ilustrándonos además en perfecto español con el dato de que el instrumento ... era una copia de un Anton Walter, de la época de juventud de Mozart, el original hoy en su casa natal de Salzburgo. Nos sorprendió que recurriese a un retorno, pero es que todavía estos instrumentos no estaban pensados para auditorios tan grandes. Aún así, el instrumento demostró tener un rango dinámico no especialmente amplio, si bien la Pashchenko procuró recorrerlo entero, incluso con unos recursos similares al pedal derecho del piano y a la sordina, con los que nos ofreció un 'crescendo' en el que vimos cuánto daba de sí este fortepiano.
Se lució igualmente en los movimientos rápidos, en los que demostró un dominio de ambas manos extraordinario, mientras en el lento sobresalió su delicadeza, elegancia y ternura. Todavía brindó dos propinas bastante largas: el 'Concerto di Cembalo Per Sua Altezza lmperiale Gran Duchessa di Russia' de Borniantsky y las '32 variaciones Woo80' de Beethoven, ambos a una velocidad verdaderamente endiablada.
La segunda mitad del concierto resultó sorprendente por iniciarse iluminado sólo por una vela mientras un pequeño coro de hombres cantaba en estilo cercano al gregoriano el inicio del ritual de un Requiem, al que siguió la 'Música fúnebre masónica K 477' de Mozart, que tampoco figuraba en el programa inicial ni fue anunciada de viva voz.
Y por fin el 'Requiem'. Y ahí comenzó verdaderamente la magia. Es claro que el acompañamiento que el grecorruso había ofrecido a Pashchenko estuvo lleno de intensidad, detalles, minuciosidad e interés, pero esto fue otra cosa.
Podría parecer que dirigirlo de memoria era un signo de suficiencia, pero pronto vimos que no, que simplemente lo ha ensayado tanto que ha llegado a interiorizarlo completamente. Digamos también que la orquesta, que con el clave había contado con dos contrabajos (impleméntese proporcionalmente al resto de la cuerda), ahora los doblaba, de manera que eso podía suponer el típico muro para las voces del coro y, desde luego, para los cuatro cantantes solistas, colocados entre la orquesta y dicho conjunto vocal.
Pero nada de eso. Ya desde 'Requiem eternam' las voces se balanceaban lastimera, pero muy flexiblemente sobre los contratiempos de la cuerda media-aguda.
Luego siguieron unas límpidas articulaciones sobre el fugado del 'Kyrie' y luego del 'Christe', eso sí, en lo que podríamos llamar una fuga a la carrera. Sin embargo, nos maravilló que en ese final esplendente, que fácilmente podía haber buscado el aplauso extemporáneo, Currentzis nos metió inmediatamente en el 'Dies irae', un momento verdaderamente electrizante, donde todos los miembros orquestales y vocales se entregaron sin reservas, y siempre respondiendo raudamente a la gestualización del director: es increíble que no le pierdan el ademán en ningún momento, tanto si entran como aquí con urgencia como si decide retener el momento hasta que crea oportuno. Es verdad que en la repetición de las palabras 'dies irae' puede que sobrara una suerte de 'sforzando' súbito, que se renovaría en 'dies illa', si bien los contrastes entre hombres y mujeres, y fuertes y pianos, vendrían a compensar estas licencias.
Uno de los momentos más notables fue el 'Tuba mirum', que siempre lo es, pero aquí especialmente. En primer lugar por presentarnos al cuarteto vocal, de una calidad como es difícil oír de forma conjunta, desde Tikhomirov, el típico bajo-barítono corpulento, que en vez de cantar a golpes de glotis conducía su destacado torrente vocal por la senda de la flexibilidad, la calidez, la intensa vibración; por su parte, el tenor Semenkov recordaba a esos evangelistas que oímos en las cantatas de Bach, de voz clara y poderosa, entregada y redondeada. Llevamos un tiempo de contratenores de todo tipo y ahora nos llegaba Nemzer del que, con los ojos cerrados, diríamos que era registro de contralto, sin rastros de falsete, de voz sedosa y más que convincente. Por último, Sveshnikova daba vida a la soprano con voz distinguida, elegante, bien trabajada y concordante con el resto de sus compañeros. Y el famoso trombón de este número aquí era desempeñado por un sacabuches de notorio poder y grandísima afinación, hasta tal punto que Currentzis lo sacó finalmente a saludar. También el mismo número nos podía servir para exponer ese trabajo de relojero con las dinámicas de conjunto, desde el cuarteto vocal que parecía entero moverse por una intensidad concreta, el sacabuches en otro, que enriquecía al cuarteto, y la cuerda, movida como por un viento racheado dinámico, vivo y cambiante que interconectaba instrumentos y voces.
Parecía que el 'Rex tremendae' añadiría gasolina al fuego, pero su intenso doble canon roza lo meditativo y a la vez contrasta con 'Salva me', cantado por el coro femenino con extrema delicadeza en piano. De igual forma, los 'corni di bassetto' introducían dulcemente el 'Recordare' y luego al cuarteto, donde tal vez notamos un ligerísimo tropiezo de la soprano. El famoso 'Confutatis' también presenta la brusca oposición entre el inicio y el 'Voca me', que rememora el anterior número en homofonía y delicadeza.
Aunque Mozart sólo escribe ocho compases del 'Lacrimosa' es suficiente para plantear el número a partir de una célula sincopada en los violines y luego el resto de la cuerda; finalmente será Süssmayr quien tenga que completar este momento de una belleza cenital. Aquí Currentzis priorizó el motivo, lo resaltó frente al texto del coro, tal vez por rendir pleitesía al autor en su despedida, ofreciendo un contraste de gran belleza entre la insistencia obstinada de la célula sincopada y esa dulce resignación a la muerte que canta el coro.
Necesidad de una nueva grabación
El final es dibujado meticulosamente y de nuevo las fuerzas, los vientos, rachean sobre las voces o los instrumentos, conduciéndonos hacia la conclusión que, como en el resto de la interpretación, no será estentórea, ni jamás llegará al grito. El coro rompe la habitual disposición de mujeres y hombres, los más agudos delante; aquí se encuentran yuxtapuestos de agudos a graves (o viceversa), como se pudo ver en el 'Hosanna'.
La obra la grabó Currentzis hace 14 años, que para una mente como la suya son 14 años luz. El disco tiene atrevimientos que obviamente buscaban dar que hablar.
Ahora ha conseguido una lectura excelsa, espiritual y sobre todo sincera, de la ponen los pelos de punta, de las que anula la capacidad de analizar, porque sólo deja sentir. Es hora de grabarla otra vez, con todas sus aportaciones, sus diferencias y su franqueza. Y tenemos la prueba: a estos conciertos de campanillas asiste un público circunstancial, que no viene tosido de casa, tira cosas al suelo y aplaude cuando le parece (el director quiso al terminar que los últimos armónicos flotaran por la milimetrada acústica del Teatro; pero, una vez más, fue asaeteada por una lluvia de aplausos, tal vez de los que más tosían); sin embargo, desde que empezara a oírse el 'Requiem' la mayor parte de las toses se fueron sanando, desapareciendo. Por algo será.
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