«La televisión no sirve para ganar, pero te puede destrozar en cinco minutos»
Controversia sobre los debates entre Campo Vidal, el «fontanero» del PP Pedro Arriola y el experto Alan Schroeder
«La televisión no sirve para ganar, pero te puede destrozar en cinco minutos»
El 21 de agosto de 1858 tuvo lugar el primero de los siete famosos debates electorales entre Abraham Lincoln y Stephen A. Douglas. Recordaba Neil Porter en «Divertirse hasta morir» que, según el acuerdo, Douglas hablaría una hora; Lincoln respondería en hora y media y ... luego Douglas tendría una réplica de media hora. Era corto comparado con las siete horas de enfrentamientos anteriores.
Alan Schroeder, experto en debates electorales, decía ayer en Madrid que los que tenemos en España (cuando los tenemos), son variaciones del formato Lincoln-Douglas. Por temas y sin periodistas. Schroeder, profesor de la Northeastern University de Boston (EE.UU.), ha sido la estrella internacional del seminario «El debate sobre el debate 2011», organizado por la Academia de las Ciencias y las Artes de Televisión. «El formato español es raro porque se utiliza la conversación directa», aseguraba. En 2008 hubo por primera vez diálogo entre los candidatos estadounidenses. Como no estaban acostumbrados, el moderador tuvo que achuchar a Obama y McCain para que se hablaran.
Nuestros debates son exigentes y arriesgados porque todo depende de los candidatos. En EE.UU. están prohibidos los asesores y los documentos. «En España llegan cargados de papeles. El problema es que no saben mostrar las ayudas visuales». Solo hay que recordar a Rubalcaba el 7 de noviembre con el «magnífico gráfico» que se olvidó de mostrar cuando debía. Teniendo en cuenta ese riesgo, no extraña que Manuel Campo Vidal, presidente de la Academia y moderador de tres debates a la presidencia del Gobierno, señalara que «el miedo a la televisión está presente en toda la negociación». Asegura que organizar un debate es tejer una red de confianzas. La Academia organizó los de 2008 y 2011. Pero Campo Vidal, entonces en Antena 3, también participó en las primeras negociaciones de 1993: «Valerio Lazarov se peleó por los cortes publicitarios; yo, por el contenido». Al final se consiguió un gran corte publicitario y dos pequeños con las llegadas y salidas de los candidatos. Esos extras de nuestro sistema que Schroeder llama «concesión cinematográfica».
La necesaria red de confianzas de la que habla Campo Vidal (del candidato en sí y en su equipo, de los partidos en el organizador, en el moderador, en el realizador) la explicaba Pedro Arriola, también en la mesa «La trastienda de los debates cara a cara». El hombre detrás de Aznar y Rajoy (y al lado de Celia Villalobos, su mujer) aclaraba que las negociaciones tienen sentido porque no se fían unos de otros. El hombre detrás de casi todos los debates admite que «el encorsetamiento del formato viene de la desconfianza».
Campo Vidal, orgulloso de la criatura, no está de acuerdo con Arriola, para quien los debates no sirven para nada. Según el periodista, «sirven para que el candidato gane liderazgo y para activar las campañas». Arriola mantiene que no son decisivos, que ninguno ha cambiado el voto. Recordaba que el hecho de que Aznar ganara el primero de 1993 provocó que muchos votantes socialistas que no pensaban votar lo hicieran. Hay otros riesgos. «La televisión no sirve para ganar pero te puede destrozar en cinco minutos». Además, cree Arriola que los debates quitan tiempo en las apretadas campañas. También que van a seguir porque a la gente le gusta verlos.
Ver comentarios