First Dates
«Antes que tener una familia, prefiero tener muchos gatos»
Antonella fue comprobando a lo largo de la cena que no era el tipo de mujer que José Vicente buscaba, así que prefirió tomárselo con humor
ABC PLAY
Algún soltero se plantó este jueves en el plató de «First Dates» con la mosca detrás de la oreja. Ir a sentarse a cenar con un desconocido delante de las cámaras el Día de los Inocentes es algo que no cualquiera ... se atrevería a hacer. Claro que en el programa del celestino Sobera lo que menos hay son cualquieras. Los espectadores piden carnaza, piden personajes estrafalarios, excéntricos y bocazas que sazonen las citas, que de ordinario son algo abstante aburrido.
A pesar de que las condiciones no parecían las idóneas, las masas de solitarios que anegan España no iban a dejar escapar la penúltima oportunidad de 2017 para conseguir pareja en directo .
Tampoco es que los aspirantes de «First Dates » tengan aspiraciones inalcanzables. Luis era una persona sencilla, de gustos austeros: «Me gustan las barbas y los piercings, son los únicos gustos que tengo» . Los últimos días los dedicó el programa a hacer su obra de caridad navideña , ofreciendo segundas oportunidades a solteros que ya habían salido de «First Dates» tan solos como habían entrado, pero un poco más humillados por haber sido rechazados ante media España.
Cualquier cosa puede unir a dos personas, piensan los guionistas de «First Dates», hasta los gatos. Así Antonella y José Vicente, a los que se sentó juntos a cenar porque ambos tenían felinos en su casa . De ahí para alante es cosa suya y del buenhacer de Cupido que acaben dándose el «sí quiero» tras la cena . Poco a poco fueron descubriendo nuevos puntos de unión, como su gusto por bailar bachata , lo cuál es una buena afición en común porque ya no tendrán que bailar solos .
Sin embargo, con el transcurrir de los minutos la cosa se fue desinflando , aunque sin perder la cordialidad y los buenos modales. Pronto salió a relucir la edad de cada uno, uno de sus grandes obstáculos para acabar como pareja: él 36, ella 47 . Cuando empezaron a hablar del tema, y ella parecía resignarse a recibir un no, dijo que, en realidad, «antes que tener una familia, prefiero tener muchos gatos» . No obstante, las tornas cambiaron de nevo, y Antonella vio la posibilidad de conjugar ambas cosas. Cuando él le dijo que quería una segunda ella, feliz, dijo que iban a «tener muchos gatos».
Los tipos más inesperados pueden todavía sorprendernos en el programa. Este jueves a pareció por allí un teólogo , que es el último sector profesional que uno podría imaginarse buscando el amor en la tele. Por puntualizar, Rubén, que así se llamaba, se definió como «ex teólogo», pues ya ha colgado los libros de metafísica y ahora se dedica a los más terrenales quehaceres del comercio . El tipo, homosexual, se sentó a cenar con Lluis, un estudiante de informático con el que pareció trabar buena relación desde el principio.
Rubén, de familia conservadora, ocultó hasta muy tarde su condición de homosexual a sus padres, hasta el punto de meterse en el seminario solamente para alejar las sospechas que le señalaban como homosexual. Lluis, en cambio, aseguró que desde los siete años ya conocía su inclinación sexual , pero no le creyeron cuando lo dijo. Las diferencias entre ambos eran casi insalvables, por lo que la segunda cita fue imposible, a pesar de que como amigos sí harían buena piña.
«Antes que tener una familia, prefiero tener muchos gatos»
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