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Comer después de matar

«El horror crece en la imaginación, en los ojos cerrados, no en la pantalla»

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Andrés Gertrúdix & Susana Abaitua, en 'Un fantasma en la batalla'
Bruno Pardo Porto

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De la primera temporada de 'Juego de tronos' recuerdo dos muertes, solo dos. La primera es la de Ned Stark, aquel personaje ejemplar y lleno de honor ejecutado por un rey loco ante los ojos de sus dos hijas, que apartan la mirada con el ... espectador: apenas vemos sangre en esa escena, que tiene que ver más con el frío, aunque sucede al calor de una muchedumbre que jalea al verdugo. La segunda muerte es otra ejecución. Esta sucede de noche, y se la practica el propio Ned Stark al lobo de su hija Sansa, obligado por otro rey, este no loco pero sí alcohólico. Ahí no vemos nada, solo el rostro del padre que sufre mientras cumple su deber, y el sonido del cuchillo, una convención que llevamos muy adentro. En su día muchos subrayaron lo paradójico de que una serie escrita con sangre solo ahorrara al espectador la muerte de un animal, como si tuviera más piedad con el lobo que con nuestra especie. Pero lo cierto es que así la subrayaba: el horror crece en la imaginación, en los ojos cerrados, no en la pantalla. Lo contrario, la acumulación de violencia visual, termina por insensibilizar o convertirse en juego, como en Tarantino.

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