Televidente
Caos meteorológico
«Caos meteorológico es un hallazgo retorcido y brillante, de olé, que conecta con esa vieja tradición del oficio de convertir el hecho en catástrofe para venderlo como noticia»
Algún día querréis a María Pombo
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Iniciar sesiónEl verano ha terminado con un portazo dado por el aire fresco de la mañana, que es un estimulante gratuito y aún no desaconsejado por las autoridades sanitarias: se echaba de menos. Hay que dar la noticia del fin del verano porque la vida transcurre ... todavía en el presente, en ese buenos días, qué tal, hay que ver qué de repente ha llegado el frío, aunque ya tocaba, yo ya estaba cansado, casi harto, no se podía trabajar con ese calor de playa, con ese calor húmedo y enfermizo de estos últimos días en Madrid, no sabías si la ciudad se calentaba por el clima o por la muchedumbre, de tantas ganas que tenía de volver a este infierno con aire acondicionado y terrazas llenas y cañas cada tarde un poco más caras. Tiene algo bello esta resistencia meteorológica, atmosférica, que no se deja conquistar del todo por esta actualidad de corrupción y genocidio en la que tras las vacaciones pedaleamos los periodistas y un poco el mundo, por desgracia. En el portal, y en la cafetería, las conversaciones empiezan por la temperatura, porque el tiempo, al contrario de lo que sucede en televisión, es un lugar común y despreocupado en el que todos nos encontramos y nos reconocemos en la pequeñez de lo cotidiano: a veces no tienes nada mejor que decirle a un desconocido que «por fin llegó el fresco».
Hace mucho que esta ligereza vive amenazada por la retórica apocalíptica de la televisión, que es un tono espídico y por momentos lisérgico, como de penalti en el minuto noventa. En lo de Sonsoles rotulaban así a finales de la semana pasada: «Del pico de calor al caos meteorológico». Caos meteorológico es un hallazgo retorcido y brillante, de olé, que conecta con esa vieja tradición del oficio de convertir el hecho en catástrofe para venderlo como noticia. Me acordé, al verlo, de la dana y de Nabokov: «La literatura no nació el día en que un chico llegó corriendo del valle neanderthal gritando 'el lobo, el lobo', con un enorme lobo gris pisándole los talones; la literatura nació el día en que un chico llegó gritando 'el lobo, el lobo', sin que le persiguiera ningún lobo. El que el pobre chaval acabara siendo devorado por un animal de verdad por haber mentido tantas veces es un mero accidente».
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