La entrada en tromba del descarado Banksy
Nadie conoce a Banksy, el grafitero de Bristol que se ha convertido en el más grande artista de su calle... Y de cualquier calle del mundo. Hoy ha presentado en el Festival de Berlín su primera película, “ Exit through the gift shop ”, y seguirá ... siendo un desconocido, pues, como era previsible, no vino, y si vino, nadie se enteró.
Antes de la proyección, un vídeo en el que salía un tipo camuflado que decía ser él se excusaba por no estar allí con la película. Él se lo perdió, pues obtuvo un gran éxito y nadie sabía a quién felicitar por ello.
Además de ensombrecerse a sí mismo, Banksy ensombreció a Zhang Yimou y su “remake” del primer éxito de los Coen, “Sangre fácil”, y también a la otra competidora del día, “Greenberg”, de Noah Baumbach. En dos patadas: “Una mujer, una pistola y una tienda de fideos”, que así se titula la de Yimou, es la conversión del cine negro de los Coen en una farsa oriental con algunas imágenes deslumbrantes, pero algo tontuela. Y “Greenberg” es una sosa reflexión sobre, o de, un tipo sin interés que interpreta Ben Stiller, aquí un gracioso sin gracia.
El cine más creativo y especial lo puso ayer un descarado, aunque sólo sea porque no enseña la jeta, este Banksy empeñado en que su película sea a las artes callejeras lo que “Karate Kid” a las artes marciales... Y para ayudarse se centra en un fulano llamado Thierry Guetta, un vendedor de ropa usada, después cameraman y ahora artista pop-callejero de éxito millonario.
“Exit thorugh the gift shop” es un documental de un documental, el que hace Guetta de Banksy, aunque en algún momento se revuelve el asunto y es el que hace Banksy de Guetta. En cualquier caso, uno lo ve como el “Fake” de Welles en versión “mantero” , con una rítimica mezcla de música, imagen y sentido del humor. Con estas cosas es muy fácil equivocarse, pero esta película tiene olorcillo de premio, y sería gracioso ver quién lo recoge llegado el caso.
El divertimento de Zhang Yimou a costa de los Coen y su “Sangre fácil” provoca cierta curiosidad, pues alterna el dislate con algunos momentos de antología visual con una puesta en escena tan asombrosa (el paisaje es inenarrable) como con alguna secuencia para la historia, como ésa en la que los personajes hacen la pasta para los “noodles”, con una coreografía tan sorprendente como divertida. Pero no tarda en convertirse todo en una especie de “noodle western” tirando a la bufonada.
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