Astérix y Obélix: del folio a la pantalla
Se consigue trasladar del libro al cine, con gracia y sarcasmo, el carácter de los cuatro pueblos implicados en la aventura: los bretones, los franceses, los normandos y los romanos
OTI RODRÍGUEZ MARCHANTE
Nunca es aconsejable echarle un pulso a la imaginación del lector, y si ese lector aún no es un adulto, la empresa está perdida de antemano: no hay mejor forma de ver la figura de Astérix que en el trazo y el ... alma de Uderzo y Goscinny , aunque habrá que convenir que, en lo tocante a Obélix , en las cuatro películas que lleva dentro del corpachón de Gerard Depardieu , la imaginación del lector se tambalea. Es imposible encontrar a nadie en nuestra especie cuya nariz, por no hablar de otras protuberancias y redondeces, esté tan a la gordura del original como la de Depardieu (el hombre que tuvo que rasparse nariz para ser Cyrano en la pantalla) y que se haya amoldado tanto al personaje que no se pueda abrir cualquiera de los tebeos de la serie sin ver (imaginar, en realidad) a Depardieu donde siempre estuvo el dibujo original. ¿Quién puede dudar de que Depardieu también se cayó en una marmita de alguna pócima extraña?
En esta película, que conjuga en realidad a dos libros de la serie, «Astérix en Bretaña» y «Astérix y los normandos », se consigue trasladar del libro a la pantalla con gracia y sarcasmo el carácter de los cuatro pueblos implicados en la aventura, los remilgados bretones, los guarretes franceses, los tontamente bravos normandos y los pusilánimes y jocosos romanos (todo ello mediante la explotación de clichés y un satírico, casi irreverente, sentido del humor ); pero también logra impregnar la imagen real de un sentido «beat», una modernidad anacrónica , pero sugerente, en la que adquiere cierto sentido la música y el espíritu de los Beatles , encarnado en el personaje de Gudúrix, el modernillo que tiene que aprender a ser un hombre junto a Astérix y Obélix: «¿un hombre como vosotros..., que vivís los dos juntos con un perrito?».
Estilo «british»
No tiene continuidad el guiño del título con la serie de James Bond , salvo en subrayar el general estilo «british» que se redondea con ese «hablar al revés» de los ingleses y con esa manera inimitable de ser un «gentleman» al modo del protagonista bretón, Buentórax , que antes se deja sacar el hígado que un sentimiento. Y todos en la película buscan esos sentimientos: los normandos, el noble sentimiento del miedo; Obélix, equilibrar el de la amistad con el amor; la Reina de Inglaterra, que interpreta con su habitual gesto de náusea Catherine Deneuve , el mantener su Imperio a la hora del té; Julio Cesar, el de mantener su nivel de vida a pesar de la crisis..., incluso se aprecia ese sentimiento tan global y actual de migrar, llevarse las raíces a otro lugar, en el personaje de Indigéntix , el indio que se cuela sin papiros en el «Schengen» de aquel imperio romano y lleva consigo las hojas del té.
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