ojo de halcón
El PP, ante el vértigo de caer
La pérdida de la mayoría absoluta no es inevitable, pero es una hipótesis verosímil
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Iniciar sesiónEn el Partido Popular andaluz necesitan asimilar que, según las leyes de la Física, lo que sube alcanza un punto máximo y después tenderá a caer. Y que según las leyes de la Política, la tendencia a caer nunca tarda demasiado en producirse. Los 58 ... escaños del PP en 2022 suponía alcanzar una cota muy alta, tal vez la cota máxima a la que aspirar, aunque no necesariamente. La ocupación ancha del carril central proporcionó mucha inercia para subir, pero ahora hay una resistencia sociológica por la derecha, como en todo el mundo occidental, que dispara a Vox hacia arriba y frena al PP. Hay líderes como Ayuso con más recursos para contrarrestar ese efecto peleándole espacios comunes; para Juanma Moreno está demasiado lejos de Vox para disputarle votantes seducidos por la oferta radical. Siete años en el poder también acaban por pesar.
La pérdida de la mayoría absoluta no es inevitable, pero es una hipótesis verosímil. No va a serles nada fácil la batalla. En todo caso, necesitarán la máxima movilización («¡remad, remad!») y ése es, de un tiempo a esta parte, el punto más débil en el PP. Hay un cierto acomodamiento, un estado de ánimo hasta cierto punto natural cuando se disfruta de una hegemonía que la oposición año tras año parecía incapaz de erosionar. Pero es peligroso, porque antes o después aparece un flanco débil. La crisis de los cribados por primera vez ha agitado el 'oasis andaluz'… y previsiblemente la oposición no sólo va a estirar la polémica hasta donde pueda, con malas artes si es necesario, como es consustancial a la política, que nunca ha estado reservada para las almas puras, como anotaba Ortega. Y sin duda aparecerán otros puntos débiles. Tras siete años en el poder, cómo no va a ser así. Hay más fontaneros que Leire Díez, expertos en las cloacas, buscando cualquier hilo del que tirar. El curso será un lodazal. Y el PP no puede quedarse en el diván, con el síndrome del impostor, bajo la parálisis de sus viejos miedos para reencontrarse con sus fantasmas. O sí puede, y ese sería su mayor problema.
Juanma Moreno apelaba esta semana a pelear por la mayoría… Y la oposición sabe que ante todo hay que atacarlo a él.
La figura de Juanma Moreno cotiza más que las siglas. Ese es un éxito del que han disfrutado líderes como Felipe o como Pujol. Es lo que permite ir más allá de los límites del partido y atraer votantes ajenos. En el caso del presidente andaluz, con una penetración en el centroizquierda, donde hay fatiga real de materiales después de décadas en el poder. Moreno ha publicado un 'Manual de convivencia' con un alegato por el centrismo moderado y el diálogo. Y es real, no como esa izquierda que dice que no puede haber líneas rojas con Bildu porque sus votantes merecen respeto, como hacía esta semana Maíllo o días antes Marisú Montero con una defensa bildutarra bastante sonrojante… pero a la vez exigen líneas rojas para que no se dialogue con Vox. Bildutarras sí, Vox no. En fin, ya se entiende que quieran jugar con cartas marcadas, pero que lo pretendan adornar de autoridad moral no cuela.
¿Le ha llegado a Juanma Moreno la hora de perder ese 'feeling'? Un primer espada del periodismo andaluz decía esta semana que «Juanma Moreno ha dejado de ser el novio de Andalucía». Es posible, pero tal vez sea un diagnóstico precipitado. La crisis de los cribados ha abierto un agujero, eso es evidente, pero está por constatar que le compute directamente al presidente, que por cierto ha tenido una reacción irreprochable: pedir perdón, cortar cabezas y anunciar medidas correctoras. ¿Qué otra cosa podía hacer? Es obvio, como él mismo admitía, que la inversión no ha bastado para solucionar problemas enquistados y que hay que pensar en un replanteamiento estructural. Ya se verá, en efecto, si pierde confianza (y cuánta) o no. El Centra, de momento, aún le da un aprobado… mientras su máxima rival, única competidora con niveles de conocimiento equiparables, sacaba la peor nota a distancia incluso del 4. En todo caso, lo que sí hay es urgencia por romper ese idilio de Juanma Moreno con Andalucía. Si su marca es la mayor fortaleza, urge desacreditarlo a él.
Y puesto que desacreditar a Juanma Moreno es perentorio, llevan semanas percutiendo contra él por la crisis de los cribados, exigiéndole su dimisión. No es que nadie crea seriamente que él deba dimitir o que vaya a hacerlo, pero saben que ese ruido golpeando permanentemente contra la figura del presidente andaluz puede hacer mella. Incluso llegan a asociarlo a Mazón, ya dimitido, como si la gestión de los cribados se pudiera comparar a la tragedia de la dana mientras el presidente permanecía ausente en El Ventorro. Pero ya se ha dicho que la política no es para las almas puras, y si esa es su mejor baza, no va a haber escrúpulos para construir y difundir ese relato con el acompañamiento mediático previsible.
Claro que a veces el cinismo es tan excesivo que acaba por pasarse de frenada y resultar ridículo. Que la izquierda use en Andalucía, como en Valencia, el argumento de la falta de legitimidad y la necesidad de «dar la voz al pueblo»…. eso convierte su estrategia no ya en una comedia burda, sino directamente en una comedia bufa. Da risa, que es lo peor que puedes dar. Está el sanchismo notoriamente en minoría, ya abandonado por el partido al que compraron la investidura pagando sus siete votos con una amnistía que el Tribunal Supremo considera que va más allá de los límites constitucionales, definitivamente incapaces de presentar siquiera unos presupuestos en todo el mandato, sin la capacidad de legislar y abocados a ver caer casi todo lo enviado al Congreso de derrota en derrota… y todavía el PSOE mantiene que ellos están legitimados para seguir en el poder hasta el final, pero con el cuajo de pedirle elecciones al presidente andaluz, con mayoría absoluta, presupuestos y programa legislativo. La política se permite muchas mojigangas, pero la burla tiene sus límites.
La idea de volver a gobiernos socialistas ahora no parece estar en la ciudadanía. Las encuestas hablan de que los tres partidos de izquierda apenas suman conjuntamente 1 de cada 3 escaños. La nada. Probablemente gobernar Andalucía ni siquiera está en el imaginario de los socialistas. Pero sí otras dos cosas: erosionar a Moreno para que necesite a Vox y se pueda cuestionar su centrismo moderado; y que eso después ayude a Sánchez a empatar o incluso ganar en Andalucía, importante para su supervivencia. Y esto sí es posible. Por eso, aunque parezca no haber partido, sí habrá batalla. Y requerirá mucha movilización, porque será brutal durante todo el curso.
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