ojo de halcón
Cinco años después… una sanidad enferma
Es una paradoja: hay más médicos, más equipamiento y más infraestructura sanitaria... y todo va peor. Lo único que salió más fuerte de aquello es el electoralismo, sobre todo en una izquierda irreconocible

La sanidad está, cinco años después de la pandemia, en problemas. No en Andalucía, sino en todo el país. Y es una paradoja: hay más médicos, hay más equipamiento, hay más infraestructura sanitaria… y todo va peor. Los indicadores delatan, después de 45.000 médicos ... y enfermeras más y miles de millones invertidos, que hay tensión sobre todo en la atención primaria. El servicio se ha deteriorado en estos años y los ciudadanos, además, lo perciben así. En ese colapso de la primaria se solapan diversos factores que tienden a generar el fenómeno de la 'tormenta perfecta', esto es, cuando todo suma para empeorar las cosas: la demanda de citas se ha incrementado casi un diez por ciento pero es donde menos plantilla se ha incorporado, el absentismo laboral ha aumentado mucho bajo el creciente 'síndrome del burnout', por añadidura uno de cada cinco usuarios no acude a sus citas finalmente... y además, junto al envejecimiento de la población que requiere más cuidados, la patologización de la vida nos lleva mucho más al médico.
Ante este escenario, hay algo muy característico y desmoralizador: no existe un debate serio en España. Toda una seña de identidad nacional. Y no existe porque resulta mucho más tentador el politiqueo para desgastar a los rivales, priorizando ante todo la rentabilidad electoral. En 2023, cuando ya se había constatado todo este fenómeno –de hecho, son los últimos datos disponibles– la mayoría de las comunidades estaban gobernadas por el PSOE, que ese año perdió Aragón, Canarias, Comunidad Valenciana, Extremadura, Baleares y La Rioja. Desde entonces, el Partido Socialista utiliza la Sanidad como arma prioritaria contra los nuevos gobiernos autonómicos del PP. Aunque ellos dejaran las cosas mal, incluso bastante deterioradas como en Andalucía, están convencidos de que podrán pasar factura a sus sucesores. Estos días, la muy sectaria ministra de Sanidad ha negado a las comunidades del PP un pleno del Consejo Interterritorial del Sistema Nacional de Salud «único» para la Atención Primaria.
Pacto de Estado
Así que no se afronta una realidad que bien merecería análisis rigurosos y un pacto de Estado, algo que hoy parece no ya remoto sino imposible. El muro levantado por Sánchez para la legislatura hace inviable cualquier gran acuerdo, a pesar de las propuestas del PP, incluso en asuntos tradicionalmente más apropiados como la política exterior. Es más, la izquierda siempre ha creído que la bandera de la sanidad pública es suya, y por derecho natural. Cualquier acuerdo ahí, por tanto, está descartado. Andalucía ha insistido especialmente en un Pacto Nacional por la Salud para «blindar» la sanidad, que debe estar «por encima de ideologías… y de partidos políticos». La consejera ofrece «diálogo y consenso», pero pide «respeto». Sin éxito.
El Gobierno, de hecho, ha venido incumpliendo un compromiso que los expertos consideraban y consideran imprescindible: la Agencia Estatal de Salud Pública. En realidad, esa agencia estaba pendiente desde el final del zapaterismo —ya se enunciaba en la Ley General de Salud Pública en 2011— hace quince años, pero a partir de la pandemia se constata hasta qué punto es apremiante. Estos cinco años se ha perdido demasiado tiempo. Carolina Darias la llevó al Consejo de Ministros en febrero de 2023, pero quedó cortada en el curso electoral. En enero de 2024 se recuperó. A la espera de que se haga realidad, los mismos expertos comparten que un requisito esencial para su éxito será la lealtad institucional entre administraciones, y ahí acaba cualquier ilusión en que esto cambie las cosas. 'Lasciate ogni speranza…'. Con el PSOE lanzado a degüello, sobre todo en Madrid pero también en Andalucía, no van a buscar consensos. El frente electoral irá por delante de todo lo demás. Hasta que llegue otra pandemia, tal vez peor, y se constate el fracaso del país. Es más, no descarten a Fernando Simón al frente de la Agencia… porque definitivamente se les ha olvidado todo lo que sucedió. Y no, no salimos más fuertes de aquello.
Andalucía
En Andalucía, la izquierda, persuadida de que el PSOE había pagado en las urnas de 2018 sobre todo el deterioro del sistema sanitario, siempre ha creído que la sanidad sería también el mejor modo de desgastar ellos al PP. Y tanto más después de la pandemia, cuando llegaron esas tensiones al sistema. Llevan años repitiendo un eslogan ridículamente falso, grotescamente irreal, pero al que parece que siguen confiando su suerte: 'el PP de Juanma Moreno privatiza la sanidad'. La realidad es que Andalucía es una de las comunidades donde se ha incrementado la inversión sanitaria de manera rotunda. Pero a quién le importa la realidad si tienes un buen eslogan. O crees tenerlo.
Esta semana la Consejería ha presentado datos prometedores de reducción de listas de espera y de tiempo en la atención primaria, aunque aún lejos de la normalidad. Mejora la inversión y parece mejorar al fin la gestión. Sin embargo, la oposición prefiere negar los datos y cargar solo sobre los contratos sanitarios post-pandemia que se investigan. Y es lógico que la oposición percuta donde hay un flanco débil, e incluso que retuerzan hasta cierto punto las cosas, como la salida del director de la Gestión Económica del SAS, por más que él haya aclarado que no se va por los contratos sino por agotamiento ya cerca de la jubilación. Pero la oposición no quiere, bajo ninguna condición, hablar de los problemas reales de la sanidad, de la situación real de la sanidad, de las políticas reales de la sanidad… porque eso los sacaría del marco elegido, que es el ruido politiquero: 'el PP privatiza la sanidad pública'. Parece obvio que no quieren soluciones, sino votos.
Cinco años después de la pandemia, este es el paisaje desmoralizador. Lo único que salió más fuerte de aquello es el electoralismo, sobre todo en una izquierda ya irreconocible tras la mutación Frankenstein. Con una política enferma, cómo superar una sanidad enferma.
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