desde la cornisa
El primer rosco de Reyes, en tirantas
Desde aquí hago un ruego desesperado por intentar frenar esta carrera absurda por inaugurar la Navidad antes que nadie. Juro haber visto el primer rosco con el abanico aún en el bolso
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Iniciar sesiónAhí estaba, metido en su envoltorio de cartón, flamante en primera línea de caja; para que a ningún cliente se le pase por alto que ya ha llegado al súper y se va a quedar una buena temporada. Se llama rosco de Reyes y su ... nombre no se construye sobre una metáfora. Es que es un dulce típico de Navidad y más concretamente del final de las fiestas, cuando la cabalgata ha pasado ya y toca esperar a que discurra la noche más emocionante del año. Pero al rosco, el apellido se le está quedando obsoleto porque bien podríamos rebautizarlo ya como la nueva tentación de otoño. Es una realidad incontestable que esa amenaza grave para la dieta se ha colado en nuestras vidas antes incluso de que el calendario ponga rumbo firme al invierno. Vamos, que ésta que escribe llevaba aún la tiranta puesta y el abanico en el bolso cuando se cruzó con el primero no hace mucho.
Recuerden que no hace tanto que la Navidad se oficializaba con los cánticos de los niños de San Ildefonso y si me apuran, la semana antes del sorteo, cuando en los colegios tocaba ir de excursión a los belenes de la ciudad para traerse a casa un buen puñado de caramelos, el globo y la bronca de la profesora porque no le habías hecho ni puñetero caso en la fila.
De aquella Navidad que hoy podríamos tildar de efímera, se pasó a adelantar el arranque de las fiestas navideñas al puente de diciembre. La oportunidad de negocio era clara: hacer coincidir unos días de descanso con el inicio del periodo más consumista del año. Cuanto más tiempo libre, más posibilidades de gastar sin miramientos. Y con esa filosofía, hay lugares como Huelva, donde la Navidad toca a la puerta por derecho con el último viernes de noviembre, también llamado Black Friday, que no es más que el enésimo invento por acelerar el gasto de los hogares.
Pero final de noviembre ya sabe a poco. La fiebre exportada por el alcalde de Vigo, que presume de tener el alumbrado más impresionante del país, ha contagiado a otras localidades que parecen protagonizar una carrera por ver quién le da la mano antes a Papa Noel; porque eso sí, a los tres de Oriente no hay quien los cace antes de tiempo. Sus majestades son puntuales como relojes suizo y siempre llegan el mismo día.
Desde aquí reivindico el espíritu de Melchor, Gaspar y Baltasar. Paren esta carrera por adelantar la temporada con el único propósito de que gastemos más. Que no he tirado aún el catálogo de juguetes del año pasado y ya me han traído mis hijos el nuevo. Que la Navidad en chanclas y bermudas no tiene gracia alguna. Que los mazapanes a 35 grados no hay quien se los trague. Piedad.
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