Desde la cornisa
El ejemplo de Riaño
Estos días, un pueblo pelea por no desaparecer una segunda vez, como ocurriera hace 38 años
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Iniciar sesiónEl 7 de julio de 1987, la Guardia Civil entraba en el pueblo leonés de Riaño para arrancar de raíz las últimas fuerzas vecinales que se habían atrincherado en sus casas para defender sus hogares, sus raíces, su historia. Riaño había sido sentenciado a muerte ... junto a otras ocho localidades del valle que iban a quedar sumergidas para siempre bajo las aguas de un embalse. La construcción la había iniciado Franco, pero llegó la muerte del dictador y el proyecto estaba paralizado. La entrada de la democracia se vivió en este bellísimo rincón leonés como una suerte de amnistía colectiva. Muchos creyeron que muerto Franco, también se acabaría con aquella mole de hormigón. Pero no hubo paz para estos leoneses que sufrirían la primera gran decepción de esos nuevos tiempos que se prometían felices. El gobierno de Felipe González siguió adelante y el valle de Riaño fue tomado para siempre por las aguas hace 38 años.
La mayoría de los pueblos desaparecieron para siempre, pero Riaño, que llegó a tener su propio Parador Nacional, se reinventó en una zona más alta, junto al cementerio líquido donde yace su pasado. El nuevo Riaño apostó sus cartas al turismo porque vio que aquel embalse que lo había arrasado todo; también había transformado el paisaje aportándole una belleza especial, aunque dolorosa porque nadie olvida lo ocurrido hace tres décadas, ni como hubo quien perdió la vida por defender su casa o cómo sólo un día después del cierre de la presa, entraba en vigor en Europa una ley que impedía construir infraestructuras hidráulicas como aquella que había cambiado sus vidas para siempre. A pesar de las traiciones y mentiras de tantos políticos, la fuerza de un pueblo por sobrevivir les hizo tirar hacia delante. Y así se fue construyendo poco a poco la imagen de los fiordos leoneses, que hoy en día se venden por el mundo como destino turístico envidiable.
Este verano, el riañés ha visto muy de cerca el final de su pueblo por segunda vez y en menos de cuatro décadas. El fuego que lleva días devorando la montaña leonesa y que ha acabado saltando a los Picos de Europa y a la Montaña Palentina, nació a pocos kilómetros de su pueblo. Una vez más, la Administración que debía proteger a esos vecinos les fallaba. No llegaban los medios y la necesidad les empujó de nuevo a organizarse para hacer cortafuegos, zanjas, desbrozar el monte, frenar como sea el avance de las llamas y defender sus hogares, una vez más. A los valles próximos llegó el mensaje de auxilio para sumarse a esta legión bendita que ha ido creciendo en voluntarios mientras el fuego sigue devorando parte de la belleza natural de una tierra que está dando un ejemplo inconmensurable de fortaleza, como lo hizo Valencia cuando la dana o como lo demostraron los canarios en La Palma. Que no te engañen: no, nos merecemos la clase política que tenemos.
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