Cardo máximo

Hemos fracasado

Del fracaso no se libran los gobernantes arrastrados por el analfabetismo sanitario, que no se ha hecho nada por corregir en décadas, ni, por supuesto, los periodistas

A medida que la infección por SARS-CoV-2 va destruyendo concienzudamente nuestras certezas como castillos de arena que las olas van echando por tierra, cuesta trabajo reconocer qué hemos hecho bien. Todos. Desde luego, lo peor de todo mezclar política y salud, de modo ... que las posiciones ideológicas están marcando la trinchera desde la que atizarnos unos a otros mientras muy pocos se mueven en esa tierra de nadie en la que resistirse a tomar las evidencias científicas como dogmas de fe en los que hay que creer a pies juntillas so pena de excomunión.

Una de las constataciones más rotundas del fracaso colectivo la acaba de firmar la Sociedad Española de Medicina de Familia y Comunitaria, que en su editorial del boletín de enero de 'Actualización en Medicina de Familia' plantea algunas ideas para el análisis y la discusión en vez de embestirnos recíprocamente con apriorismos. Sobre la vacunación y sus efectos beneficiosos, la sociedad médica dice algo que suena a tabú: «Vacunar a toda la población, incluyendo a la de muy bajo riesgo y la infantil, no va a evitar la circulación del virus». Por resumirles el largo artículo, la vacunación infantil la dejan a criterio de cada familia con su pediatra; sobre las dosis de refuerzo, tienen claro que habría que estudiar grupos de población vulnerable con riesgo de enfermar gravemente; y ponen el acento en la inequidad planetaria de la inmunización.

Del fracaso no se libran los gobernantes, arrastrados por el analfabetismo sanitario que no se ha hecho nada por corregir en décadas, ni, por supuesto, nosotros los periodistas. Este párrafo resulta demoledor: «Algunos gobiernos, 'expertos' en Covid y medios de comunicación siguen usando el miedo como estrategia comunicativa». Invita a dejar de contar cifras récord de contagios sin aclarar que la mitad son asintomáticos: «Tenemos que dejar de contar y reportar el número de infecciones diarias, que ya no tienen ningún interés».

No lo hemos hecho bien, admitámoslo. Una población atemorizada, a la que los periodistas no le hemos dado herramientas de verificación ni contexto, se lanzó ávida a comprar el mensaje falaz de que podíamos vencer al virus, planteado en términos de una contienda bélica. Qué disparate. Tienen que venir los médicos de familia a recordarnos que morir es sólo el último acto de vivir. «Tendremos que admitir como sociedad (igual que hacemos con la gripe, el tabaquismo, los suicidios o los accidentes, entre otras muchas causas) que durante los próximos años habrá un número de defunciones por o con Covid que serán inevitables. La pandemia no acabará cuando no haya defunciones, sino cuando los medios y gobiernos les den el mismo tratamiento que al resto de causas». No encuentro mejor espejo de nuestro fracaso colectivo. De todos. Sin excusas.

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