PÁSALO
El K.O. de nuestros días
Acumulamos tanto terral en nuestros ojos que nos duele ver lo que vemos
Sonados como un saco de boxeo de gimnasio de extrarradio, la conciencia colectiva de esta nación, si es que aún sobrevive, está a punto de ser noqueda para que se retuerza convulsa sobre la lona de nuestra piel de toro. Son tantos y tan contrarios ... los mensajes que lanzan los altos y sulfurosos hornos de la política que, envenenados, intoxicados, locos por respirar algo de aire puro nos tienen. La crisis política de Marruecos, la investidura de Pedro Aragonés emulando a Bolívar y lo que le cuelga de los cuernos a este toro mal herido que es España, nos tienen así, como un saco viejo de gimnasio. Despellejado de los golpes y con las crines del relleno asomando por los agujeros que nos dejan el apaleamiento mental. Han sido tantos golpes en el mismo lugar, permítanme que no señale, que por dolernos nos duele hasta el aliento. Hemos visto en menos de una semana mucho más que aquel legendario replicante que muere con una paloma en la mano y bajo la lluvia en la película de Blade Runner…
Hemos visto a una ministra de Exteriores convertir en volcán las ya de por sí eruptivas relaciones con un vecino insoportablemente fullero y listo. Hemos visto a EE.UU. cumplir su tercera deslealtad histórica con una nación como la nuestra que está en el origen de aquel país como tierra independiente, gracias al dinero, la ayuda y los ejércitos de Carlos III y de un andaluz universal como Bernardo Gálvez. Ayuda que llevó a George Washington a sostener que sin ella no hubiera sido posible la independencia de las trece colonias. Esas tres deslealtades, una por cada siglo, se corresponden con la autovoladura del Maine en la rada de La Habana, el apoyo en el siglo pasado a la marcha verde de Hassan II y hace cuatro meses el reconocimiento de Trump sobre los derechos alauitas en el Sáhara occidental. Estas dos últimas deslealtades con bases militares yanquis en España para mejor guarda de su geopolítica. En Palomares saben de lo que les hablo...
Nuestros ojos siguen viendo disparates como que un partido en el gobierno apoye la autodeterminación saharaui en plena crisis; que un líder a la derecha del Capitán Trueno quiera dar un mensaje a los ceutíes y le denieguen el derecho a hacerlo en una ciudad que lo ha votado masivamente, mientras a enemigos declarados de la Constitución y con las manos envenenadas por el plomo criminal, lo blanquean como príncipes de la paz con derecho a Nobel. En los ojos acumulamos tanto terral que nos duele ver lo que vemos. Otro ejemplo más: un ministro de Justicia pidiéndonos que aceptemos con naturalidad que el gobierno hornee los indultos de una banda de golpistas catalanes que no se retractan de serlo. Y saltan a la vista disparates tan grandes como la benevolencia de Interior con Trapero y sus espuelas con un servidor de la democracia como Pérez de los Cobos. La concordia para sus amigos, el castigo para los demás. Y así, con tantos golpes seguidos, sufrimos el K.O. que nubla nuestros días, como un saco de boxeo de un gimnasio de extrarradio…
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