Elecciones macarenas
Ha llamado tanto a la unidad que podemos pensar que las telas de la fraternidad hay que coserlas
Hoy se celebran en Sevilla las elecciones con más trascendencia de sus citas electorales. Mucho más importantes que las que nos darán un nuevo alcalde o un presidente de empresarios. Porque hoy, en la muralla vieja, por donde habita la Esperanza y las Sentencias nos ... liberan, se elige al hombre que deberá regir los destinos de una institución universal. Y sería muy recomendable que los que tengan ese privilegio puedan hacerlo con la claridad que dan las luces largas y con la sinceridad de los que echan sus versos del alma. Me cuentan algunos macarenos que jamás tu voluntad es libre de escoger, de mandar sobre tu destino cuando te rozan las alas de los ángeles que, como vencejos de abril, hacen guardia a la entrada del atrio. Dicho de otra forma: si tú te haces macareno descarta que fuiste el que eligió ese estado de gracia. Te hiciste macareno porque así lo quiso la niña bonita de San Gil. Estos arcanos envueltos en terciopelo verde solo lo entienden ellos. Los que hoy van a votar para elegir a su hermano mayor.
Fernández Cabrero tiene llagas en la garganta de hacer proclamas a la unidad y a la hermandad. Recuerdo que su primer cohete al cielo de San Gil fue para que el artificio luminoso de la pólvora escribiera en las redes la palabra unidad. Unidad y hermandad. Ha sido tanta su insistencia que uno pensó que no deben de andar bien cosidas las telas de la fraternidad entre hermanos. Y su mensaje me hizo recordar, en algún momento, a aquel Julio Anguita que se desgañitaba pidiendo a los suyos programa, programa, programa. El programa de Cabrero respira tanta unidad que nunca dejó atrás en cualquiera de sus actos más potentes, al aspirante que le discute hoy en las urnas la dificilísima misión de dirigir la institución. La más importante de Sevilla, no me cansaré de repetirlo. A los actos más notables invitó a Santiago Álvarez en lugares preferentes. Si predicas unidad y hermandad, se empieza dando ejemplo quien más lo proclama.
Pase lo que pase esta noche, a Cabrero nadie le podrá negar en los renglones de la historia que fue el hombre que colocó a la institución en las agendas sociales de la ciudad, desde donde supo tejer una tupida red de conexiones, para generar ayudas a la caridad que practica la hermandad. Esa intensa vida social le ha permitido, por ejemplo, acometer el proyecto llamado Balcón de la Esperanza, una terraza del hospital Macarena colindante con la UCI, donde los enfermos recibirán las bendiciones de los días soleados y el aire balsámico que oxigena los estados de ánimo. Igualmente tuvo la feliz idea de buscar el hermanamiento con la Guadalupana, quizás la advocación más multitudinaria de Latinoamérica, una iniciativa que paró el bicho. Un gitano hermano de San Gil me ayuda a cerrar este artículo. Sostiene que Cabrero es un tipo con los pelos de Eduardo Punset, al que se le escapan las eses de los sobaos de la Montaña, calza zapatos de colores y en la chaqueta luce pañuelo de seda. Tampoco él eligió la Macarena, sino que fue la Macarena la que llamó a un marciano santanderino para que uniera a la hermandad…
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