PÁSALO
Conil conection
En Conil actuaron espías religiosos durante la I Gran Guerra
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Ni en el bonito y cuidado espacio museográfico que Conil le dedica a su historia, tan vinculada al atún desde tiempos prerromanos, encontrará usted rastro de lo que a continuación trataré de explicarles. Conil es para los forasteros un atractivo de sol y cremas, de ... sombrillas y tinto de verano, lugar de peregrinación obligada a La Fontanilla en la playa y, ya dentro de su trama urbana con adobo norteafricano, a la mecánica imposible de querer arreglar el mundo con cervezas heladas y atún del bueno en El Sopa, Juan Mari o Los Hermanos. Pero los forasteros rara vez sabemos lo que fue, a principios del siglo XX, este enclave gaditano que tanto interés despertó en la diplomacia francesa y británica durante la primera gran guerra. En agosto me puso en antecedente un historiador local, africanista por más señas, al que entrevisté con muchísimo gusto y mayor sorpresa por sus revelaciones. El joven se llama Carlos Font Gavira y se lo sabe casi todo de los alemanes del Camerún que llegaron a España en una campaña de acogida humanitaria mucho más generosa que la reciente de Afganistán. Algunos de aquellos alemanes vencidos en la vieja costa de los camarones portuguesa, de ahí proviene el nombre de Camerún, se quedaron en Andalucía. Y otros tantos se convirtieron en espías.
Javier Compás, más interesado en la trama nazi de Zahara, recoge en su novela ‘La playa de los Alemanes’ el eco germanófilo que en ambas guerras tuvieron enclaves muy concretos del litoral gaditano. Realmente son territorios novelescos, espacios literarios para relatos que, en su tiempo, vimos anticipadas en el cine negro de Hollywood. Desde Gibraltar a La Línea, desde La Línea a Conil, desde Conil a Zahara, desde Zahara a Tánger algún bar, cafetín o convento alojó entre su clientela personajes que manejaban códigos cifrados y hacían llegar a sus superiores informaciones muy necesarias en periodos bélicos. Font Gavira me habló de la gran presión que ejercieron los embajadores de Francia e Inglaterra para que los refugiados alemanes del Camerún fueran instalados lejos de las costas, a ser posible buscándole alojamiento en la profundidad mesetaria, para imposibilitar las conexiones con los submarinos que costeaban nuestro litoral atlántico y los contactos terrestres que se movieran entre La Línea y Conil. Lo más curioso es que ese cuerpo de espías, la Conil Conection en concreto, no estuvo solo en manos de oficiales alemanes. También ejercieron de Joan Allison, la espía norteamericana protagonista de ‘La ciudad de las mentiras’ de Iñaki Martínez, misioneros, frailes alemanes comprometidos con la causa.
Font Gavira manejó, entre otros muchos documentos, una de las cartas en las que el embajador inglés en España, Arthur H. Hardinge, alerta a las autoridades españoles de la presencia y actividades informativas de un sacerdote alemán en Conil y de otros dos en el convento de Regla, Chipiona. La historia es tan atractiva como ignorada y gracias a Font Gavira se está poniendo en pie. Come ven hay un Conil más cerca de John le Carré que de Pepito Piscinas…
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