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Sin público

El espectáculo público sin público es una de las grandes incoherencias que nos ha traído la «nueva normalidad»

Antonio Burgos

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Antes que la liberaran, cuando a muchos, de tanto pagar peaje, nos tenían que haber nombrado hijos predilectos de Bética de Autopistas (luego, de casada, Aumar), en días como este fin de semana se ponía la autopista Sevilla-Cádiz que era un peligro. Vengan motos ... y más motos camino del Circuito de Jerez, adelantándote por la derecha y por la izquierda, saltándose los límites de velocidad, en cuadrillas de loquitos de las dos ruedas emulando a Ángel Nieto. Hoy la autopista de Cádiz estará así, hasta la corcha, pero será como otros sábados: de coches camino de las playas de la Bahía o del Estrecho, como se viene poniendo cada fin de semana desde que quitaron el peaje y ya nadie, ni los más tacaños que no se gastaban un euro en la cabina de Las Cabezas, va por la Nacional IV. Que, por cierto, a buenas horas, mangas verdes, la van a desdoblar de Los Palacios para allá. Hoy la autopista de Cádiz estará hasta la corcha, pero sin un solo motero. Y eso que en el Circuito de Jerez se está corriendo el Mundial de Moto GP, acontecimiento que antes era más que suficiente para que la autopista se llenara de miles de aficionados con motos de tanta cilindrada como peligro. No habrá moteros camino del Circuito para el Mundial de Moto GP por la congestionada autopista por una razón muy de esta hora en que todas las precauciones son pocas: porque las carreras se están celebrando sin público para evitar aglomeraciones. El espectáculo público sin público es una de las grandes novedades e incoherencias que nos ha traído la que llaman «nueva normalidad». Un espectáculo público sin público de normalidad no tiene absolutamente nada.

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