TAL VEZ FELICES
El don según Blanca del Rey
La bailaora ha visto, vivido y leído lo que la mayoría no hemos soñado
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Iniciar sesiónHa conocido a John Lennon y a Nixon. A Paco de Lucía, Enrique Morente, Berlanga, Francisco Umbral, Muhammad Ali, Ronald Reagan, Sha de Persa, Omar Sharif, el Ché Guevara, Ava Gardner, Jennifer Aniston, Vicente Escudero e incluso, más recientemente, a Justin Bieber, por perfilar lo ... dispar. Intelectuales, flamencos y superestrellas de Hollywood, desde que llegó en 1963 al Corral de la Morería en adelante, se han sucedido entre fiestas y copas de oloroso ante su mirada honda. La bailaora de Córdoba fue a Madrid para unos días, conoció a su marido, Manuel del Rey, propietario del local que hoy regenta junto a sus hijos, y se quedó para siempre. Sesenta años después de aquella partida, es posiblemente una de las personas que a más personalidades ha conocido en el planeta, entre lo jondo y lo claro: de Manuel Agujetas a Nicole Kidman.
Bajo recomendación del cineasta Tito Fernández descubrió a Víctor Hugo. Y de bruces se dio con las buenas letras. Leyó a los místicos y a los estoicos. Paladeó poesía, dice que la forma más elevada y sintética del pensamiento. También filosofía. Todo el que supera, pongamos, las tres décadas de existencia, tiene una historia que contar. Blanca del Rey, sin embargo, encierra bajo el cráneo bibliotecas que se levantan y se mueven sin polvo. Que gozan de luminosidad diáfana dentro del embrollo. Ha visto, vivido y leído lo que la mayoría no hemos soñado: a Barbara Hutton luciendo un collar con un escarabajo vivo con joyas incrustadas en su caparazón moviéndose sobre la correa y al escultor Otero Besteiro presentarse con un mono vestido de seda que comía con cuchillo y tenedor.
Explica, después de tanto, que la vida galopa a partir de los cuarenta y que todo se basa en un don. Quien lo logra gana la calma como estado, vinculada, sentencia, a la satisfacción personal. Hemos de tener tres pilares: curiosidad, humildad y paciencia. Lo dice quien ha experimentado lo sublime con sensibilidad de artista. Quien cree, además, que todo ha de anotarse en una libreta: «Jóvenes, escribid, que lo que apuntáis es un tesoro. Al tiempo contiene lo que no conoce nadie: vuestro mundo de hoy».
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