Sol y sombra

Posición centrada

Susana Díaz acudió al funeral de Guillermo Fernández Vara para recordar dónde estaba el PSOE hace menos de diez años

Quizá imaginando su propio funeral, va ya para siete años, Alfredo Pérez Rubalcaba acuñó la frase «¡Lo bien que se entierra en España!» Si lo sabrá él, con una trayectoria turbia de Richelieu taimado e inescrupuloso a sus espaldas y recordado hoy como un faro ... de la moderación, advertidor de los planes de Pedro Sánchez de montar el «Gobierno Frankenstein» que asuela España. La última apuesta política de Rubalcaba, más que aparatchik encarnación del aparato él mismo, fue la (fallida) entronización de Susana Díaz en la secretaría general del PSOE, al frente de un triunvirato de barones meridionales del que resiste malamente García Page y ha desaparecido para siempre Guillermo Fernández Vara.

A las exequias del expresidente extremeño acudió Sánchez con cinco ministros para hacer bueno el adagio de Rubalcaba, quizá, y seguro que como aviso a navegantes de que arrepentidos los quiere el caudillo, pero que su ira los perseguirá hasta la tumba y más allá si se muestran recalcitrantes, tal se demostró con la glacial soledad en la que se dio tierra a Lambán. En Olivenza, porque Vara adoptó un perfil bajo en sus últimos años, expresó –iba a escribir «mostró» pero es imposible enseñar la emoción que se es incapaz de sentir– su «enorme tristeza» por la muerte del conmilitón, el mismo al que anteayer motejaba como «petardo lamentable» o «impresentable», entre otras lindezas. El padrino, valga el símil vista la información que acumulan varios juzgados, ha perdonado al antiguo disidente.

Susana Díaz, presente también en el funeral, dijo compartir «la posición centrada del partido» con Vara, y le faltó añadir «y con nadie más», pues sólo hay que ver cómo se posiciona el PSOE sobre las más diversas cuestiones para comprobar el mareo de una aguja completamente escorada a la izquierda, más hacia posturas de pancarta extraparlamentaria que de formación institucional. Más le vale no morirse pronto a la menguada lideresa trianera porque corre el riesgo de que Juan Espadas la describa en su gorigori como a una activista de malabar con pelota de trapo y uso parsimonioso del desodorante. ¡Con lo pulcra que es ella, que friega sobre limpio!

Pero la mugre en el PSOE, también en la federación andaluza, tiene poco que ver con el aseo corporal. Con el partido enfangado hasta las pestañas por los clamorosos indicios que apuntan a una contabilidad B, el foco apunta a María Jesús Montero, cuya Agencia Tributaria vive en la inopia mientras se reparte dinero en sobres contraviniendo toda la normativa anti-blanqueo. Y es sólo una de las simas de degradación moral por las que Sánchez ha obligado a deslizarse a sus colaboradores. En cuanto esto estalle, que no tardará en hacerlo, los cómplices se repartirán entre la evaporación y el banquillo, dejando un solar quemado sobre el que resultará complicado resembrar nada parecido a la decencia. Alguien deberá intentarlo, sin embargo, apelando a esa «posición centrada» de los barones meridionales de antaño y a la memoria de quienes, hace casi medio siglo, viajaron del marxismo a la socialdemocracia.

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